Contrastes de la gran conversación

Voces diversas La doble exposición ‘Diálogos’ CONTRASTA obras de artistas insignes de DIVERSOS RINCONES DEL MUNDO

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Las voces que resuenan en el Teatro Nacional y en la Casa Amarilla van del susurro íntimo de un retrato sencillo a la estridencia de una pared salpicada de color. Rostros de las más variadas culturas contemplan al visitante para convencerlo, en su diversidad, de que pertenecemos a la unidad de lo humano.

Con más de 50 obras, Diálogos I y II presentan extractos de la conversación mayor del arte. El cuadro, la escultura y la máscara funcionan como medios de comunicación; la tinta, el bronce y el papel fotográfico, como la materia prima de este lenguaje universal.

Se trata de una de las exposiciones clave del Festival Internacional de las Artes (FIA). La curaduría de Emmanuel Javogue se ha coordinado con la organización del Ministerio de Cultura y el FIA para traer la exhibición.

Obras que van desde la elegante figura de un dignatario precolombino (250-450 d. C.) a los estridentes trabajos de Jean-Michel Basquiat –sin olvidar a Cindy Sherman– repasan la vasta galería de nuestra creatividad.

Un hilo en el laberinto. Diálogos I espera a los visitantes en el Salón Azul de la Casa Amarilla. La gran mesa ovalada del centro recibe embajadores de Asia y de África en la forma de máscaras rituales.

En Diálogos II, impresiona el artista chino Cang Xin tirado boca abajo en el suelo (al menos, su figura, una copia exacta de silicón, con su pelo y su ropa). Enfrente lo miran dos serigrafías de Marilyn Monroe, de Andy Warhol; alrededor, retratos hechos por Henri Matisse y Edward Crumb, así como estudios de Edgar Degas y Alberto Giacometti.

Dos minotauros, uno de Pablo Picasso en aguafuerte y otro de Jacques Lipchitz en bronce platinado, recuerdan el laberinto creativo que se ha extendido por el mundo. Emmanuel Javogue considera que la unidad proviene de los temas. “No importan la zona geográfica, los periodos, las culturas: se nos muestra que la humanidad tiene las mismas preocupaciones”, explica.

“Ambas exposiciones tienen igual sentido: contraponer y contrastar”, explica Hugo Pineda, coordinador de Artes Visuales para el FIA. “A estas obras las unen sus características formales, lo representado, aunque las separe su contexto, su tema o su autor”, según Pineda.

Un concepto o una figura aparecen vistos desde varios ángulos: las mujeres de Picasso, Jasper Johns y Robert Crumb, por ejemplo, junto a esculturas de los baoulé o los dogon de África. Por su gesto agresivo, una máscara nigeriana de los años 50 está emparentada con los tres dibujos al crayón de Basquiat que la rodean. Caballos, budas, mujeres o la porcelana agrupan las obras disímiles.

“Invitamos al público a que observe los detalles de las piezas y busque las similitudes en sus objetos cercanos; y luego, si quiere, investigue más sobre el autor, su contexto o sus técnicas”, añade el coordinador Hugo Pineda.

Puentes variables. Dos niños con paisajes de porcelana china en el rostro, de Hwang Yan, flanquean una cabeza de terracota hecha en Nigeria entre 300 a. C. y 200 d. C. El contraste evidente requiere mayor observación del público. Como dice Pineda, debe verse la obra antes de leer su información, para hallar similitudes, preguntarse qué conecta las piezas antes de guiarse por lo que explica la cédula.

De la contraposición nacen encuentros sorpresivos. En tres cuadros pequeños de Paul Gauguin, enamorado de la Polinesia, asoma la mezcla cultural que explora Diálogos. “Tenemos las pinturas de Gauguin en las islas polinesias y, al lado, bustos de Buda provenientes de Birmania”, precisa Javogue. “Son culturas que nunca estuvieron en contacto directo, pero que se expresaron de maneras muy similares”, agrega.

La ironía reluce en los marcos coloniales del siglo XVIII de las figuras estridentes del neoyorquino Basquiat, además emparentadas con las máscaras: de la urbe más cosmopolita al interior de África y de vuelta, pasando por otra metrópolis, la francesa.

Encontramos la armonía en el desorden, como en la gran pintura de Kysa Johnson, formada por figuras diminutas, o en la pasividad anhelada de la serie Instructions for idleness (Instrucciones para la ociosidad), de Erwin Wurm. Cada pieza habla de su propia concepción del arte y del mundo del artista.

Máscaras como espejos. En las paredes cuelgan retratos y estudios de artistas de sobra conocidos. La fotografía de Bert Stern y el detallado trabajo con crayón de Joseph Stashkevetch son de firma consagrada –ni hablar de las obras de Warhol, Renoir o Picasso–.

“No todos los objetos fueron hechos con la misma intención”, expresa Javogue. “Los artistas recientes crearon arte en relación con la estética a fin de producir objetos de belleza para ser admirados. Los artistas anónimos fabricaron objetos con una función precisa en sus tribus, para su religión y para la comunidad entera”, añade Javogue al aludir principalmente a la amplia colección de máscaras de China, el Tíbet, Nigeria, Mali y Costa de Marfil.

Son rostros fabricados con cuero, madera y hasta pelo, que tenían relevancia social en tribus que conocemos poco, excepto por su tradición oral y sus ritos. Es una belleza que no quería ser firmada, expresa Javogue: un arte cuya función era portar espíritus de sus pueblos y reflejar épocas pasadas.

“Estas piezas nos acercan a un conocimiento interno de los pueblos. Su estética se relaciona con los dioses; no se dirige solo al artista como individuo, sino a la comunidad entera”, comenta el curador.

Una máscara de la tribu guere, de Costa de Marfil, se hizo con piel, madera, metal e insólitos cartuchos de escopeta. Para Javogue, alude a la colonización francesa de África. No sabemos nada del artista, pero de las máscaras excéntricas de este pueblo extraemos ahora su historia, y así, de cada una.

Acercamientos. La figura de Cang Xin yace en el centro de Diálogos II y vuelve al chamanismo chino, que practica. Con su lengua extendida hacia el suelo en la escultura y hacia un billete en la fotografía, explora el contacto íntimo con las cosas y la vida interior de ellas. El contacto cercano entre las culturas es, en el fondo, el motivo de Diálogos.

Para Javogue, francés que reside acá, “Costa Rica también está siendo construida por diversas culturas”. “Podría considerarse un pequeño crisol de diferentes influencias”, explica. Con los contrastes de estas piezas, también se habla de la multiculturalidad en el país.

“Los seres humanos somos más similares de lo que creemos”, afirma Hugo Pineda. Los artistas expresan las mismas emociones aunque parezcan opuestos. Cuando se conversa, se encuentra la diversidad en la unidad.