Altibajos macroeconómicos

La situación fiscal a duras penas se mantiene, pero no se perfila ninguna mejoría para el presente ni el próximo año

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La economía costarricense ha comenzado a desacelerarse, especialmente la agricultura e industria, a pesar de la estabilidad en ciertas variables financieras como la recaudación fiscal, la tasa de inflación y el tipo de cambio. El balance, sin embargo, aún se mantiene positivo, pero es delicado, sobre todo en el sector público. Las perspectivas fiscales para el año entrante parecen orientarse en la misma dirección, y no hacia la mejoría, como hubiéramos deseado. Conviene enderezar el rumbo.

El panorama macroeconómico ha variado. Hace algunos meses, la producción nacional se comportaba dinámicamente, con tasas de crecimiento anualizadas del 6% real, según el índice mensual de actividad económica (IMAE). La producción privada marcaba el ritmo de la expansión y el sector público presionaba la demanda agregada por el déficit fiscal consolidado. Hoy, las cosas se perfilan de una manera diferente.

La actividad privada se ha comenzado a desacelerar y la recaudación del sector público arroja tasas de crecimiento real superiores a la evolución del PIB. Eso plantea problemas con los que no contábamos y que es necesario afrontar.

La industria manufacturera, que venía expandiéndose aceleradamente desde el 2011, ha perdido dinamismo en los últimos tres meses, al igual que la agricultura y, en menor grado, el comercio, la intermediación financiera, la hotelería y el turismo.

Uno de los factores influyentes es el menor crecimiento de la demanda externa, asociado con la recesión en la Unión Europea (UE), la débil reactivación en EE. UU. y la ralentización en otras regiones del mundo, tal como lo anticipamos en un editorial reciente. Estos factores externos tampoco mejorarán significativamente el año entrante, según las nuevas predicciones del FMI.

Otro factor que aqueja particularmente a los exportadores y el turismo es la apreciación del colón. Aunque el tipo de cambio ha permanecido estable, la inflación interna (costos) supera la internacional y afecta las utilidades de los exportadores de bienes y servicios. En ese sentido, los desembolsos del eventual endeudamiento público externo deberán ser manejados con sumo cuidado para no empeorar el problema.

En el desempeño de la economía pública, también hay altibajos. El Gobierno Central ha mejorado notablemente su recaudación, pues la tasa de crecimiento de los ingresos tributarios (6,5%), descontando la inflación, supera el crecimiento real del PIB en los últimos 12 meses (5,1%). Pero los gastos crecen a una tasa muy similar (6%) y parten de una base más elevada, por lo que no ha habido ninguna mejoría real en el déficit fiscal.

Según el ministro de Hacienda, Édgar Ayales, el déficit de este año se mantendrá en 4,5% del PIB, a pesar de la mejoría en los ingresos y algunas medidas de contención del gasto. De ahí se deriva una conclusión muy importante: la situación fiscal a duras penas se mantiene, pero no se perfila ninguna mejoría para el presente ni el próximo año.

Por esa razón –entre otras–, las tasas de interés se mantienen muy elevadas en términos reales y no contribuyen a estimular el crédito ni la inversión en momentos cruciales de desaceleración de la economía mundial.

El sector público descentralizado tampoco ha estado ayuno de altibajos. La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), a pesar de algunos esfuerzos tardíos e insuficientes por mejorar sus erogaciones y la recolección de sus acreencias, afronta problemas presupuestarios muy serios este año. Como informamos el sábado, la institución ha excedido gastos en 18.000 millones de colones y, de no “socarse la faja”, concluiría con un déficit de 37.000 millones este año.

En el ICE la situación también es problemática. El incremento en la planilla desde 2010 (más de 3.000 empleados), las inversiones contratadas y los gastos de publicidad, entre otros, han presionado sus finanzas. El Consejo Nacional de Producción (CNP) tiene empleados a los que no les encuentra ocupación; los sindicatos de educadores exigen pagos y beneficios que el país no puede darles; hay dudas sobre el endeudamiento para la nueva refinadora de Recope y en otras actividades se gastan partidas elevadas con poco o ningún control, como ciertas obras del Conavi, incluyendo la trocha paralela al río San Juan.

Mejorar el crecimiento de la producción privada en un entorno internacional en deterioro y una situación fiscal muy comprometida, no resulta fácil. Tampoco se puede descansar mucho en el mercado interno sin crear inflación, y las elevadas tasas de interés no ayudan a estimular la inversión. Más bien, debería aprovecharse esta coyuntura para ordenar las finanzas públicas y hacerlas sostenibles en el tiempo, mediante la aprobación de las reformas presentadas en la Asamblea Legislativa y la ejecución de medidas administrativas como las que esbozó, recientemente, el ministro de Hacienda para contener el gasto. Así, se preservarían la estabilidad de precios y del tipo de cambio, se daría sostenibilidad a las finanzas y se generaría mayor confianza para invertir y crecer en el futuro.