Comer postre' ¿al desayuno?

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La primera medida que usualmente se aconseja para perder peso es eliminar de nuestra dieta los postres, esas deliciosas comidas que tristemente están cargadas de muchas calorías en cada cucharadita.

Sin embargo, un grupo de investigadores israelíes tiene una nueva propuesta para hacer que la pérdida de peso en las personas obesas sea eficaz y duradera: incluir una pequeña porción de postre, como un pedacito de chocolate, ¡en el desayuno!

Aunque parezca un poco extraña la propuesta, hay una base científica para ella y un experimento, cuyos resultados se publican en la edición de marzo de la revista Steroids , sugiere que realmente funciona.

La idea detrás de la nueva estrategia es poner a jugar a favor del paciente la forma en que funciona su metabolismo y controlar, con el consumo de un abundante y balanceado desayuno, la segregación de la hormona grelina.

La grelina es una de las hormonas que controla nuestro apetito. Su misión es aumentar el deseo de comer; es la antítesis de la leptina, la hormona que suprime el hambre. La grelina es segregada por el intestino y suele encontrarse en nuestro torrente sanguíneo en mayores cantidades justo antes de comer. La saciedad y el apetito dependen, en mucho, de los niveles de la hormona en nuestro cuerpo.

Conociendo que en muchas ocasiones los intentos de bajar de peso fracasan al cabo del tiempo porque la persona no logra saciarse satisfactoriamente y acaba por abandonar el régimen y recuperar el peso perdido, los científicos, liderados por Daniela Jakubowicz, investigadora de la Unidad de Diabetes de la Universidad de Tel Aviv, propusieron evitar ese efecto rebote con un desayuno balanceado, pero calórico, que, entre otros alimentos, incluya un postre.

En su experimento participaron 193 adultos obesos. A lo largo de 32 semanas, las mujeres siguieron una dieta de 1.400 calorías diarias y los hombres una de 1.600 calorías.

No obstante, la distribución de esas calorías fue diferente según el grupo de intervención en el que estaba la persona. Al primer grupo se le indicó que debía ingerir un desayuno bajo en carbohidratos; al segundo se le dijo que debía comer un desayuno alto en calorías (unas 600), con carbohidratos, proteínas y una porción pequeña de algún dulce.

A la mitad del experimento, en la semana 16, ambas dietas mostraron tener el mismo efecto: los pacientes del grupo con el desayuno bajo en carbohidratos habían perdido, en promedio, unos 15 kilos; los del desayuno con postre, unos 13 kilos.

No obstante, la historia cambió en la segunda parte del experimento. Las personas que llevaban la dieta con el desayuno bajo en carbohidratos ganaron, en promedio, unos 11 kilos, mientras que los del desayuno abundante y con postre perdieron, en promedio, otros siete kilos.

Los niveles de grelina en la sangre explican lo ocurrido: mientras después del desayuno bajo en carbohidratos los niveles de la hormona bajaron un 29,5% en los pacientes, tras el consumo del desayuno rico en calorías los niveles de la hormona que promueve el apetito cayeron un 45,2%.

Así, el desayuno rico en calorías y con su toque de dulce logró que los pacientes se sintieran más satisfechos y pudieran apegarse al régimen y evitar el efecto rebote en su peso.

Parece que la sabiduría popular de que se debe desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo tiene validez científica.