Rogelio Fernández Güell: 100 años de su trágica muerte

Hace una centuria fue asesinado uno de los intelectuales más afamados de Costa Rica, cuyas célebres improntas fueron conocidas en varios países del orbe

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“Busqué con la mirada al jefe de la Revolución […] Su padre me nombró y Madero, entonces, alargóme la mano, una mano vellosa y fuerte que estreché con la misma franqueza con que se me tendía […] Madero me invitó a dar una vuelta por el campo, ascendimos a una colina cercana y desde allí me mostró la posición de las fuerzas revolucionarias. […] En mi conversación con el señor Madero, nuevamente se reveló el hombre altruista, el filósofo de miras amplias y de sentimientos elevados de quien yo tenía noticia”.

Contrario a la lógica, las anteriores palabras sobre el ilustre líder de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero G., no fueron emitidas por un ciudadano mexicano, sino por el intelectual costarricense Rogelio Fernández Güell, quien, al narrar así su primer encuentro con dicho mandatario (abril de 1911), expuso el inicio de una profunda relación política, masónica, revolucionaria, espiritista y literaria entre ambos. Vínculo que también representó una fatídica muerte para los dos.

Abolengo genealógico

Nacido el 4 de mayo de 1883, Rogelio Fernández fue hijo del general Federico Fernández O. (militar de la Campaña Nacional 1856-1857 y gobernador de San José), nieto de Manuel Fernández Ch. (jefe interino de Estado en 1835) y bisnieto de Félix J. Fernández T. (último gobernador colonial de Costa Rica, en 1821). Asimismo, fue sobrino del general Próspero Fernández O. (presidente de la República: 1882 y 1885) y de Pacífica Fernández O. (primera dama del país: 1847-1849 y 1866-1868).

Tras estudiar en el Liceo de Costa Rica y con 17 años, inició varias actividades literarias, periodísticas y políticas, las cuales le provocaron fuertes choques con autoridades gubernamentales, el encarcelamiento y atentados contra su vida. Razón por la cual viajó a España en 1904 para resguardarse (Zeledón C., Elías, Biografías costarricenses, 2013).

Ya en suelo ibérico, reanudó su faceta literaria e ingresó a la doctrina del espiritismo, entablando también amistad con literatos como Benito Pérez Galdós, Jacinto Benavente y Rubén Darío. En ese mismo contexto se casó con Rosa Serrátaco S. (1906). Empero, la oposición de la familia de su esposa provocó que la pareja viajase a otro país en búsqueda de una nueva vida: México.

Casi desde su llegada a tierra mexicana y como resultado de su intelecto y filiación espiritista (así como su ingreso a la masonería), Fernández laboró en varios cargos públicos. A finales de 1907, el entonces presidente mexicano Porfirio Díaz lo nombró cónsul de México en Baltimore (Estados Unidos), cargo que tuvo hasta 1910.

Periplo mexicano

Fue a raíz de la lucha bélica del también espiritista y masón Francisco Madero contra el porfiriato que Fernández Güell renunció a su puesto diplomático y se dirigió al Estado de Chihuahua para conocer al carismático dirigente mexicano. Dicho viaje lo hizo a nombre de la llamada Junta Permanente del Segundo Congreso Espirita Nacional, a la que ambos pertenecían.

Después de la derrota militar de Díaz (mayo, 1911) y aquilatando la valía y sapiencia de Fernández, Madero lo nombró como uno de sus principales asesores políticos para los comicios de ese año. Madero ganó las elecciones y esto fue la antesala de otras brillantes facetas del intelectual costarricense.

Así, Fernández Güell fungió como director de los periódicos El Amigo del Pueblo y La Época, jefe de Publicaciones del Museo Nacional, director de la revista espiritista Helios, y en la masonería mexicana fue integrante de la Antigua Orden Masónica de los Ritos Egipcios de Memphis Mizraím, orador de la logia Horus 13 N.° 1 y presidente de la Gran Liga Mexicana de Librepensadores.

A todo lo cual sumó la autoría de libros como Estudio sobre espiritismo y filosofía (1907), El moderno Juárez (estudios sobre Francisco Madero) (1911), Lux et Umbra (1911), Psiquis in velo (1912) y La magia y el espiritismo en Shakespeare (1912).

No obstante, su impronta más valiosa fue la que le concedió el presidente Madero al designarlo director de la prestigiosa Biblioteca Nacional de México (octubre, 1912). Hecho que lo convirtió en el único extranjero que ha ejercido dicho cargo, así como ser el creador de la actual Hemeroteca Nacional de ese país (Bonilla B., Abelardo, Historia de la literatura costarricense, 1967).

Lamentablemente, fue en febrero de 1913 cuando Fernández afrontó la oprobiosa Decena Trágica; es decir, los diez días en que se perpetró el golpe de estado contra el presidente Madero, así como su ruin homicidio, por lo cual el intelectual costarricense y su familia huyeron de México para salvar sus vidas.

Regreso al terruño

Fernández Güell retornó a Costa Rica en marzo de 1913, ya muy conocido por su derrotero internacional. Aquí laboró como director del periódico El Republicano, integrante del Ateneo de Costa Rica, subsecretario de Gobernación, Policía y Fomento, director general de Correos, director del periódico El Imparcial, así como enviado diplomático de Costa Rica ante Argentina, Chile y Brasil.

Asimismo, publicó los libros Máximo Fernández ante la historia (1913), Verdaguer y su obra (1915), Episodios de la Revolución Mexicana (1915), La clave del Génesis (1915) y Plus Ultra (1917), según detalla Rogelio Sotela en el libro Escritores de Costa Rica (1942). Finalmente, fue electo diputado de la Asamblea Nacional Constituyente de 1917, a raíz de la defenestración del gobernante Alfredo González F. por parte del general Federico Tinoco G.

En un principio, la relación entre Fernández y Tinoco fue de absoluta cordialidad, puesto que se conocían desde la juventud y compartían las mismas filiaciones políticas. Sin embargo, esto se modificó por varias acciones virulentas de dicho gobernante y su gabinete, lo cual, unido al enérgico temperamento de Fernández, conllevaron a una reyerta total entre ambos.

Destino funesto

Para fines de 1917, Rogelio Fernández fue desterrado y, en febrero de 1918, asumió el liderazgo de la llamada Rebelión de río Grande contra el Gobierno, la cual se acabó por falta de logística y enceres.

De seguido, Fernández y un sucinto grupo de correligionarios optaron por cruzar a pie más de la mitad el país hacia Panamá. Empero, el 15 de marzo de 1918, fueron interceptados en el poblado puntarenense de Buenos Aires por un pelotón policial liderado por el pérfido teniente coronel Patrocinio Araya.

El resultado fue que ejecutaron a casi todos ellos, incluido Fernández, quien falleció a los 34 años tras recibir varios disparos en la cabeza, el pecho, el cuello y una rodilla. Muerte con la que se emuló el siniestro fallecimiento del presidente Madero.

Así, sirva esta referencia histórica en el centenario de su natalicio, para revalorizar la muy poco conocida figura de Rogelio Fernández Güell, quien no solo desarrolló una eximia labor cultural y académica allende a nuestras fronteras, sino que ocupa un honroso sitial en el acervo intelectual de Costa Rica.

* El autor es coordinador y docente de la Cátedra de Historia del Derecho de la Universidad de Costa Rica y presidente de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas.