Aquel primer viaje a la playa

El día que conocimos el mar (III parte)

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“Un paseo inolvidable”

“Corría el año de 1970, cuando mi tío Juan nos llevó a Puntarenas en su inseparable Land Rover color verde. Salimos de madrugada, ilusionados por conocer el mar. Pero la aguafiestas de mi hermana Maritza no dejó de llorar casi desde que salimos de Tres Ríos hasta que regresamos, por un fuerte dolor de muela. Cuatro décadas después de ese paseo, con lágrimas en mi rostro y un fuerte aplauso, este lunes santo en su funeral, agradecí a mi tío, el padre Juan Bautista Quirós Rodríguez, ese y muchos gestos de amor que tuvo hacia nosotros. Ese fue un viaje inolvidable”. Juan Fernando González Quirós, Tres Ríos

“Adiós al vestido”

“Mi primer viaje a la playa transcurrió en el verano de 1980, en Puntarenas. Yo tenía dos años de edad, y ese día estábamos paseando y esperando la final del concurso de oratoria en el que mi papá participaba. La espera se hizo eterna, por lo que mi mamá, mi hermana y yo, optamos por irnos a la playa. Me pusieron un vestido de vuelitos, con sombrero y sandalias. Al rato se me llenó de arena, agua y demás, mi incomodidad fue tanta que me lo quitaron para lavarlo, pero lo único malo fue que no me lo quise poner más y salí corriendo por el Paseo de los Turistas...”. Nerissa Chaverri Rojas

“Con torta de huevo”

“Mi primera experiencia en la playa, fue en el año 1957. Estando en primer grado, la niña Lolita García nos llevó desde Tilarán a Puntarenas en una excursión escolar. ¡Se duraban tantas horas entonces! Lo peor fue que tenía tanta ilusión por aquel paseo y ¡casi me dejan! Se salía a las 4 a. m. y seguro mi mamá se durmió o se atrasó haciéndome tortitas de huevo envueltas en hoja de plátano. En ese tiempo, Puntarenas era de arena blanca con conchitas de muchos colores y tamaños. Al regreso, solo recuerdo la imagen de mis padres en la noche, esperándome después de aquella linda aventura. ¡Mil gracias, niña, por este paseo y si mis compañeros de la Escuela Central de Tilarán lo recuerdan, podemos reunirnos para hablar de mil y otras historias”. Flora Virginia Zamora Lobo, Santo Domingo de Heredia