A propósito de la “idiotez política latinoamericana”

Las dictaduras en América Latina actuaron tanto contra la libertad como contra la igualdad

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En un interesante artículo sobre las lecturas que el escritor cubano Alberto Montaner recomienda para evitar los nocivos efectos de la “idiotez política latinoamericana”, Fernando Araya, por este mismo medio hace algunos meses ya (Opinión, 29/7/2012), juzga convenientes pero insuficientes tales recomendaciones, siendo necesario “todo un plan de estudio sistemático e integral, más amplio que la lista de libros propuesta”, a fin de “facilitar la comprensión, elevar los conocimientos y evitar las rigideces mentales, fanatismos y sectarismos que algunos políticos y sindicalistas de la región acostumbran practicar”.

Con el objeto de lograr tan nobles propósitos propone fortalecer la lectura del pensamiento democrático-liberal, en particular, el relacionado con la “devastadora crítica a la teoría de la explotación” y que demuestra “la imposibilidad epistemológica y técnica de la planificación centralizada”, que tanto animan “al estatismo dictatorial y populista en América Latina”, así como de aquel que resalta la prevalencia del individuo sobre la comunidad.

El señor Araya termina su reflexión recomendando algunos otros textos de Mises, Hayek y Popper, además de los mencionados por Montaner sobre los mismos autores, y que vendrían a fortalecer el valladar contra el pensamiento estatista, dictatorial y populista, textos que, o bien defienden los fundamentos de la libertad, o bien la emprenden contra la filosofía de la historia o los errores del constructivismo. Una última recomendación del señor Araya sería la lectura de la novela de la anarco-capitalista Ayn Rand, intitulada La rebelión de Atlas.

Lo primero que llama la atención de esta propuesta es la presunción de que el pensamiento y la práctica política latinoamericanos han estado dominados por el estatismo dictatorial populista, y que a su vez este ha estado inspirado por la teoría de la explotación.

En efecto, la dictadura ha sido una forma de organización de Estado predominante en buena parte de la historia latinoamericana, pero, ¿acaso han sido estas en su mayoría estatistas y populistas? Aún más, ¿inspiradas en su mayoría en “la teoría objetiva del valor-trabajo”?

A decir verdad, al menos en América Latina, dictadura y estatismo populista han constituido más formas antinómicas que complementarias de organización política, y, si algo ha caracterizado a las primeras ha sido el rechazo de las teoría de la explotación, de la lucha contra la desigualdad y, paradójicamente, del estatismo económico, siendo su defensa características más propias de ese estatismo populista, que Montaner identifica con el pensamiento del “perfecto idiota” y al que tanto él como Araya responsabilizan del endémico quebranto cultural, político, económico y social que aqueja a esta región.

Por alguna extraña razón entonces, la pugna del pensamiento liberal entre libertad e igualdad no se ha jugado en América Latina bajo la presunción de que en la medida en que se favorecía una se actuaba en detrimento de la otra, ni en la de Friedman de que priorizando la igualdad sobre la libertad no se consiguiera ninguna mientras que priorizando la libertad sobre la igualdad se obtendrían ambas. No, las dictaduras en América Latina actuaron tanto contra la libertad como contra la igualdad y su resultado fue un descalabro en ambas.

En cuanto a las lecturas propiamente que Araya recomienda para ese estudio más “sistemático e integral a fin de evitar esas rigideces mentales, fanatismo y sectarismos propios ‘de la mentalidad estatista, dictatorial y populista’ que tanto fascina a sindicalistas, políticos y académicos latinoamericanos, procuraremos próximamente iniciar algunas de ellas, en particular Miseria del historicismo y Los fundamentos de la libertad. Quien quita y tengamos la suerte de sufrir algún buen brain storm deconstructivista y terminemos abjurando de las reflexiones hoy expuestas.