Al presidente Obama

Obama puede hacer que su país capture los corazones de la humanidad

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Si fuese presidente, esta sería la guía de mis conversaciones con el presidente Obama durante su visita:

Señor presidente, Costa Rica no es poderoso ni económica ni militarmente, pero somos excepcionales en materia de democracia, respeto a los derechos humanos, desarrollo social, sostenibilidad ambiental y vocación de paz. Su visita quizá obedece a esas virtudes. Y por ellas espero que nos vea como socios en la construcción de un mundo mejor. Respetuosamente, le informo y solicito lo siguiente:

Primero, quisiera enterarlo de que no procesaremos más permisos para que embarcaciones de guerra de su país naveguen por nuestras costas y atraquen en nuestros puertos en el marco del Convenio Conjunto Antidrogas. Queremos ayudar en la lucha contra el narcotráfico, pero limite sus solicitudes de permisos a naves del Servicio de Guardacostas. Si a los costarricenses no nos gustan las fuerzas militares propias, por ello las eliminamos, menos nos gustan las de otros países. Usted ha retirado a Estados Unidos de dos guerras y ostenta el Premio Nobel de la Paz. No marchite esos extraordinarios logros militarizando un país desmilitarizado por nuestra propia voluntad.

Segundo, por favor apoye a Costa Rica en la lucha diplomática y jurídica por la recuperación de Calero. Nicaragua ha hecho con una parte de Costa Rica lo que Irak hizo con Kuwait. El hecho de que en esta región no existan intereses petroleros, no debe ser motivo para que se permita que unos países coloquen la bota militar en la soberanía de otros.

Tercero, tome en cuenta que la concentración de la riqueza promovida por el neoliberalismo de la política tradicional venezolana fue una de las razones (la otra fue la corrupción) que condujo directamente al chavismo. Ya en el poder Chávez se hizo popular a pesar de incontables abusos, no por su verborrea antinorteamericana, sino reduciendo la pobreza y las desigualdades. Si quiere evitar otros Chávez, no socave esfuerzos para combatir la pobreza en América Latina, aunque ello derive en políticas que interfieren con las fuerzas del mercado.

La derecha de nuestros países se ha opuesto a ese tipo de esfuerzos, por cierto, con descalificaciones superficiales, pero que apelan a los temores de la gente, idénticos a los que la derecha norteamericana utiliza para intentar descalificarlo. A usted lo han tildado de socialista; aquí el epíteto descalificador ha sido “chavista”.

Señor presidente, las derechas son lo mismo en todas partes. Por ejemplo, mientras la de su país hacía todo lo posible para derrotar sus históricos esfuerzos para instaurar un sistema que universalizara el acceso a la servicios de salud, un sector político de la derecha costarricense “trabajaba” horas extra para destruir el nuestro. Para evitar el chavismo, Estados Unidos debe revisar su alianza con esa derecha.

Cuarto, en este contexto, promueva una renegociación del TLC. Algunos de nuestros políticos acatan hasta de manera ridícula lo que pida Estados Unidos y aceptarían esa renegociación. Fue su promesa de la primera campaña. Es urgente, en aras de la estabilidad social y la reducción de la pobreza, que se reforme el Tratado para que se nos permita proteger a nuestros agricultores (en el tanto Estados Unidos mantenga los subsidios a sus propios agricultores) y para quitarle algunas protecciones exageradas al capital multinacional que nos impiden poner en práctica políticas de desarrollo inclusivo.

Quinto, convierta la corrupción en objetivo de sus drones diplomáticos. Nuestros países no avanzan debido, en gran parte, al descaro ético de algunos de nuestros políticos. Sorprende que su país, el cual no escatima su poder para imponer condiciones sobre el modelo económico, sea tan pusilánime cuando se trata de la corrupción en América Latina. Un compromiso claro contra la corrupción y un distanciamiento de políticos corruptos, acercaría su país a los corazones de los latinoamericanos.

Sexto, continúe con sus políticas para facilitar a los migrantes legalizar su situación. Costa Rica tiene al menos 80.000 trabajadores en Estados Unidos, los cuales se ganan la vida honestamente y merecen hacerlo de manera legal. Nosotros hemos legalizado la apertura total a los capitales norteamericanos y los tratamos como si fuesen nacionales. Ojalá llegue el día en que, como contrapartida, ustedes traten a nuestros trabajadores migrantes como si fuesen estadounidenses.

