Lorca y sus ‘Sonetos del Amor Oscuro’

A propósito de los 85 años del asesinato de Federico García Lorca en Granada, en la madrugada del 18 de agosto de 1936, crimen por el cual nunca se investigó ni castigó a sus asesinos.

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Es el 14 de julio de 1936. El poeta Federico García Lorca, de 38 años, está en Madrid. La atmósfera política es irrespirable: hay ruido de sables y se espera un golpe de Estado por los militares en cualquier momento

El dramaturgo está preparando su viaje a México para reunirse con su íntima amiga, Margarita Xirgu, la gran dama de la escena española, quien desea representar sus obras. Pero antes debe despedirse de su familia, en Granada, por lo que toma el tren nocturno.

El 18 de julio, día de San Federico, tendrá fiesta en casa: es su onomástico. Por fin, amanece en su ciudad natal y en su querida Huerta de San Vicente. Madrid le ha parecido peligrosa y confía en que, entre los suyos, estará más seguro. En vano, aquí lo espera la dama de la guadaña, sombra siniestra que permea toda su obra…

La República

Brevemente —ya que el tema es amplio, además de que existe abundante información escrita o por internet sobre la Segunda República Española—, el contexto básico es el siguiente: el 14 de enero de 1931 la República sustituye a la Monarquía como régimen político en España. Un grupo de partidos gobierna durante dos años, intentando modernizar el país, dotándolo de una nueva constitución que establezca las bases democráticas necesarias: autonomía regional, separación de Estado e Iglesia, voto femenino, enseñanza pública y laica, etc. En 1933, ganan las elecciones las fuerzas conservadoras, que tratan de retrasar o anular los nuevos derechos.

Ahora bien, en los comicios de 1936, los partidos progresistas, agrupados en el Frente Popular, retoman el poder. Las fuerzas conservadoras, amparadas en la mayor parte de los cuerpos armados, no aceptan el resultado. Como consecuencia, sobreviene el golpe de Estado el 18 de julio de 1936, que fracasa ante la reacción inmediata del pueblo. Es ahora la guerra.

El gobierno central, lento e indeciso, acaba por permitir la formación de milicias populares. Los gobiernos democráticos (Francia, Inglaterra) no apoyan a su igual en España y ven para otro lado creando un comité de no intervención. Lo que no impide la intervención abierta de los gobiernos fascistas de Alemania e Italia, con armas y tropas en favor de los golpistas. La República se queda sola, excepto por el apoyo limitado de la Unión Soviética, la solidaridad moral de México y los voluntarios de las Brigadas Internacionales.

Madrid, por último, no caerá en manos de los facciosos hasta 1939, gracias a una nueva traición militar. El bando vencedor borrará toda la herencia republicana y será implacable con los vencidos durante la dictadura sanguinaria de Francisco Franco, hasta su muerte (1939-1975).

El escritor

Dejando de lado toda su obra primeriza de años mozos, para 1936 Lorca era ya muy conocido y leído en su país; posiblemente más, en lo internacional, sobre todo después de sus viajes a Buenos Aires, a Nueva York o a Cuba, que también fueron llave para descubrir toda la potencia sensual creadora…¡oscura!, que llevaba en el corazón.

Es curioso cómo en tan pocos años hasta el fatídico 1936, su lira se desencadenara en obras todas ellas sobresalientes: Romancero gitano (1924-1927); Mariana Pineda (1925); Poeta en Nueva York (1929-1930); La zapatera prodigiosa (1930); Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931); Así que pasen cinco años (1931); Bodas de sangre (1933); El público (1933; Yerma (1934); Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935); Doña Rosita la soltera, o el lenguaje de las flores (1935); Diván del Tamarit (1936); La casa de Bernarda Alba (1936); Sonetos del amor oscuro (1936).

La lista es incompleta: faltan no pocos poemas y otras obras de teatro, sus libros en prosa, sus cartas, sus dibujos, sus conferencias y, en fin, él mismo que, en persona, era todo un espectáculo por su agudeza mental y su contagioso encanto andaluz.

El hombre

Nace el 5 de junio de 1898, en Fuente Vaqueros, muy cerca de Granada. Es el hijo mayor y tiene tres hermanos: Francisco, Concha e Isabel. Sus padres son Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero: él, rico hacendado; ella, maestra. Todo hace pensar que tendrá el futuro del típico “señorito” español; pero no será así. Disfrutará de una magnífica educación y se apuntará con las causas populares.

