Cine del bueno

Pone dedo en la llaga Bardem es de los grandes

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El actor español Javier Bardem toca el cielo con las manos. Si ustedes creían que Bardem es buen actor, aquí verán que puede ser extraordinario. Hablo de la película Biutiful (2010), dirigida por otro grande: el mexicano Alejandro González Iñárritu. Con este filme, Bardem se coloca a la altura de esos grandes actores dramáticos españoles que son Fernando Rey, Francisco Rabal y Javier Escrivá.

Biutiful trata el difícil tema de las llagas sociales y de los bolsones de miseria en las sociedades desarrolladas de hoy.

El filme podría haber derivado en cuestión panfletaria; si no sucede, a ello contribuye el rigor del señor Bardem con su personaje, por la manera intensa con que él se echa la película al hombro, bien dirigido por González Iñárritu.

La película es muy buena, no solo por la valentía con que explora temas de gran dureza social, eslabones de una misma cadena de injusticias, sino también por la autenticidad y sentido artístico con que asume la historia medular de Uxbal (Bardem), en una sociedad en franca descomposición humana. Pese a la hosquedad del tema, el largometraje mantiene un halo de esperanza gracias a su sensible y notable lirismo.

Del estudioso húngaro Georg Luckács, como paráfrasis sociocrítica, puedo decir que Biutiful es la historia de un sujeto degradado en un mundo degradado, que localiza el problema medular y provoca una ruptura con ese contexto, no importa con cuál corolario personal. En la película, Uxbal camina hacia la redención.

No hay duda, Uxbal es héroe trágico, propio del naturalismo literario, género presente en Biutiful, incluido su determinismo (la suerte está sellada). Uxbal “es padre de dos niños que, al sentir el peligro de la muerte, batalla contra una dura realidad y un destino que va en su contra para poder perdonar, perdonarse, por amor y para siempre” (dice el boletín de prensa).

Toda la profundidad humana que se desprende de este filme sería poca si no fuera por esa inquietante fotografía de Rodrigo Prieto, por ella y por la música encarnada de Gustavo Santaolalla. Son geniales estos dos hombres de cine, cada uno desde lo suyo y juntos. Tampoco puedo pasar por alto la gran actuación de Maricel Álvarez, como una mujer sin redención, víctima primera –como muchas mujeres– de un orden económico desigual.

Biutiful es una valiosa película alternativa, de arte, que hoy le compite espacios en las salas al cine industrial con piratas caribeños, cars, hombres equis, transformers y demás especímenes. Lo hace con clara desventaja publicitaria. Ojalá tengamos la inteligencia para separar la paja del trigo y hagamos –de Biutiful– una cinta por todos preferida.