Bárbaros y diversidad: oportunidad para crecer

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Muchos conductores de entidades de acción, cuando deben retirarse buscan a su sucesor, con la secreta aspiración de que aparezca un clon de sí mismos. Nos alegramos cuando encontramos personas que comparten nuestros valores, nuestros gustos, o con los cuales tenemos recuerdos comunes.

¿Por qué valoramos tanto que otros sean como nosotros? ¿Por qué en novelas y películas se valora tanto la aparición de un alma gemela?

El nombre de “bárbaros” se le dio a los invasores del Imperio Romano, utilizando un término onomatopéyico creado por los griegos, para aplicarlo a aquellos cuyo lenguaje no entendían. Más o menos como hacemos ahora cuando no entendemos algo y señalamos despectivamente que quienes lo dicen, están en un puro “bla bla bla”.

Nuestra manera de comportarnos es un producto complejo que se ha venido consolidando a lo largo del tiempo. Generalmente estamos satisfechos con esa manera de ser. Nos resulta cómoda. Nos brinda una sensación de armonía y equilibrio.

Posiblemente por eso, entrar en contacto con quienes creen o se comportan de manera diferente, nos plantea una disonancia y de una cierta manera nos hace sentir amenazados: si consideramos que nuestra manera de comportarnos es la correcta, ver a otros comportándose de otra manera nos cuestiona, nos desconfirma.

La diversidad de enfoques, creencias, ideales, ilusiones, comportamientos, es fecunda. Plantea tensiones. Ofrece opciones a nuestra consideración. Perturba nuestro confort. Nos moviliza. Nos reta. Ante ella, tenemos dos opciones: o rechazar lo diferente porque no calza con lo que consideramos “correcto”, o explorar la posibilidad de ir enriqueciendo nuestra forma de comportarnos con esos elementos nuevos.

Esto último demanda tolerancia y una cierta dosis de valentía. La valentía de explorar. De recorrer caminos nuevos. De caminar de manera diferente.

Cómo adoptar lo nuevo sin echar por la borda lo viejo. Cómo modificarnos sin dejar de ser lo que somos. Cómo conciliar cambio y permanencia.

Cómo ser conservadores en unas cosas y revolucionarios en otras cosas. Esas son las dicotomías que hay que resolver para crecer.