Breve reseña de la Página Quince

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Esta sección de comentarios fue fundada en 1968 por el director a la sazón, don Guido Fernández, un gran intelectual, de amplia cultura y refinada sensibilidad; sin duda, uno de los mejores directores que ha tenido el periódico La Nación. Él nos llamó a don Constantino Láscaris, a Roberto Murillo y a mí para colaborar en su proyecto.

La idea de don Guido al crear esta página, según nos explicó en una reunión que tuvimos en la Universidad de Costa Rica, es que el periódico tuviese una sección cultural, de ensayos de formación y no exclusivamente de información periodística.

Hubo desde el principio otros colaboradores, entre ellos don Christian Rodríguez, don José Marín Cañas (ensayista y novelista de gran fluidez y amenidad).

Con la dignidad y elegancia intelectuales que caracterizaban a don Guido, nos comentó que no era una idea original, pues todos los periódicos importantes la tenían. En efecto, el ABC de Madrid, Le Monde , el New York Times y otros de gran renombre universal han tenido siempre secciones de alta calidad literaria, humanística y científica, que suponen una orientación diferente a la periodística a secas.

El director nos advertía que el estilo debía ser ágil, de rápido desarrollo, sin excesivas complicaciones, pues el lector de periódico es un ciudadano culto pero muy ocupado, que con el periódico en las manos tiende a hojearlo (pasar las hojas) y a ojearlo (pasar los ojos, mirar) los títulos y lo más llamativo de las imágenes que aparezcan. Es una actitud extraversiva, de avidez de novedades, de breve entretenimiento, en que no tenga que aplicarse a fondo con su capacidad de reflexión. El género literario del periodismo cultural parece fácil, pero está muy lejos de serlo, pues es un híbrido de formación cultural, información histórica y de actualidad, breve, amena y de rápida comprensión.

Desde el inicio se pensó que era una sección de lujo por cuanto no era leída sino por una escasa minoría, selecta por su cultura y su afición intelectual.

Los perídicos no solo son un testimonio del nivel cultural a que ha llegado un pueblo sino un espejo, claro y profundo, de la mentalidad de la sociedad en sí. El tipo de prosa, el buen uso del idioma, el vocabulario usual preferido, las ideas profundas o tópicas (y típicas) son una confesión colectiva y un buen índice de la situación y de la mentalidad vigente.

A veces nos preguntamos por qué una página cultural de un periódico tiene, necesariamente, que ser periodística. ¿Deben tener prioridad los temas periodísticos? Respuesta inmediata: sí, es página de un periódico, no lo olvide. Esto engendra otra pregunta: ¿se vende menos el periódico con lo puramente cultural de una página que de todas maneras es poco leída? No conozco la respuesta; pero pienso que los periódicos poderosos, serios y consolidados –y La Nación tiene esa condición– no temen a esa eventualidad de la mayor o menor difusión mientras mantengan la seriedad y la objetividad en todas sus páginas: comunicaciones y verdad. La Nación cumple con esto.

En un tratado mío que acaba de publicar la Editorial Guayacán sobre el Origen del conocimiento y del lenguaje trato a fondo, sistemáticamente, estos temas, entre otros, y quizá podrá interesar a mis lectores de esta página, los cuales son “muchos y muy buenos”, según me dijo don Guido Fernández en una ocasión; espero que esto siga siendo así.

En el momento presente, la Página Quince, con esta denominación y con el estilo que se le imprimió en su origen, da una leve impresión de evanescencia y de tendencia a su disolución en el amplio campo de los ensayos de opinión.

Si esto ocurriera, quizá solo lo lamentaríamos unos pocos que hemos escrito en ella desde su fundación.