Belleza al instante

Polaroid gigante Diez fotógrafos españoles usaron la cámara instantánea de gran tamaño para explorar el formato

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El Centro Cultural de España rebosa con imágenes de instantes cargados de simbolismo y candidez. Treinta fotografías tomadas hace 20 años amplían piedras minúsculas, sonrisas de timidez y ensoñaciones de diez reconocidos fotógrafos de España.

En 1992, el fallecido director del Centro Andaluz de Fotografía, Manuel Falces, convocó a nueve colegas para probar un improbable aparato del que solo se fabricaron cinco ejemplares: una cámara de Polaroid gigante. Hoy, sus imágenes se exhiben en 50x60 Polaroid Gigante , en este centro cultural localizado en barrio Escalante.

Historia al instante. La historia de la fotografía ha conocido pocas revoluciones como la producida por las cámaras Polaroid.

El inventor Edwin Land, cofundador de la corporación Polaroid, presentó en 1947 la primera cámara con revelación instantánea que disfrutó de amplia distribución comercial. Como se comentaba entonces, de pronto todos se convertían en fotógrafos: el usuario presionaba el botón y en unos minutos tenía en sus manos la imagen capturada.

Pablo Juliá, director del CAF, comenta en el texto que acompaña la exposición que “La polaroid ha significado el acceso sencillo sin la prepotencia de los tecnicismos o del maquinismo, permitiendo que cada cual elija su objeto fotográfico sin cortapisas, lo construya desde su propio imaginario y, lo más importante, que lo haga al instante”.

La verdadera fiebre por la fotografía instantánea vino con el modelo SX-70, que en lo setenta vendió más de 700.000 unidades. Con él, se disparaba el obturador y se imprimía en el famoso cuadrado de papel blanco que, al agitarse, revelaba la fotografía en segundos.

Fue en 1976 cuando apareció la curiosa máquina Polaroid gigante. Se fabricaron pocas (menos de una decena) porque los centros de distribución de la empresa las ponían a disposición, en alquiler, para los interesados en probarla.

Esta máquina de gran tamaño (ver infografía) se apreciaba por la calidad de sus imágenes: al ser la impresión del mismo tamaño que el negativo, no había ampliación óptica, de modo que se conservaba la calidad. Las impresiones salían en apenas 75 segundos.

Agrandar la imaginación. En 1992, solo quedaba una Polaroid gigante en Europa. El otrora técnico de la empresa, Jan Hnizdo, la conservaba en su estudio en Praga. Tan pesada era la máquina, que requería de la colaboración de un técnico para que el fotógrafo pudiera obtener sus impresiones.

El Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) colaboró con Hnizdo en diciembre de 1992 y en noviembre de 1994 para que les alquilaran el equipo. Los diez fotógrafos, interesados en las inusitadas posibilidades del costoso aparato, se dispusieron a atacar sus objetivos con singular cuidado. Cada uno tenía la oportunidad de tomar 25 fotografías, de las cuales debían donar menos de 12 al centro.

Falces procuró elegir artistas cuyas visiones fueran disímiles, de modo que confluyeran en las grandes piezas temáticas tan variadas como llamativas para demostrar la riqueza en el manejo técnico y estético que permitía la Polaroid. En 1992, participaron Toni Catany y Ouka Leele, así como Ceferino López, Ricardo Martín, Josep Vicent Monzó, Krzystof Pruszkowski y el mismo Manuel Falces. En esa ocasión, convirtieron el naciente Teatro Auditorio de Almería en un campo de juegos para su creatividad excitada por el artefacto, como relata Juan Carlos Asián del Barco, del CAF.

“Un escenario con unas dimensiones de 20 x 20 metros quedó, durante una semana, convertido en un plató fotográfico sorprendente y original, donde los fotógrafos dieron rienda suelta a su imaginación”, comenta Asián.

Dos años más tarde, se repitió el experimento, esta vez en un salón de la biblioteca pública Francisco Villaespesa en Almería. Fueron Roberto Chicharro, Manuel Vilariño, Mónica Lleó, Juan Manuel Castro, Rafael Roa y el Premio Nacional del 2000, Chema Madoz, quienes tuvieron la oportunidad de revelar los instantes agrandados.

En total, quedaron en posesión del CAF 146 fotografías, de las cuales se seleccionaron las 30 que han viajado por China, Brasil, El Salvador, Uruguay, Honduras, Venezuela y Perú con ayuda de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Lenguajes propios. Al recorrer la galería de 50x60 Polaroid Gigante, sorprende la contraposición de imágenes tan dispares. Se exponen tres fotografías por cada autor, cada una firmada con su estilo distintivo y concentradas en objetos y personajes específicos.

Las irónicas fotografías de Chema Madoz, por ejemplo, beben de un solapado lenguaje publicitario que la broma desmiente: un cuchillo destroza un tenedor, un lápiz de labios se corona con una uña y lentes se convierten en un corbatín.

Manuel Vilariño exhibe una colección de animales en la horca llamada Aforcados . Aves y roedores penden, silenciosos, sobre herramientas y una estampa religiosa. Juan Manuel Castro se concentra en desnudos femeninos, perdidos en la cálida luz del estudio improvisado. Es Ricardo Martín quien más se aproxima al recuerdo de la Polaroid tradicional: la cámara más cómoda para tomar fotos de la familia. Su Niño de Almegijar sonríe gracioso, como sorprendido en el momento, como hace Montse Puerta Sáez acompañada de su burro.

Toni Catany yuxtapone objetos decorativos contra el fondo del fresco que adorna una iglesia. Desde una de sus piezas sin título, una figura del Divino Niño Jesús quebrada contempla la variedad y la riqueza de los experimentos congelados en el tiempo por los compañeros fotógrafos, hace ya veinte años.

La colección 50x60 Polaroid Gigante estará abierta al público hasta el 31 de julio.