Costa Rica dejó en nada gestión de ingreso en Petrocaribe de Chávez

Diplomáticos de EE. UU. siguieron de cerca cada paso de Arias en este tema

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El Gobierno de Costa Rica considera que el de Venezuela no aceptaría a nuestro país en Petrocaribe, y la solicitud de ingreso quedó abandonada entre los vaivenes diplomáticos y el cambio de administración.

El intenso cabildeo desarrollado por el gobierno de Óscar Arias durante el pico del precio internacional del petróleo (agosto del 2008), perdió fuerza conforme se redujo el costo de las importaciones.

Ahora, a pesar de un nuevo encarecimiento, Petrocaribe está lejos de los intereses de la mandataria Laura Chinchilla. “Eso está descartado”, sentenció esta semana el ministro de Ambiente y Energía, Teófilo de la Torre.

“Se había hecho la solicitud, pero nunca se recibió respuesta. Para efectos prácticos, eso está archivado”, agregó.

Como dijo De la Torre, eso vale en la práctica porque, en sentido formal, Costa Rica continúa en la sala de espera para ingresar en un grupo que ofrece condiciones preferentes de compra de petróleo al gobierno de Hugo Chávez, como se anunció cuando el litro de gasolina súper alcanzó los ¢732.

Todo ello parece haber tranquilizado a diplomáticos de Estados Unidos acreditados en Costa Rica, quienes siguieron de cerca cada trámite de una autoridad tica relacionado con Petrocaribe.

Aquellos diplomáticos consultaron a múltiples fuentes para llevarle el pulso al proceso, hasta que finalmente, en junio del 2009 (con el litro de la súper cerca de los ¢500), notaron que Óscar Arias había dejado ese intento “en el limbo”.

“Se apega a las tendencias ticas a ofrecer rara vez un ‘no’ directo ante preguntas difíciles, al menos no en público, o a dejar que los asuntos espinosos se deslicen hacia un estado de prolongada indecisión”, escribió el encargado de negocios de la Embajada, Peter Brennan.

¿Por qué? Según los cables filtrados por WikiLeaks, los estadounidenses consideraron que el gobierno de Arias quiso dejar dormir el caso para evitar secuelas políticas.

“Lo que parecía una buena idea en aquel momento (2008), evidentemente no es tan atractiva (o tan necesaria) ahora, cuando el Gobierno costarricense [siente] inquietudes constantes con respecto a la confiabilidad de Venezuela como proveedor, y [ve] preocupaciones con respecto a los costos políticos ocultos de la membresía”, advirtió Brennan en junio del 2009.

El embajador tico en Venezuela en ese cuatrienio, Vladimir de la Cruz, aseguró que trabajó hasta su último día para lograr el ingreso, pero que las objeciones de carácter político provenían de Caracas, donde inquietaba la posibilidad de tener que lidiar con una voz incómoda dentro de Petrocaribe.

“Yo nunca recibí órdenes para dejar de trabajar por la incorporación a Petrocaribe, pero de parte de Caracas sí pudo haber un interés en no dar a Costa Rica un papel más protagónico en un grupo que ellos controlan. Estamos claros en que Petrocaribe es Venezuela, y nadie le iba a poner un tapabocas a Costa Rica”, dijo De la Cruz.

Pese a ello, subrayó los beneficios de Petrocaribe (venta de crudo con créditos blandos y la posibilidad de pagar con productos o servicios) y consideró conveniente insistir en ingresar, algo que ni siquiera Óscar Arias ve viable.

“Es cierto que Venezuela está ganando más dinero (por el encarecimiento del petróleo), pero eso no compensa por la fuga de capitales y la falta de inversión. No sé si el Gobierno venezolano aceptaría nuevos miembros; no sé si ellos tienen abierta la puerta”, dijo hace dos semanas a La Nación.

Con él coincidió el canciller René Castro. “No consideramos que sea una posibilidad real. Hasta los bolsillos grandes y largos tienen límites”, dijo el ministro, a quien de la Cruz atribuye una buena relación con autoridades venezolanas.

“René Castro fue en julio del año pasado a Caracas y casi lo recibieron como si fuera un canciller bolivariano por algunas opiniones dadas sobre Simón Bolívar en el prólogo de un libro. Entró con el pie de derecho. Las puertas están abiertas y la mesa está puesta”, contó De la Cruz.