Al rescate del manatí

Países centroamericanos buscan evitar la extinción de este mamífero

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El manatí antillano es un apacible mamífero acuático que habita la costa del Caribe de Centroamérica, pero las mayores concentraciones del animal se encuentran en el golfo de Honduras, compartido por tres países que se han lanzado a una campaña para salvar de la extinción al manatí.

El taller sobre Conservación del manatí en el golfo de Honduras se realizó la semana anterior con el fin de fortalecer la aplicación de las leyes existentes en Belice, Guatemala y Honduras, los tres países del golfo.

La búsqueda de leyes y acciones eficaces para proteger a la especie reunió en Guatemala a pescadores, biólogos, académicos, jueces, marinos, autoridades y ecologistas.

Los expertos también esperan encontrar mecanismos formales de colaboración transfronteriza, con el fin de mantener bajo vigilancia a los depredadores humanos del manatí.

Estudios del Programa Ambiental Regional para Centroamérica-Sistema Centroamericano de áreas Protegidas (PROARCA-CAPAS) indican que en el golfo de Honduras -ubicado entre Belice, Guatemala y Honduras- hay entre 300 y 700 ejemplares.

Víctima del turismo

Según el biólogo hondureño Rafael Calderón, el manatí antillano (Trichechus manatus) es uno de los pocos mamíferos acuáticos del mundo y una de las cuatro especies del orden Sirenia.

Normalmente se asocia con humedales costeros en las desembocaduras de los ríos, áreas de manglares y estuarios, que lo proveen de hábitat para alimentarse y reproducirse.

"Es esquivo y, en general, tiende a ser muy manso", dijo Calderón al explicar la vulnerabilidad del animal, amenazado principalmente por la caza -que está totalmente prohibida- y el tránsito de botes a alta velocidad, que lo matan.

De forma indirecta, el manatí se ve afectado por la destrucción de su hábitat ente el desarrollo del turismo, que provoca un aumento del transporte acuático, y un cambio en la estructura de la vegetación donde habita.

Para el venezolano Néstor Windevoxhel, director del proyecto PROACA-COSTAS, el manatí es una de las especies acuáticas "más carismáticas".

Su preservación, a juicio del experto, requiere de acciones compartidas y puede convertirse en instrumento para el manejo integrado de zonas costeras.

Leyes efectivas

Janeth de Noack, del Instituto de Derecho Ambiental y Desarrollo Sostenible (IDEADS), dijo que existen grandes deficiencias en la legislación de los tres países.

Es necesario igualar las legislaciones y revisar aspectos como las sanciones previstas para los delitos que afectan al manatí.

De Noack puso de ejemplo a Guatemala, donde un acuerdo gubernativo de 1981 imponía penas de $6,81 (¢1.947) a $40,87(¢11.688 ) por captura y caza del mamífero, mientras otra ley, de 1989, prevé cárcel de 5 a 10 años y multas de $681 (¢194.766) a $2.724 (¢779.064) por los mismos delitos.

"Nosotros abogamos por derogar las leyes viejas", agregó, al insistir en que se deben castigar con severidad las acciones ilícitas como la caza, captura, comercio, exportación y posesión de carne, entre otras.

Esa lista de delitos fue propuesta por el IDEADS como "modelo" para la homologación de las leyes. Aparte de las legislaciones nacionales, el manatí está protegido por el Convenio sobre Comercio Internacional de Especies en Peligro de Extinción (CITES).

Guatemala mantiene la reserva de Biotopo para la Conservación del Manatí Chocón Machacas, la primera de Centroamérica y Sudamérica.

Instituciones como la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación del Medio Ambiente (FUNDAECO) promueven la participación de las comunidades costeras en la defensa de este animal que ha formado, en muchas de ellas, parte de su dieta.

Aquí también

Costa Rica no se unió a la campaña iniciada en Honduras para salvar al manatí, aunque la especie también se encuentra en peligro de extinción en nuestro país.

La última investigación al respecto fue realizada entre 1996 y 1997 por Ignacio Jiménez, para su maestría en programas regionales de manejo de la vida silvestre, en la Universidad Nacional.

él estima que solo quedan unos 50 ó 60 de ellos, distribuidos en los canales de Tortuguero, Barra del Colorado, el río San Juan, el río Carbón, Gandoca Manzanillo y Sixaola.

Según Jiménez, la tasa de natalidad de los manatíes es muy baja porque solo tienen una cría cada tres años.

Además están expuestos a varios riesgos: cacería, contaminación por agroquímicos y el tráfico de botes de motor en los canales de Tortuguero.

"Para crear conciencia en la población, hicimos una obra de teatro infantil en Tortuguero y un cómic que se distribuyó en ese lugar, en Parismina y Barra del Colorado, con la ayuda de la empresa Chiquita Brand", afirma el experto.

Según Juan Rodríguez, funcionario de Sistema Nacional de áreas de Conservación, la Ley de Vida Silvestre establece multas de ¢50.000 a ¢100.000 a quienes cacen estos animales, y de ¢20.000 a ¢40.000 a los que comercien o trafiquen con ellos o sus derivados.