Chinchilla empata a Pacheco en salida tempranera de ministros

Hubo ocho bajas en los primeros 15 meses de ambas administraciones

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Hubo inicios similares: a Laura Chinchilla se le fue la presidenta del Instituto de las Mujeres antes de empezar el cuatrienio y a Abel Pacheco le pasó lo mismo en el 2002 al dejar fuera a uno de sus vicepresidentes, Luis Fishman.

No se trataba de ministros, pero resultaron ser presagio de la inestabilidad del gabinete en sus gobiernos. Pacheco se despidió de ocho miembros de su equipo en los primeros 15 meses y, hasta ahora, Chinchilla también lleva ocho.

Ambos son los gobernantes recientes que más cambios enfrentaron en 15 meses de gestión. Se evidencia al comparar la estabilidad de los equipos de gobierno de José María Figueres (1994-1998), Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002), Abel Pacheco (2002-2006) y Óscar Arias (2006-2010) y Laura Chinchilla.

A esta altura de su mandato, Figueres se había despedido de cuatro ministros, Rodríguez se desprendió de cinco y Arias, de uno solo: Alfredo Volio, quien salió del gobierno a los 12 meses para coordinar el SÍ en el referendo sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC).

Estos gobiernos enfrentaron después más caídas de ministros, pero en etapas más avanzadas.

La ministra de Salud, María Luis Ávila, se despide esta semana de su cargo. Diferencias de criterio con Chinchilla motivaron su renuncia y se completaron los ocho cambios en el gabinete.

Relaciones Exteriores, Ambiente, Turismo, Seguridad, Presidencia, Ciencia y Tecnología, y Deportes son los otros siete sectores en los cuales se sustituyó al jerarca con que Chinchilla asumió el poder en mayo del 2010.

A esta altura del cuatrienio, Pacheco había reemplazado a su ministro del área social, al de Justicia, Planificación, Turismo, Hacienda, Presidencia, Educación y Ciencia y Tecnología.

También hubo salidas de presidentes de entidades autónomas, pero esas no se consideraron para este repaso. Solo se incluyó el Instituto de Turismo porque luego se convirtió en un cargo de ministro sin cartera.

Los estilos de Pacheco y Chinchilla revelan grandes diferencias, pero las circunstancias de sus gobiernos muestran coincidencias.

Él no temblaba para sacar la “tarjeta roja”, figura que él mismo citó cuando entregó la carta de destitución a José Miguel Villalobos, su ministro de Justicia, solo cinco meses después de asumir el poder.

Chinchilla es más de dejar que el tiempo pase y de sortear el conflicto. Confiesa que no le gusta pelear con nadie y lo ha demostrado. Ningún ministro se marchó con bronca, al menos públicamente.

Las similitudes se asoman en las circunstancias del gobierno. Pacheco se enfrentó con el liderazgo de Rafael Ángel Calderón Fournier en el PUSC, y Chinchilla tampoco ha tenido como aliado a Óscar Arias ni a su grupo en el Partido Liberación Nacional (PLN).

“Lo veo tan parecido, tan parecido, que diría que estamos con una fotografía”, dijo Ricardo Toledo, uno de los tres ministros de la Presidencia que tuvo Pacheco.

Chinchilla y Pacheco, ambos carentes de linaje político, con buena popularidad y llegados a la Presidencia sin añejas ambiciones, introdujeron en su gabinete algunas figuras ajenas al partido. Además, enfrentaron dificultades con diputados oficialistas.

“Son dos presidentes sin base política propia. Don Abel entró sin apoyo de su partido y doña Laura entró con un partido dividido. Ella rivaliza con una fuerza muy grande y eso resta liderazgo a la figura presidencial. Esa coincidencia entre ellos demuestra que el manejo del gabinete no es tanto una cuestión de estilo como de fondo”, comentó Constantino Urcuyo, politólogo, analista y exdiputado.

Para él, los cambios de ministros no suelen ser un mal síntoma, pero sí provocan siempre atrasos en las acciones del gobierno. Cada jerarca que llega incorpora equipo nuevo, una relación distinta con la entidad e ideas adicionales. Una prueba está por verse en Relaciones Exteriores, adonde llegará en setiembre Enrique Castillo en lugar de René Castro, nuevo en el Ministerio de Ambiente y Energía .

Como en los bolos. Entre todos los puestos del gabinete, el más inestable es el de ministro de la Presidencia. Como las piezas de un boliche, parece colocado con el objetivo de derribarse apenas sea posible.

Desde Figueres hasta la fecha, todos los gobiernos sustituyeron a su ministro de la Presidencia en los primeros 15 meses, salvo el de Óscar Arias, quien siempre confió en su hermano Rodrigo.

Incluso presidentes anteriores también reemplazaron al jerarca de la Presidencia en la primera mitad. Lo hizo Luis Alberto Monge (1982-1986) y Rafael Ángel Calderón (1990-1994). Solo se exceptúa el primer lapso de Arias, también con Rodrigo Arias como titular.

El ministro de la Presidencia es la cara más política del Gobierno. Es su vocero y enlace más importante con los partidos de oposición, con sectores y con el público.

El último caído fue Marco Vargas, quien no alcanzó a cumplir un año en el cargo con Chinchilla.

“Soy una persona de resultados. Y si no eran satisfactorios para mí, posiblemente menos para la presidenta. Llegó el momento en que me fue imposible sentarme con los diputados”, recordó Vargas, quien relativizó su caso: “En todos los gobiernos hay ese tipo de crisis”.

Luis Fishman, el vicepresidente “exiliado” de Pacheco, sí cree que los cambios son prueba de una mala escogencia, con el agravante de que es más difícil hallar buenos ministros avanzado el cuatrienio.