“Tanto nosotros como ustedes, los gobiernos locales, estamos llamados a hacer más de lo que nos corresponde, pero con muy poquitos recursos”.
De esta forma, la presidenta de la República, Laura Chinchilla, se dirigió ayer a los líderes municipales de todo el país en el cantón de Santa Cruz, Guanacaste.
Chinchilla llegó a celebrar el Día del Régimen Municipal con un fólder lleno de convenios para fortalecer al sector, en donde solo hacía falta una cosa: la ley de descentralización municipal por la que claman los municipalistas.
A las 10:15 a. m., la mandataria llegó al gimnasio municipal de Santa Cruz en medio del bochorno, avivado por una lluvia pasajera y el lleno total del lugar.
La presidenta aprovechó la ocasión para firmar la ley que permite el giro de $200 millones de un crédito con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para que los alcaldes de los 81 cantones lo usen en la reparación de caminos.
Estos recursos son los únicos asegurados en el pedregoso camino de la descentralización municipal, pues el Gobierno no tiene más dinero para cumplir con la ley de descentralización, que obliga al Gobierno a aprobar siete leyes, una por año, hasta que el 10% de los ingresos del Estado se dirijan a las municipalidades.
Melvin Villalobos, alcalde de San Isidro de Heredia, señaló que el dinero les sirve de gran ayuda a los municipios, pero “no cubre todo el paquete”.
“Siento que ya se habla del tema, pero hace falta dar ese paso final (la ley de descentralización). El temor es que las municipalidades no podamos invertir esos recursos y hacer más actividades, incluso, de la mano del Gobierno”, agregó Villalobos.
Chinchilla aprovechó su discurso para recordar a los representantes municipales la difícil situación fiscal del país.
Levantando la vista hasta el final del gimnasio, la presidenta hizo una pausa y, dirigiéndose a los alcaldes, dijo: “Ahora es cuando estamos llamados a estar más cerca para duplicar los recursos”.
A las 12:30 p. m., Chinchilla salió por una puerta lateral del gimnasio y se perdió en medio del bochorno, como la lluvia que cayó en la tierra santacruceña.