La poesía es un viaje hacia adentro en el nuevo libro ‘Itinerario del cimarrón’

El poemario de Carlos Morera Beita, publicado por la editorial Letra Maya, está impregnado de un gran valor estético y transita en la búsqueda incansable de libertad

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La poesía es a menudo una suerte de viaje. Es también una declaración que nos desnuda y muestra, al tiempo que nos va marcando caminos. El poemario Itinerario del cimarrón, de Carlos Morera Beita, publicado por Editorial Letra Maya, es el mejor ejemplo para evidenciar este rasgo ancestral de la poesía.

Con el título de este poemario, lo primero que evoca es «resistencia, africanidad y libertad», palabras ligadas a historias personales de reconocimiento y emancipación. En este tercer poemario del autor se recopilan notas de viaje, como un antiguo explorador arma su itinerario, que parte de la colectividad para arribar a su intimidad, parte desde tierras distantes para hurgar en el corazón de la identidad nacional, lo cual es un aspecto innovador dentro de la producción literaria del país. El viaje conlleva una declaración.

La primera parte comienza en Salvador de Bahía levantando la primera bandera; de ahí, nos enrumba hacia West Indies donde alguien «interroga mi tono de piel», nos cuenta el poema. Nos conduce atinadamente por los ásperos pasajes de la esclavización en Congo Square, recogiendo algunas palabras certeras de quienes levantaron con orgullo la negritud de la marginalidad. Posteriormente, nos presenta a Delfina Ortiz, mujer garífuna que brilla con la noche, ahondando en la cultura multiétnica que está en los cimientos de la cultura latinoamericana.

El hablante nos abre los ojos en ese recorrido, que es la esencia en este poemario, cuando nos cuenta la realidad de esta verdad criolla, casi excluyente, que a veces no permite identificarnos, al mostrarnos a los otros negros, a los de la costa Pacífica, en Santa Cruz (Guanacaste). Esa Costa Rica de quijongo y marimba, traídos desde África. Esos que muchas veces no consideramos o se consideran también de raíces africanas porque algunos «arrancaron las páginas» como lo plantea el poemario.

En ese viaje nos traslada a Mali y Tombuctú para recoger siglos de historias invisibilizadas; continúa por las errantes arenas del Sahara que transporta nutrientes a nuestras tierras. Se detiene en Haití y «esa osadía/fundar una aldea de cautivos/que se atrevían a levantar una patria/con la libertad como argamasa de todas las paredes». Acentuando en hechos trágicos, la poesía aborda el genocidio de Ruanda, donde «el odio se extendió por siete días y siete noches/como un incendio incontrolable» para que nunca olvidemos las atrocidades.

En ese rumbo insistente, el hablante continúa indagando sobre sus raíces, se encuentra con una abuela de su abuela que nunca conoció, pero ahora sabe que era una negra fugitiva que llegó del Valle del Cauca. Asimismo, se tropieza con la foto de una mujer indígena que era la abuela de la madre, reconociendo en su piel los genes olvidados de este linaje.

La poesía de Carlos Morera es una suerte de viaje, pero es también una búsqueda permanente de identidad que, al final, se transforma en el lamento indestructible de un pueblo en su procura de una identidad arrebatada como acto de sobrevivencia

La segunda parte «Itinerario de un forastero» aborda muertes recientes, rutas de búsqueda y libertades. Nos habla de tierra firme y de la Europa «prometida» por medio del poema Éxodo dedicado a los más de los 10.000 migrantes muertos cuando intentaban cruzar el mar Mediterráneo desde el 2014.

El itinerario del cimarrón remite a pueblos y almas libres, luchas y resistencias. Un poemario lleno de frases sencillas y emociones, impregnado de un gran valor estético, que transita en la búsqueda incansable de libertad, esa libertad tras la que estamos todas las personas.

El hablante descubre su piel y la de un pueblo, algunas veces tan invisibilizadas por la alucinación del mestizaje. Carlos Morera Beita nos quiere mostrar con este poemario que sabe de dónde viene y hacia dónde va: “sé de dónde vengo/ pero estoy aquí/ he regresado decidido/ dispuesto a evidenciar que tanto sudor/ no oxidó los sueños”.

El hablante se levanta airoso, se reconoce a través de abuelas, amigas y ancestros, reconociendo que «Somos los vestigios indisolubles/de lo que sobrevivió tras la demolición/y que hoy/de pedazos armamos las naves/ya no estamos dispuestos a morir/en la bodegas de sus barcos/a desperdiciar la última gota de sudor en sus campos». Certeramente lo plantea Quince Duncan en el prólogo: «este es un libro de amor sin guerra, un libro propio para sublevados».

Itinerario del cimarrón

Género: Poesía

Editorial: Letra Maya

Páginas: 72 páginas

Año de publicación: 2019

Precio: ¢5500