Capturas en tiempo y alma

Abanico de fotos La Galería Nacional da clic a la muestra de 46 fotografías de la academia Photogrart

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Pasarse el día encuadrando es una manera peculiar de percibir la vida. El ojo se acostumbra a la regla de tercios, a los puntos áureos y a la profundidad de campo. El apasionante sonido del diafragma al desplegarse es una melodía que acompaña al fotógrafo en su aventura.

La sala IX de la Galería Nacional acoge Abanico de imágenes, la quinta exposición anual de los estudiantes de la academia de fotografía Photogrart. Los profesores de la academia seleccionaron 46 fotos para premiar el talento creativo de los incipientes artistas.

El conjunto de fotografías, en formato mediano, no comparte un tema específico. “El propósito fue dar rienda suelta a la imaginación y la creatividad de los estudiantes para que presentaran sus propias propuestas”, afirma Luis Barboza, profesor y exalumno de Photogrart.

Esta vez, un grupo de fotógrafos se organizó para proponer el tema de los pecados capitales. Así, la gula, la envidia, la lujuria, la avaricia y la ira toman una de las blancas paredes de la galería, dentro del Museo de los Niños.

“Solamente cinco de los siete pecados se ganaron un lugar en la muestra; faltan la soberbia y la pereza, a la que, tal vez por ociosa, no le dieron ganas de participar”, añade Barboza a modo de broma.

Revelación inicial. Los vivos colores de la naturaleza y los paisajes se funden con la sobriedad y la elegancia de los retratos en blanco y negro, suscitando emociones muy distintas en el espectador.

La academia Photogrart abrió sus puertas hace más de seis años para favorecer la cultura fotográfica. Roberto García Hidalgo, su fundador, es psicólogo, músico y director coral. La inquietud por la fotografía siempre estuvo presente en sus venas. De él se han publicado fotos en la revista National Geogra-phic y ha expuesto en Nueva York.

En el 2005, junto a tres estudiantes, García fundó Photogrart. A la fecha, la academia tiene cinco profesores, y por las aulas de esta escuela han pasado más de 500 alumnos. Además de sentar las bases de su arte, allí se imparten cursos de fotografía digital intermedia, retrato y técnicas de edición.

Historias de un lente. Cada una de las cámaras de los fotógrafos expositores puede contar mil sueños. Músicos, ingenieros, administradores y comunicadores han visto una vía de escape en el arte de hacer clic.

Halina Molina es filóloga y periodista; sin embargo, descubrió que la fotografía es su adoración: “Como todas las cosas bellas y apasionantes, llegó a mis manos una cámara fotográfica, y en un momento inesperado. Desde ese instante no he dejado de tomar fotos”.

El ingeniero informático Geoffer López disfruta del arte desde hace más de ocho años: es cantante coral. No obstante, cuando habla de cámaras, lentes y resoluciones, el brillo de sus ojos refleja su desvelo por el arte de la captura.

“Hay que ser muy paciente. Yo pasé muchas horas ajustando el lente macro para conseguir una foto. Cuando la conseguí, supe que tenía madera de fotógrafo”, cuenta López.

Aunque la experiencia de algunos expositores es poca en materia de fotografía técnica, la curiosidad y los ánimos por aprender mantienen sus ilusiones intactas.

“Yo comencé sacando fotos con mi celular y me di cuenta de que realmente me gustaba hacerlo. Me decían que mis fotos eran buenas. Más adelante me compré una cámara y empecé a estudiar”, relata Jason Jiménez, analista de software. Estudia fotografía desde hace siete meses.

Gran parte de las fotos que componen la muestra anual se captura durante las giras y las prácticas que realizan los alumnos de Photogrart a volcanes, fincas y parques nacionales, a lo largo del año.

“Se aprovecha mucho el tiempo y se aplican los conocimientos. Se han hecho giras a lugares como Monteverde y Villa Blanca. Allí es donde uno se reta a usar todo lo aprendido”, cuenta José Pablo Masís.

Lorena Barrantes es profesora de secundaria y se cataloga como una “música frustrada”. Durante años buscó su vocación, escaló por las ramas del arte para encontrar aquello que hiciera sonreír a su corazón: “Es increíble compartir la esencia de una imagen con otros. Es gratificante acostarse feliz en la noche por lo que uno hizo durante el día”, comenta.

Encuadres de un mundo propio. Arte es expresar una visión personal y desinteresada que interpreta lo real. Los alumnos ponen un sello peculiar en cada encuadre; enfocan y desenfocan la realidad a su gusto.

Una vez que se entra en el mundo de la fotografía, no hay forma de parar. “Comenzás a sacar fotos mentales todo el tiempo, aunque no tengas la cámara a mano. Es una manía divertida de los fotógrafos”, comenta Halina Molina.

Ella expone El camino: una fotografía en blanco y negro tomada en un bosque de Llano Grande de Cartago. Muestra a una pareja con un bebé “en camino”, en lo que precisamente la artista denomina “el camino de la vida”. Halina agrega que el propósito de su imagen es transmitir la felicidad de la pareja y transportar al espectador a ese lugar maravilloso.

Los colores vivos también se hacen presentes y resaltan los elementos naturales. El valor del agua, de José Pablo Masís, utiliza el lente macro para captar los más pequeños detalles de un escarabajo que reposa en el agua. Se tomó en Villa Blanca en una madrugada y pretende resaltar el valor de este líquido vital y el de las pequeñas especies.

El surrealismo también es parte de las fotografías. Jason Jiménez tomó más de cien fotografías antes de lograr Congelamiento. En la imagen vemos que una fresa cae dentro de una copa de cristal, y que gotas de agua saltan como en cámara lenta. Jiménez utilizó un lente macro y captó el detalle de las gotas con ayuda de un flash externo.

Según Lorena Barrantes, su foto Silver Beach tiene “un aire macabro” que contrasta con la luz proveniente del Sol en la playa de Esterillos. El mensaje maternal que la foto da es muy fuerte, y la fusión del blanco con el negro transporta al espectador.

El encuadre de la vida de 46 personas ha cambiado drásticamente. El espectador puede encontrar un mundo visto a través 46 ópticas distintas en las paredes de la Galería Nacional.