Blanca Medrano, de 32 años, tiene una pulpería en su casa en el precario “Triángulo de la Solidaridad” en Tibás. Los dos metros de frente del local exponen mucha mercadería detrás de una reja plateada .
El pequeño local lo montó improvisadamente en la entrada hace tres años, frente a la polvorosa carretera que atraviesa el caserío en el que vive hace 12, porque, al quedar embarazada de su segunda hija, la despidieron.
“Tenía que hacer algo para generar platica”, dice Medrano, quien se negó a ser fotografiada, y dejó el asunto de las imágenes a sus dos hijas, a su conviviente, Enrique Espinoza (peón de construcción).
El negocio es muy sencillo, pero le ha dejado dinero para más que comer. Como otros vecinos, tiene piso de cerámica y dos refrigeradoras, elementos cada vez más frecuentes entre los hogares más pobres.
Cuenta con inventario suficiente para varios días, y al fondo de la estrechísima propiedad, donde tácitamente uno se entera de que la tienda se convirtió en la zona de entretenimiento del hogar, tiene un televisor de plasma frente a un sillón.
La Encuesta Nacional de Hogares del 2012 revela que aproximadamente el 10% de las familias más pobres cuenta con pantallas plasma o LCD.
El aparato reposa sobre un mueble que también sostiene un equipo de sonido con apariencia de potente.
¿Cómo invirtió en esos bienes? “Uno compra cosas a poquitos, a pagos, le mete a la casita para que se vea más linda”, cuenta Blanca.
En su televisión aparecen imágenes nítidas de caricaturas que veían las hijas antes de que este periodista y el fotógrafo las interrumpieran.
El origen de la señal es un satélite. Ella es parte del 20% de hogares pobres que recibe el servicio de televisión pagada. En su caso, específicamente, tiene un contrato de 18 meses con Sky.