Séptimo, señor presidente, no le pido que imite al expresidentes Kennedy y anuncie una segunda Alianza para el Progreso. Pero nuestro país sigue necesitando ayuda en algunos campos. Otro país nos regaló un excelente estadio que utilizamos para la élite del deporte y para hacer conciertos musicales. Los costarricenses estamos agradecidos. Pero necesitamos con urgencia infraestructura deportiva en escuelas y colegios. Con un presupuesto similar al destinado a ese estadio, Estados Unidos podría dotar a 15 escuelas y colegios urbano-marginales de instalaciones deportivas de primera clase. Ello tendría un impacto multiplicador en el desarrollo integral de nuestra niñez y juventud y la mantendría alejada de las drogas y la vagancia. En este marco, pida a su señora esposa que extienda a Costa Rica su excelente programa contra la obesidad infantil.

Octavo, le informo de que Costa Rica no apoyará un ataque de Estados Unidos a países como Irán en razón de su programa para disponer de armas de destrucción masiva. Mientras Estados Unidos tenga ese tipo de armas, no está en posición de pedir a otros que se abstengan. Estados Unidos contará con el apoyo de Costa Rica en las acciones que deba emprender para hacer que se eliminen esas armas en el resto del mundo y para evitar que más países las adquieran, en el tanto sea parte de un programa en el que Estados Unidos también elimine las suyas. En relación con armas convencionales, los costarricenses esperamos que usted firme el Tratado impulsado por Costa Rica para controlar su comercio, recientemente aprobado por Naciones Unidas, cuando se abra para firma el 3 de junio.

Noveno, promueva una democratización del Consejo de Seguridad de la ONU, dando estatus permanente y poder de veto a países como Alemania, Japón, Brasil e India.

Décimo, revierta totalmente la cultura de violación de los derechos humanos y del Estado de derecho que ha penetrado algunas agencias de seguridad de su país. Detenga los asesinatos de supuestos terroristas sin haber sido condenados por un tribunal y cierre la cárcel de Guantánamo. Todo esto usted lo anunció en su primera campaña y al triunfar generó un sentimiento positivo mundial hacia Estados Unidos.

Señor presidente, Estados Unidos ha conquistado fronteras difíciles en todos los campos, dentro y fuera de nuestro planeta, y podría conquistar el corazón de millones de demócratas del mundo. Las alianzas construidas con el amor y el diálogo sincero son más duraderas que las construidas con el poderío militar o económico. Usted ha delineado claramente algunos errores en la forma en que Estados Unidos se relaciona con el mundo. Usted puede hacer que su país capture los corazones de la humanidad y que a Estados Unidos se le trate con respeto porque se le admira y no porque se le teme.

Desde este rincón democrático del planeta, le digo que cuando comparamos a Estados Unidos con potencias emergentes, Estados Unidos tiene ventajas relativas. Más aún, algunos nos sentimos angustiados ante la posibilidad de que los estándares vigentes en esas potencias emergentes sustituyan a Estados Unidos como catalizador de los eventos geopolíticos mundiales.

Por ello queremos que Estados Unidos deje de ser excepcional solo para sí mismo, y verdaderamente sea la ciudad que brilla sobre la colina ( The Shining City Upon a Hill ) que tantos de sus presidentes han proclamado. Ya el poderío económico de Estados Unidos ha estado al servicio de la ciencia, la tecnología, la medicinas, los viajes espaciales, el entretenimiento.

La humanidad quisiera que pusiera ese poderío económico también al servicio de la justicia social, de la paz, del ambiente, del desarme, de la ética política, del respeto a la soberanía y del reconocimiento de la diversidad cultural, histórica y religiosa.

Finalmente, le deseo una buena estadía en nuestro país. Esté seguro de que Estados Unidos ocupa un lugar privilegiado en los sentimientos de nuestro generoso y pacífico pueblo y que usted, especialmente, constituye una esperanza viva de que su país puede aun completar la faena y escalar la colina.