Canciones à la carte

Para enamorar, desahogar el despecho o creerse una estrella de rock . HAY CANCIONES PARA TODOS LOS GUSTOS... y disgustos. ¡No importa! Eso sí, cuando cante, hágalo con ganas.

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En la música, hay para todos los gustos, pero también hay para todas las ocasiones.

‘Chamacos’:

Durante la infancia, uno aprende un montón de canciones a las cuales ni les presta mucha atención. Años después, uno analiza el contenido: unas incitan a los choferes a manejar rápido; con otras, se busca una mujer que “sepa coser y jugar” para casarse con ella, y otras, incluso, hablan sobre “un calzón de cuero”. Nada qué envidiarle a las de Lady Gaga.

La decembrina:

Las canciones que nunca “se queman”, todo el mundo se las sabe y nunca pueden faltar en los días de fin de año. Desde la que desea una “feliz Navidad y un Merry Christmas” muy bilingues, hasta la “Navidad sin ti”, pasando por el gran enigma de los “Peces en el río”. Finalmente, esta el tema que agradece al año viejo por la “yegua” , la “burra” y la “suegra”.

Del momento / moda:

Esta canción se comienza a popularizar en los fines de año pero alcanza su verdadero estatus en las fiestas de Palmares. Básicamente, es “lo que pega” en la radio y todo el mundo anda cantando o bailando. Salvo contadas excepciones, se trata de canciones que, años después, hasta nos provocan un poco de verguenza. Pero todos bailamos la Macarena y Pechito con pechito, vivimos La vida loca y le dimos a La gasolina .

El secreto:

Existe la canción “de secreto”, esa que nos encanta aunque no nos la sepamos entera. Eso sí: jamás vamos a admitir que nos gusta. Aquí se incluye el caso del metalero al que le gusta alguna de Luis Miguel, del padre que escucha AC/DC, y del surfo que canta rancheras. Es la canción que a uno lo agarran cantando cuando está solo, o si un amigo se la descubre en el iPod, uno se apresura a responder que “alguien más se la puso ahí”.

‘Mi canción’:

Todos tenemos una canción que nos sabemos de corazón y, además, estamos convencidos de que la cantamos igual o hasta mejor que su cantante original. Es la canción que uno siempre pide en los karaokes , y cuanto más borracho esté uno, con más “pasión” la canta. Es el tema con el que uno “se luce” y revela su cantante frustrado. Es tal la “apropiación” sobre dicha canción, que uno se molesta si alguien más empieza a cantarla.

Novios:

Todas las parejas tienen su himno al amor. Una pieza que describa lo mucho que se quieren y que simbolice su amor. La canción tiene valor sentimental: puede ser la que sonaba cuando se dieron el primer beso, en la primera cita, o la que le dedicó él a ella. Por lo general, al hombre siempre se le olvida de cuál es y la novia se lo tiene que estar recordando. Claro, llega el día en que “quiebran” y jamás se vuelve a olvidar.

Despecho:

Todos esos a quienes les han roto el corazón saben cuál canción es esa. Es aquella cuya letra describe exactamente lo que uno está sintiendo en ese momento. Al oírla, es fuerte la tentación de pensar que se escribió especialmente para uno. Apenas uno la oye, ya empieza a sentirse mal, pero hay que permitirse ese instante de masoquismo que algunos incluso “disfrutan”.

Fiesta:

Así como los boxeadores tienen una canción para entrar al ring, cada quien tiene una canción para irse de fiesta. Es la pieza que uno pone a todo volumen cuando sale del baño y se está alistando, la que canta frente al espejo sosteniendo el peine como micrófono, y la que parece anunciarle que será una noche espectacular. Si uno la oye de camino, piensa que se trata de una buena “señal”, y si la ponen durante la fiesta, pues todavía mejor. Si no la ponen, igual va ir usted de sapo a pedírsela al Dj.

No siempre se sabe uno la canción entera, pero igual la canta solo en la ducha o junto a miles en un estadio.

No importa cuál sea la pieza que esté cantando, lo importante es hacerlo con ganas, como todo en la vida.