Necroturismo: Cuando los grandes nombres, la historia y el arte lo invitan al cementerio

¿Por qué hacer turismo de cementerios? Muchos camposantos alrededor del mundo son museos a cielo abierto que muestran a los visitantes no solo los personajes que allí descansan, sino que dan cátedras sobre arte e historia

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Más allá de la Torre Eiffel, los Campos Elíseos, la infinidad de museos –bien encabezada por el Louvre–, la iglesia de Notre Dame, Sacre Coeur y otros sitios icónicos, muchos turistas peregrinan en París hacia sus cementerios: en especial hacia el célebre Père Lachaise, ubicado al este de la capital francesa. No solo es porque allí descansan grandes nombres que han marcado la historia de diferente forma, desde Édith Piaf (1915-1963), Frédéric Chopin (1810-1849), Oscar Wilde (1854-1900), Miguel Ángel Asturias (1899-1974), María Callas (1923-1977) hasta Jim Morrison (1943-1971), sino también por la riqueza de la arquitectura, las obras artísticas y la historia que resguarda entre sus muros.

Y en Argentina, la visita obligada es al cementerio de la Recoleta en Buenos Aires; en Inglaterra, al Highgate en Londres; en Suecia, al Skogskyrkogården en Estocolmo; en República Checa, al viejo cementerio judío de Praga…

El turismo de cementerios, también conocido como necroturismo, conduce a miles de personas por destacados camposantos alrededor del mundo en busca de sus ídolos y también atentos a las cátedras de historia y arte que ofrecen estos lugares. Solo para que esto quede claro: Père Lachaise, por ejemplo, recibe más de 2 millones de visitantes al año.

Se muere como se vive y los camposantos nos hablan de esas vidas que reposan en sus tumbas y de las historias que los acompañan o que se fraguan propiamente entre los nichos.

“Los cementerios son un espejo en miniatura del lugar al que sirven. Todas las tendencias artísticas, los modelos urbanos y los fenómenos sociales se van reproduciendo en ellos, no sólo los cambios en el gusto, sino también en el conjunto de la sociedad”, escribió Begona Corzo en un reportaje sobre la popularidad en alza de este tipo de turismo en el periódico español La Vanguardia.

Los estilos arquitectónicos de los mausoleos, capillas y lápidas, los tipos de materiales, las piezas artísticas esculpidas para las tumbas e, incluso, los textos de los epitafios quedan como testimonios detallados de las diferentes épocas que mueren allí. Por ello, se repite que estos sitios fúnebres son verdaderos museos al aire libre. Eso sin contar, claro está, con el misterio y morbosa atracción alrededor del tema de la muerte.

Incluso, existe la Asociación de los Cementerios más Significativos de Europa que promueve a los cementerios como parte del patrimonio de la humanidad y creó una ruta para descubrir los camposantos más relevantes de ese continente.

La literatura se ha dejado seducir en reiteradas ocasiones de esta fascinación. Por ejemplo, el escritor, traductor y cronista holandés Cees Nooteboom, cuyo nombre salta todos los años al hablar de candidatos al Premio Nobel de Literatura, ha puesto por escrito en el libro Tumbas (publicado en español por Siruela) las historias que han surgido de los camposantos que ha visitado por amor a sus queridos escritores.

“Se aprende muchísimo de las tumbas. En la tumba de un poeta no hay nadie, los poetas solo hablan en sus libros, pero las personas dejan allí elementos simbólicos y convierten los nichos en altares”, contó en una entrevista que dio en el 2017 a la revista digital W Magazín cuando asistió al Hay Festival de Arequipa (Perú).

Estos son cinco de los cementerios más destacados del mundo:

*Père Lachaise (París, Francia): Tiene 70.000 tumbas y más de 5.000 árboles en sus 43 hectáreas, divididas en 93 áreas, por lo cual los vecinos lo utilizan como parque. Es el destino más buscado para el turismo de cementerios en el mundo. Es larga la lista de grandes nombres de la política, la cultura, el espectáculo y la academia que reposan en este cementerio parisino: además de los antes mencionados, están Honoré de Balzac, Molière, Isadora Duncan, Eugène Delacroix, Marcel Proust y Marcel Marceau.

*Cementerio de la Recoleta (Buenos Aires, Argentina): Se construyó en 1822 como primer cementerio público de Buenos Aires y su trazado es obra del ingeniero francés Próspero Catelin, según detalla su página oficial. Es uno de los más importantes y bellos del mundo y recibe más de 4.000 turistas de todo el mundo a la semana, ha informado La Nación de Argentina. Muestra impresionantes bóvedas y mausoleos y su tumba más visitada es la de Eva Perón (Evita, 1919-1952), ya que alrededor de la esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón se teje una gran leyenda.

*Cementerio judío de Praga (República Checa): La National Geographic lo destaca como uno de los 12 cementerios que hay que visitar alguna vez en la vida. Está ubicado en el barrio de Josejov y en apenas una hectárea hay 12.000 lápidas y 100.000 judíos enterrados, lo cual le da un aspecto caótico.

*Skogskyrkogården (Estocolmo, Suecia): Este sitio está declarado como patrimonio de la Humanidad por la Unesco debido a su única fusión de naturaleza y arquitectura en su cementerio construido en el siglo XX para provocar tranquilidad Tiene unas 50.000 tumbas y posee un área llamada el Bosque del Recuerdo, donde se entierra a los difuntos de forma anónima y los visitantes se acercan a dejar flores. En este cementerio reposa Greta Garbo.

*Ciudad de los Muertos (El Cairo, Egipto): Es un cementerio musulmán que data de finales del siglo XIV y principios del XV e incluye mezquitas, mausoleos de sultanes y reyes mamelucos y tumbas sencillas. Más de un millón de personas viven en El Arafa, como se le llama a esta necrópolis, algunos porque no tienen otro hogar y los dueños de las tumbas les permiten quedarse allí y otros porque quieren estar cerca de sus antepasados. Muertos y vivos empezaron a convivir desde la década de los años 60 a causa de la guerra árabe israelí.