Entrevistado en 1931, dirá: “Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío…del morisco que todos llevamos dentro.” Sin embargo, ya famoso, también dirá de su ciudad tan querida, que “…tiene la peor burguesía de España”. Con el tiempo, se le cumplirá en Granada —en “su Granada”, al decir de Antonio Machado— aquello de “pueblo pequeño, infierno grande”.

Toda su vida se sintió diverso, pues le correspondió vivir en un país y una época marcados por la homofobia. Asombra, por tanto, que fuera capaz de tanta genialidad concretada en obra.

Dámaso Alonso lo reconoce como “gran conversador”. Vicente Aleixandre habla de su “simpatía elevada a fenómeno cósmico”. Luis Rosales anota su “presencia mágica”. Rafael Alberti cita su “genialidad fascinante”. En fin, su principal biógrafo, el hispanista Ian Gibson, lo califica de “genio total…no es que recite: es que él es el poema”.

Los sonetos

Se trata de once poemas (pueden bajarse en internet), escritos en Valencia hacia 1935, que su familia nunca quiso dar a conocer por su contenido homoerótico. Sin embargo, acabarían siendo publicados en el diario ABC en 1984, pero omitiendo el comprometedor adjetivo “oscuro”. Curiosamente, poco antes había aparecido una edición clandestina de 250 ejemplares, enviada a destinatarios escogidos. Se discute quién sería el amor oculto, inspirador de los poemas.

Entre Rafael Rodríguez Rapún o Juan Ramírez de Lucas, ambos jóvenes de muy buena presencia, el contenido de los poemas (tormento, desesperanza, soledad, etc.) muestra en toda su trágica verdad la orientación sexual del genial granadino. Lo más interesante del caso es que el segundo de ellos, que por décadas había trabajado en ABC como crítico de arte, se presentó ante el director para confesar su relación sentimental con Lorca.

A su muerte, no mucho después, dejó un tesoro de cartas y dibujos del poeta en un cofre: había mantenido por cincuenta años su secreto para no ser discriminado en su trabajo. Homofobia interiorizada, autoestima apuñalada.

El final

La vida del vate, en pleno florecimiento de su genio, culmina trágicamente. Regresa a Granada el 14 de julio, cuatro días antes del golpe de Estado.

Granada cae pronto en manos de los facciosos y él, sintiéndose en peligro por sus simpatías republicanas, se refugia en casa de su amigo, el poeta Luis Rosales. Se siente seguro, porque tanto este como sus hermanos son miembros de la Falange, agrupación fascista que promueve el golpe.

Sin embargo, un fanfarrón granadino –de cuyo nombre es mejor no acordarse-, lo denuncia.

Así, el 16 de agosto ya está en prisión. Los esfuerzos de Luis Rosales y de sus hermanos falangistas para liberarlo, lo mismo que los ruegos del ilustre músico Manuel de Falla, son infructuosos. Y en la madrugada del 18 (se cumplen ya 85 años) lo sacan de la detención y, esposado junto a otro detenido, un maestro discapacitado, lo llevan hasta un barranco cercano a Granada. Ahí se fusila a ambos, junto a dos banderilleros anarquistas.

Según narra Ian Gibson en su obra Lorca y el mundo gay (Planeta, Madrid, 2005), esa misma mañana uno de los denunciantes proclamaba a todo galillo en un bar granadino: “Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón.”

Semanas después, ante el escándalo internacional por el asesinato del poeta, el régimen franquista usurpador teje toda clase de infundios para no reconocer su autoría; incluso su muerte solo se inscribe en el Ministerio de Justicia en 1940, como causada en “hecho de guerra”.

Al día de hoy, sus restos siguen sin ser ubicados, como ocurre con los de más de cien mil fusilados y fusiladas republicanos (o solo sospechosos de serlo), que aun yacen sin identificar y honrar por sus deudos en toda la geografía española. Afortunadamente, con el actual gobierno español de coalición (PSOE-Unidas Podemos) está ya muy cerca de aprobarse en el Congreso de los Diputados una nueva ley de Memoria Histórica. Ella obligará al Estado, entre otras cosas, a financiar el alto costo de esas búsquedas y a impartir justicia, anulando todos los juicios y otras acciones ilegales llevados a cabo hasta mucho tiempo después del final de la guerra en 1939 por el vengativo y deshumanizado bando vencedor del generalísimo Francisco Franco, “caudillo de España por la gracia de Dios”.