Contrapunto dedos generaciones

Música de calidad ‘Huellas en el mar’ es el reciente disco de Pilar Aguilar y Grace Marín

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En un medio artístico tan reducido como el costarricense, resulta loable la aparición del disco compacto Huellas en el mar , de Grace Marín, violinista, y Pilar Aguilar, pianista y compositora. Este trabajo sorprende y alienta pues ha sido producido en España, con una magnífica calidad sonora y a la vez con posibilidades de una extensa difusión.

Además, el contenido musical es una propuesta dialógica auténtica, sincera, de delicada comunicación entre dos instrumentos, dos generaciones y dos continentes: Latinoamérica y Europa.

Para el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer, el “mundo de vida” del artista es un factor determinante en la concepción de su obra; y no se trata solamente de lo anecdótico, sino de lo cotidiano y lo extraordinario; se refiere al enfoque personal con el que se vive su tiempo y su espacio.

Intensa preparación. A finales de los años 60, Pilar Aguilar Muñoz era una joven llena de ímpetu y musicalidad, capaz de crear sus propios proyectos. Había estudiado piano con su madre –Grace Muñoz de Aguilar– y la profesora Irma Schaubeck de Caldera, quienes infundieron en ella lo que todo educador musical tiene como misión: despertar y cultivar el amor por la música. La autora argentina Violeta Hemsy de Gainza resume en ese objetivo la función esencial de la educación musical.

Las modas pedagógicas tienden a tornar complejo –de manera superficial– el proceso de enseñanza y aprendizaje, o promueven aspectos poco relevantes, como lo estrictamente medial; sin embargo, el fin último de todo esfuerzo educativo musical debe ser precisamente ese: amar la música porque ella contribuye a dar sentido a la vida.

Poco vale el virtuosismo si el estudiante no disfruta la ejecución. Poco vale el manejo teórico conceptual sin la vivencia.

Posteriormente, Pilar Aguilar estudió con el maestro Carlos Enrique Vargas, extraordinario músico y pedagogo, premio Magón y miembro honorario del Foro Latinoamericano de Educación Musical (FLADEM).

A pesar de su talento y su exquisita formación, Vargas no formó parte del cuerpo docente del entonces Conservatorio de Música de la Universidad de Costa Rica, y sus estudiantes recibieron las lecciones de piano, teoría, armonía, contrapunto, apreciación e historia de la música en su residencia.

La preparación que Carlos Enrique Vargas brindaba era tan seria y rigurosa que Pilar pudo ingresar en los estudios superiores del Royal Northern College of Music en Manchester y en el Trinity College de Londres.

Al regresar a su patria, Aguilar desempeñó los cargos de profesora de piano en la Universidad Nacional y en la Universidad de Costa Rica, en la que permaneció. Allí desarrolló una importante labor pedagógica hasta su jubilación en el presente año.

Un estilo propio. Hemsy de Gainza señala que el mundo sonoro interno del compositor aparece en la creación musical. En la obra puede rastrearse lo que su oído y su espíritu aprehenden, manipulan y recrean en su caudal musical interior. Entendida como diálogo auténtico consigo mismo, la obra se irradia a los oídos de los auditores y permea toda la recepción.

Los rasgos del repertorio que Pilar Aguilar ha manejado como pianista aparecen en su estilo. Ella nos narra que durante varios años se sintió inhibida de componer música por temor a no calzar con las corrientes atonales en boga. Sin embargo, el maestro español Llorenc Balsach la animó a expresarse musicalmente y le indicó que su estilo neorromántico no era obsoleto.

Pilar Aguilar decidió entonces satisfacer su necesidad creativa. A partir de sus experiencias con la música de cámara, empezó a componer obras para piano, canto, flauta, cuerdas, saxofones': un aporte original que enriquece el desconocido repertorio musical centroamericano.

Además, Pilar Aguilar se lanzó a componer para las necesidades de sus estudiantes. Como proyecto de su año sabático, en coordinación con el compositor costarricense Mario Alfaguell –quien también se encontraba en esa etapa académica en la Universidad Nacional–, presentó un compendio de música para la mano izquierda dedicado al joven Ismael Gamboa, quien, a pesar de nacer sin brazo derecho, desea expresarse musicalmente en el piano. Como pedagogos, Aguilar y Alfaguell lo apoyaron, y como compositores crearon un nuevo repertorio pianístico para la mano izquierda.

Un ejemplo. El disco compacto Huellas en el mar constituye un valioso atisbo al mundo sonoro interno de Pilar Aguilar, observado desde el violín y el piano. Cada obra se disfruta como ejemplo de vitalidad artística y de alternancia tímbrica.

En el entretejido musical, se asoman Costa Rica, Centroamérica y el continente latinoamericano; también se escuchan Europa, lo neorromántico, Occidente'

Las ejecuciones ofrecen gran brío, aplomo y sensibilidad.  Grace Marín cuenta con una sólida educación como violinista de altísimo nivel, realizada en Costa Rica, Alemania, Irlanda y España, que le permite interpretar con libertad técnica y expresividad.

Grace Marín representa los albores de una nueva generación de músicos costarricenses que amplía sus horizontes. Estos jóvenes talentosos salen al mundo y encuentran nuevas opciones para desarrollar el arte musical.

Frente a las dificultades laborales y de otras índoles, los jóvenes músicos aceptan con valentía y creatividad su ineludible vocación artística. Grace es vivo ejemplo para las nuevas generaciones: su pasión por la música y su desempeño laboral son aún posibles en tiempos de crisis económicas.

Realmente es alentador este diálogo generacional entre Pilar Aguilar y Grace Marín, madre e hija: en momentos de corrupciones políticas, podría generar sospechas de connivencia nepotística, pero más bien  nos lleva  a constatar que, como actividad individual y familiar, la música propone al ser humano un sentido para su mundo de vida, a pesar de los obstáculos, las rencillas y las envidias que el reducido medio artístico de Costa Rica muchas veces promueve.

Estas Huellas en el mar son  inspiración para crecer y madurar como país, digno de contar con una cultura artística propia.

La autora es educadora musical con estudios de posgrado en Alemania, doctora en Cultura Artística Centroamericana y directora de la Escuela de Música de la Universidad Nacional.