Carrera parlamentaria

Debemos asumir un compromiso consistente para mejorar la calidad de la política

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El asiento de los nuevos legisladores no acababa de calentarse, cuando una buena parte de ellos acometió en serio la iniciativa de intentar recetarse un jugoso aumento salarial. Por cierto, lo digo de una vez, los diputados de mi partido, el PAC, se opusieron ferviente y unánimemente a que se concretara semejante desaguisado.

Los yerros y “metidas de pata” no acaban allí, más recientemente la prensa consignó también que “15 congresistas de las bancadas del Partido Liberación Nacional, Movimiento Libertario y del Partido Accesibilidad sin Exclusión, se valieron del derecho a contratar discrecionalmente su equipo de asesores de confianza (') para colocar a familiares” (La Nación, 28/06/10).

Hay en todos estos desaciertos una combinación de obscenidad política y ausencia de moral, imprudencia, y hasta mal tino, puesto que ha mediado un erróneo cálculo hecho por algunos al suponer que la opinión pública se aguantaría el brinco ante la bochornosa actuación de un sector de la dirigencia política. No fue así, pocas veces había visto a la ciudadanía reaccionar de manera tan airada, casi a una sola voz, contra la mala actuación de buena parte de los legisladores, sin importar por cuál partido político acababan de votar hace apenas unos meses atrás.

¿Qué hacer? ¿Pasamos ya la página y vamos a otro asunto? ¿Nos damos por satisfechos ante tanta manifestación de repudio? ¿Servirá de algo este repudio de la opinión pública para impedir que proliferen estas conductas, muchas de las cuales se repiten un cuatrienio tras otro? ¿Hay partidos políticos que ejercen control sobre sus diputados para evitar este tipo de errores y vicios? ¿Si los hay, cuáles son? ¿Tiene importancia el control? ¿Hay de por medio una falta de idoneidad de los legisladores?

Una manera de encarar el problema es verlo como una cuestión coyuntural y que por lo tanto se relaciona con el inicio de cada legislatura. Algo puede haber al respecto; pero no todo, pues gazapos se siguen cometiendo a lo largo del cuatrienio. Se puede enfrentar el tema como un asunto que concierne al desgaste de ciertos partidos políticos y a su falta de compromiso con la ciudadanía. Hay mucho de esto, pero si esta fuera la única causa explicativa, estaríamos encerrados en un círculo vicioso, es decir sin salida.

Compromiso con la democracia. Cualquiera que sea la explicación que adoptemos, debemos asumir un compromiso consistente para mejorar la calidad de la política, o mejor dicho de la democracia. Esto se logra en gran parte, mejorando la calidad de los políticos. Si sugiero introducir la carrera parlamentaria, para buscar que haya gente profesionalmente dedicada a la tarea de legislar en lugar de improvisados, es factible que mucha gente reaccione en contra pensado que ello redundaría en una eternización de tanto político mediocre y sin escrúpulos que llega al parlamento. Pienso que ese riesgo, sin duda posible, se evita en parte adoptando dos cambios en forma concomitante, a saber: 1- Elección individual de una parte de los legisladores, conservando las listas en la elección de la otra parte; esto último, con el fin de mantener la oportunidad de acceso al parlamento para las minorías. 2- Acentuar el control sobre los gastos de campaña de los candidatos a diputado, para impedir o aminorar el riesgo de que “las billeteras” sigan nombrando diputados.

De este modo tendremos legisladores electos en forma individual que tendrán que rendir permanentemente cuentas a sus electores por sus actuaciones; si no llegan a satisfacer las expectativas depositadas en ellos o en ellas, los ciudadanos no los reelegirán. El sistema de elección actual, permite el retorno del legislador en períodos alternos; pero al formar parte de una lista, impide que el ciudadano le castigue o le premie según su desempeño.

Continuar con el sistema de listas, como estamos hoy, favorece el acceso de gente mediocre; por otra parte, la reelección en períodos alternos no ha impedido que selectas minorías se hayan apoderado del parlamento y en la práctica esto no ha garantizado el predominio de los mejores.