Cine psicopático

Ejercicio de violencia ¿Hay venganzas dulces?

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Hay cosas que uno no entiende, por ejemplo: ¿cómo una película grosera y violenta, tal el caso de Dulce venganza (2010), logra acomodarse con facilidad en la cartelera cinematográfica del país, mientras a otros filmes de mejor nivel no les va con tanta suerte? Aún más, ¿cómo es que la cinta original ha logrado tener este refrito que hoy me toca comentar?

En efecto, con igual título en inglés (I Spit on your Grave, que podría ser Escupiré en tu tumba) se estrenó el filme original en 1978, dirigido por Meir Zarchi.

Lo cierto es que Dulce venganza (dirección de Steven R. Monroe), nos llega hoy como refrito y en burda exposición del estilo más sanguinolento y brutal del suspenso, para afincarse en terreno de instintos básicos de la más innecesaria violencia, al punto que más deviene cine enfermizo.

El guion, de Stuart Morse, nos plantea la historia de una joven y muy bella escritora, quien alquila una cabaña alejada en la montaña para, con tranquilidad, terminar su primera novela. Esa tranquilidad no le dura mucho.

Sucede que unos tipos machistas, desde sus escasos cerebros hasta los genitales de cada uno, enfermos sexuales y psicópatas, han estado vigilando y filmando a la novel escritora.

Ella se llama Jennifer Hills y aparece encarnada con estupenda presencia física y valioso talento por la actriz Sarah Butler. Como esta joven literata es bien guapa, lo cierto es que los mirones no solo se deleitan espiándola, sino que deciden violarla, incluso con la complicidad del comisario del lugar.

Es así que los espectadores debemos soportar el delirio enfermizo de la trama con imágenes repugnantes que la película muestra durante la violación de la mujer. Es descarada pornografía de los sentimientos y explotación tan insana como comercial del morbo. Lo peor: después de eso, el resto del largometraje se va en mostrarnos la venganza de la mujer.

En efecto, a Jennifer sus violadores la dan por muerta. Mas no es así. Ella regresa para vengarse de ellos, uno por uno, con tanta saña y crueldad que la película continúa mostrándose igualmente enfermiza con la falacia de que la venganza es justicia, no importan los sin límites a que sea llevada la represalia.

Ciertamente, es un filme éticamente despreciable además de psicopático (demencial, desequilibrado, sádico y grosero). Sus imágenes, siempre morbosas, solo evidencian el carácter reprochable de este tipo de cine. Durante la función, varios espectadores salieron de la sala. Yo hube de quedarme ahí sentado por razones profesionales: escribir esta crítica.

Al menos me queda el gusto de expresar aquí mi enojo por lo que la gran industria del cine ha hecho del llamado sétimo arte. En este caso, se trata de la elevación del cine basura como representación del cine de suspenso o de terror. La ubicación de esta película se halla en la zona del subproducto rastrero y, socialmente, peligroso.