Crítica de danza: Creciendo

Evidente: La experiencia acumulada en el elenco nacional

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Por lo visto en las últimas funciones del montaje de El Cascanueces, el público seguidor del ballet en nuestro país, sigue con fidelidad esta tradición.

Recordemos que, desde el 2008, el Teatro Nacional promovió la idea de crear una nueva producción, con el propósito de integrar a miembros de varias agrupaciones para fomentar este lenguaje coreográfico en el país.

Es así que, por tercera vez, las maestras de ballet Patricia Carreras y María Amalia Pendones coordinaron con los alumnos de 16 escuelas de danza y ballet públicas y privadas de Costa Rica para presentar una larga temporada del célebre ballet, basado en el cuento de E.T.A Hoffman.

Este año, Carreras y Pendones se inspiraron en la versión coreográfica de V. Vainonen e hicieron sus aportes al montaje; además, contaron con la participación de María Monákova y el asesoramiento técnico de Wes Chapman.

Lo interesante de esta temporada es que la mayoría de los papeles principales fueron asumidos por un joven elenco costarricense, que estuvo apoyado por cuatro bailarines: Beau Fisher, Lucious Kirst, Alex Krammer y Shu Kinoushi, integrantes del American Ballet Theater Studio Company de Nueva York.

En la función de este espectáculo que observé, en general, las partes grupales se aprecian más limpias en lo concerniente a la utilización del espacio y los movimientos del cuerpo de baile, tienden hacia una mayor sincronía.

Por su parte, en los personajes destacados del primer acto, cabe mencionar que el maestro estadounidense Wes Chapman interpretó a Drosselmeier con mucha vivacidad. Igualmente, Alex Kramer como arlequín, Shu Kinouchi como moro y Eric Vera, al ejecutar al rey ratón, demostraron fuerza y precisión en sus movimientos.

En el papel de Clara, Mariana Elizondo se muestra más segura y con un dominio técnico evidente; destacando la soltura y el aplomo en sus extensiones. Además, logra un buen acople con su compañero, Lucious Kirst, en el personaje del príncipe Cascanueces, durante todo el trabajo de dúo.

Para el segundo acto, sobresalieron entre otros, Johanna Castro al encarnar la reina de las nieves, quien técnicamente está bien; no obstante, puede crecer más como intérprete.

Por su parte, Lucía Baltodano al ejecutar la danza árabe junto a Minor Thompson manifestó avance en el trabajo corporal y buena proyección escénica. Lo mismo podemos decir de Kristiane Feoli, en los segmentos de hada de azúcar y en el Grand pas de deux, al lado de Beau Fisher. En las otras variaciones, se destacó Gina Chaverri como la reina de las flores, a quien se le vio con soltura y gracia. Finalmente, Shu Kinoushi y Alejandra López se robaron los aplausos en el dúo de la danza china.

Es motivante observar una producción artística que promueve el talento de jóvenes de casi todas las provincias, con propuestas acorde con sus conocimientos técnicos, que aspiran a una profesionalización del ballet costarricense.