Bain, Barack y empleos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Paul Krugman es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía del 2008.

El reponerse de la recesión ha sido un proceso tan lento para los Estados Unidos, que en la mayor parte no semeja del todo una recuperación, en especial en lo que a empleos se refiere.

Por esta razón, en un mundo mejor, el presidente Barack Obama se enfrentaría a un retador que ofrezca una crítica seria a sus políticas para crear empleo y que proponga una alternativa seria.

En vez de eso, es casi seguro que enfrente a Mitt Romney.

Romney afirma que Obama ha sido un destructor de empleos, mientras que él fue un empresario creador de empleo.

Por ejemplo, dijo a la cadena Fox News: “Este es un presidente que perdió más empleos durante su permanencia en el cargo que cualquier otro desde Hoover. Se trata de dos millones de empleos que perdió como presidente”, indicó.

Agregó sobre su tiempo en la firma privada de valores Bain Capital: “Me siento feliz de mi vida anterior: ayudamos a crear más de 100.000 empleos nuevos”.

Pero sus afirmaciones acerca del historial de Obama rayan en la deshonestidad y sus afirmaciones respecto a su propio historial rebasan en mucho ese límite.

Contradicciones. Empecemos con el historial de Obama. Es cierto que 1,9 millones de estadounidenses menos tienen empleos ahora que cuando Obama asumió la presidencia.

Pero el Presidente heredó una economía en caída libre y no se le puede responsabilizar por las pérdidas de empleos durante sus primeros meses, antes de que cualquiera de sus políticas hubiera tenido tiempo para hacer efecto.

Entonces, ¿cuánta de esa pérdida de empleos de Obama tuvo lugar, digamos, en la primera mitad del 2009?

La respuesta es: más que el total. La economía perdió 3,1 millones de empleos entre enero y junio del 2009 y desde entonces ha ganado 1,2 millones de empleos.

Eso no es suficiente, pero no se parece en nada a la imagen de destrucción de empleo que retrata el republicano Romney.

A propósito, siempre las afirmaciones de aumento de empleo de la administración anterior no empezaron el día de la toma de posesión sino de agosto del 2003, cuando el empleo llegó a su punto más bajo en la era Bush.

De acuerdo con ese parámetro, Obama podría decir que ha creado 2,5 millones de empleos desde febrero del 2010.

Por lo tanto las afirmaciones de Romney respecto al historial de empleo de Obama no son literalmente falsas, pero si son profundamente engañosas.

Aun así, la diversión verdadera empieza cuando analizamos lo que Romney dice acerca de él mismo. ¿De dónde viene esa afirmación de la creación de 100.000 empleos?

Bueno, Glenn Kessler del diario The Washington Post recibió una respuesta del equipo de campaña de Romney: Es la suma de aumentos de empleo en tres compañías que Romney “ayudó a fundar o a crecer”: Staples, The Sports Authority y Domino’s.

Kessler destacó de inmediato dos problemas de este recuente. Está “basado en cifras de empleo actual, no del periodo cuando Romney trabajaba en Bain” y “no incluye pérdidas de empleo de otras compañías en las que Bain Capital estaba involucrada”.

Cualquiera de los dos problemas, a solas, torna toda la afirmación en un sinsentido.

Desglose. Sobre el punto de utilizar el empleo actual analicemos a Staples, que ahora tiene más del doble de tiendas que allá en 1999, cuando Romney salió de Bain. ¿Puede él atribuirse todo lo bueno que le ha sucedido a la compañía en los últimos 12 años? En particular, ¿puede él acreditarse el exitoso cambio que hizo la compañía de enfocarse en el precio a enfocarse en el servicio al cliente (“That was easy”, traducido “Fue fácil”) que tuvo lugar mucho tiempo después de que él había dejado el mundo empresarial?

Después viene la parte de ver solo las empresas conectadas con Bain que aumentaron el empleo, pasando por alto las que redujeron sus fuerzas laborales o las que dejaron de funcionar.

Bueno, si lo positivo cuenta pero lo negativo no, el que se pasa el día jugando en una máquina tragamonedas ¡sale muy bien librado!

De todas formas, no tiene sentido ver los cambios en la fuerza laboral de la empresa de uno y decir que esto mide la creación de empleo para Estados Unidos como un todo.

Supongamos, por ejemplo, que su cadena de tiendas de suministros para oficinas gana participación de mercado a expensas de sus rivales.

Usted emplea a más gente, pero sus rivales a menos. ¿Cuál es el efecto general sobre el empleo en los Estados Unidos? Una cosa segura: es mucho menos del número de trabajadores que su compañía agregó.

Mejor todavía, supongamos que usted se expande en parte no por derrotar a sus competidores sino comprando las compañías de ellos. Ahora los empleados de ellos son suyos. ¿Ha creado usted empleos?

El punto es que las afirmaciones de Romney respecto a ser creador de empleos no tendrían sentido ni siquiera si él fuera honesto respecto a las cifras, lo que no hace.

En este punto, algunos lectores pueden preguntar si no es igualmente erróneo decir que Romney destruyó empleos. Sí, lo es. La queja real por Romney y sus colegas no es que destruyeron empleos sino que destruyeron buenos empleos.

Cuando la calma retornó después de que las compañías que Bain reestructuró hicieron recortes en la planilla –o, como sucedió con demasiada frecuencia, quebraron– el empleo estadounidense total probablemente era el mismo que de todas formas hubiera sido.

Pero los empleos que se perdieron pagaban más y tenían mejores beneficios que los empleos que los reemplazaron.

Romney y sus similares no destruyeron empleos, pero sí se enriquecieron al tiempo que ayudaban a destruir a la clase media estadounidense.Y esa realidad es, por supuesto, la que buscan oscurecer todos los disparates y la desorientación respecto a empresarios creadores de empleo y demócratas destructores de empleo.

Traducción de Gerardo Chaves para La Nación