Asombro fue la norma con georgianos

Regreso El Ballet Nacional de Georgia volvió para demostrar por qué son únicos en estilo, y el público aplaudió a placer

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En las butacas del segundo piso del Teatro Melico Salazar, dos señoras no querían ni parpadear para no perderse ninguno de los giros a gran velocidad y saltos acrobáticos de los bailarines del Ballet Nacional de Georgia.

La cara de asombro que dejó a esas damas boquiabiertas, fue un fiel reflejo de lo que le ocurrió a la gran mayoría de espectadores, que acudieron a la función del sábado de estos artistas, que solo supieron recolectar aplausos tras aplausos, a lo largo de casi 120 minutos.

Qué más decir de ellos en acción, cuando parece que ya agotaron todos los adjetivos calificativos. Sí, son asombrosos; es cierto, no parece que bailan sino que vuelan sobre las tablas y, en efecto, al menos una vez en la vida habría que verlos.

Precisión es la palabra idónea para resumir lo que vieron en el escenario, los cientos de costarricenses que asistieron a la segunda visita de este grupo folclórico al país. Desde el momento en que pusieron un pie en el escenario, dejaron ver lo bien coordinados que están al bailar.

Coreografías poseedoras de una exactitud milimétrica, que era un verdadero espectáculo para el ojo el solo verlos desplazarse.

Estos 21 bailarines y siete bailarinas ocuparon todo el escenario con su coreografía Partsa, una danza que se desarrolla en círculos y muchos movimientos.

Los ojos de los espectadores no se despegaban del escenario; era tentador para el iris recibir toda esa energía y movimiento, sincronía casi tan perfecta, que con solo una fracción de segundo de retraso de alguno de los bailarines, lo hacía ver como si viniera años luz tarde en su parte del baile.

Al sonar de la flauta, los acordeones y el retumbo del tambor, los bailarines llevaban sus cuerpos de un lado a otro, en ocasiones brincando unos sobre otros, en otras agarrados de las manos.

Pero también hay momentos de pausa, de solemnidad. La danza Kartuli es un buen ejemplo; en esta, una pareja es la protagonista. Ella se desplaza sobre el escenario con gracia, sutileza y como si flotara: él la escolta, camina a su lado con respeto y nunca la llega a rozar.

Mucha energía. Un par de minutos era el tiempo suficiente para cada coreografía. Alcanzaba para que los artistas generaran en el público comentarios de admiración extrema.

El espectáculo avanza a un ritmo marcado por los músicos, que evita que se sientan pausas entre una y otra danza.

En el arte de estos artistas del Cáucaso hay momentos solo para los hombres y otros para las mujeres. En Samani las mujeres toman el protagonismo, con su delicadeza y los bellos vestuarios representan a las mujeres guerreras.

No obstante, y basados en la reacción de la audiencia, eran los bailes de los hombres los que mayor deslumbramiento provocaban. Por eso, al llegar el turno de Khevsuruli, un baile que se realiza con espadas y escudos, el encanto del público fue total.

Aunque se trataba de una danza, la lucha simulada era intensa. Las espadas que empleaban no tenían nada de utilería (eran reales) y en el escenario del Melico las chispas por el contacto del metal abundó por largo rato.

Además, y como para hacer lo que ya parecía complejo, estos georgianos seguían derrochando talento al realizar algunas de las peleas de rodillas; como si ya esto no fuera complejo, iban girando mientras lo hacían. El aplauso, al final de esta parte, fue intenso.

Despedida. La cantidad de vestuario que emplean es enorme; los cambios son constantes entre coreografías, lo que añadió mayor atractivo a la noche.

La segunda parte de la presentación del grupo folclórico logró generar el mismo interés que durante la primera hora. Las partes que mayor cantidad de aplausos provocaron en el público, de nuevo tuvieron las armas y la destreza de los hombres como protagonistas.

Khandjluri y Shejibri, son danzas donde el espíritu guerrero, las dagas, los cuchillos volando por el aire y los saltos acrobáticos fueron la mezcla idónea para reafirmar el dominio de la velocidad, la fuerza en las piernas y la elasticidad de estos artistas.

A las 9:56 p. m., el público intensifico los aplausos para despedir a estos artistas, amos de la precisión.