Los pasitos empezaron a conquistar la Navidad de los ticos en el siglo XIX

Con el arribo del siglo liberal hubo un renovado interés en las conmemoraciones decembrinas. En la prensa de la época, los comercios empezaron a promocionar los nacimientos, en especial los creados en Guatemala

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En 1825, el viajero inglés John Hale afirmaba: “Villa Vieja (Heredia) era una de las poblaciones más antiguas de la provincia y poseía una iglesia muy decente en la plaza mayor, frente a la cual se celebraban las fiestas de Navidad” (Fernández Guardia, 1929). Dichas celebraciones constituían la oportunidad perfecta para que los vecinos se reunieran e intercambiaran momentos y emociones diferentes a los que vivían, de forma cotidiana, en sus jornadas cafetales o campos agrícolas.

Las fiestas de fin de año se fueron convirtiendo en una opción para que los pobladores identificaran estas fechas con un tiempo de “general regocijo en el que se entregan a representaciones teatrales, fundadas en algún argumento doméstico y adecuada a la capacidad de los actores que generalmente son indios y negros. El escenario lo forma generalmente la galería externa de una casa, la platea y los palcos la calle, y el cielo raso el firmamento estrellado. Los vecinos contribuyen prestando sus bancas y taburetes para el acomodo de la audiencia. No se pagaba para ver la función y en los entreactos, en vez de la música, se queman cohetes”, según las palabras de Hale.

Eran tiempos donde las relaciones entre los pobladores se veían fortalecidas a partir de los llamados aires navideños. Estas actividades tuvieron particular importancia porque al no realizarse dentro de un teatro eran una diversión pública, en la que podían participar diferentes miembros de la familia y de la comunidad.

Por supuesto, no faltaron los festejos nocturnos que, según el viajero británico, “concluían con bailes, fuegos artificiales, etc., y como en esta ocasión todas las gentes de la provincia que podían hacerlo se reunían en la villa, en general se acostumbraba mucha hospitalidad, mucha jovialidad, muchos regocijos que duran varios días”. Estas impresiones parecen reflejar el espíritu que embargaba a las costarricenses para la celebración decembrina de la Navidad.

En los avisos

La alegría de las fiestas de fin de año no solo se vivió en los espacios públicos, sino que permeó los avisos que se multiplicaron en la prensa de entonces. Estos anuncios mostraban nuevos artículos que se fueron incorporando en el gusto del costarricense de la época. Particular importancia recibió la venta de los denominados “nacimientos” –sí, los famosos pasitos de la actualidad–. Aquella representación de la Sagrada Familia con la adoración de los Reyes Magos ha cautivado el mundo del arte sacro a través de los siglos.

Por ejemplo, en el Boletín Oficial, en 1875, se anunciaba: “Para la Pascua de la Natividad, se han recibido desde Guatemala muy buenos nacimientos o imágenes de los que se hallaron presentes al verificarse aquel misterio y las figuras correspondientes. Se encuentran de venta en esta Ciudad y a precios equitativos, en casa de la Señora Doña Manuela Alcázar de Paut”. La venta de estas imágenes permitió llevar a casa un capítulo que marcaría estas celebraciones y que dio paso a configurar, poco a poco, las tradicionales posadas y los llamados rezos del Niño.

En esos años era común encontrar avisos que ofrecían “Nacimientos, Angeles de Gloria y Candelitas de colores para los árboles de Navidad, ofrecidos en la Librería Católica de Antonio Lehmann” o este otro; “Aviso. Nacimientos acabados de llegar de Guatemala hay de venta donde Echeverría & Castro” (Diario de Costa Rica, noviembre de 1885).

Al año siguiente, El Comercio (16/11/1886) advertía no solo de la venta de figuras para portal, sino también de “regalos para Noche Buena” y artículos para escritorio en el almacén de Joaquín Montero. Al menos para la gente de San José aquellas eran novedades en estos festejos. No deja de llamar la atención el prestigio que los artesanos guatemaltecos tenían en materia de arte religioso, lo cual era promovido en la prensa local; de hecho en la Iglesia colonial de Orosi se conservan diversas pinturas y artículos religiosos que vienen del antiguo Reino de Guatemala.

Resulta interesante agregar que, a mediados del siglo XIX, las celebraciones de Navidad no estaban exentas de un tinte político. La Gaceta, del 31 de diciembre de 1860, refleja lo antes dicho: “En medio de los regocijos públicos por los cuales ha estado la Nación, el Gobierno se ha acordado de los que sufren. En Alajuela fueron indultados 17 ciudadanos, a quienes las autoridades judiciales perseguían como reos del delito de traición. Este acto de perdón y de generosidad, hará ver a nuestros lectores, lo mucho que se espera, matando la división de los ánimos con una reconciliación verdadera que viene en pos de actos de esta naturaleza”.

En medio de anuncios y avisos de la prensa josefina, promoviendo la venta de figuras importadas para portales; relatos de viajeros extranjeros sobre las celebraciones navideñas provinciales y amnistías de reos de conciencia, transcurren las celebraciones de Nochebuena del viejo siglo.

*El autor es coordinador del Programa de Estudios Generales de la UNED y profesor asociado de la Escuela de Estudios Generales de la UCR.