Francisco Amighetti y Margarita Bertheau, los pintores ticos que sembraron murales en San José con una singular alquimia

Estos célebres artistas adaptaron una técnica al trópico y protagonizaron un magnífico episodio del arte costarricense, gracias al cual heredamos un pequeño pero admirable cuerpo de murales

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Francisco Amighetti y Margarita Bertheau fueron –desde la década de 1940– los primeros artistas costarricenses en realizar obras murales al fresco. La técnica de la pintura al fresco se caracteriza por la aplicación de pigmentos sobre una capa fresca de mortero de cal, llamado intonaco. La pintura debe ejecutarse rápidamente antes de que el intonaco seque, para que el color quede fijado dentro del muro. Se requiere, para ello, que el artista realice la obra con precisión y seguridad, trabajando en jornadas de largas horas, mientras el mortero esté húmedo. De esta manera, las obras hechas al fresco se conservan mejor y por mucho más tiempo que otros métodos donde la pintura se aplica de manera superficial.

Esta técnica, desarrollada por pintores de todo el mundo, y en particular de Europa, a lo largo de muchos siglos, tiene evidentes limitaciones cuando es empleada en ambientes tropicales. Las condiciones de alta humedad y temperatura modifican el comportamiento de los materiales que se utilizan en las recetas clásicas para el intonaco, alterando su estabilidad estructural, y su capacidad de adherencia y de absorción de pigmentos. Por ello, la relativa ausencia de obras en esta técnica en nuestro país es esperable, y tanto más extraordinaria es la historia de estos dos artistas y sus primeros murales al fresco.

En el siglo XIX e inicios del siglo XX, las pinturas murales más usuales en Costa Rica eran aquellas que adornaban los interiores de iglesias, en particular en Heredia (como aquellos recientemente descubiertos en la Iglesia de la Inmaculada Concepción). Estas pinturas se realizaban generalmente al barniz –material usual en la ejecución de imaginería religiosa–, y eran posteriormente enriquecidas con otras técnicas como la pintura al óleo. Otras grandes pinturas en edificios públicos y privados se realizaban también con técnicas de pintura superficial; en algunos casos, como en el Teatro Nacional, se usaba la instalación de lienzos engomados, que habían sido previamente pintados, para adornar superficies arquitectónicas.

En 1947, Francisco Amighetti, ya entonces entrañable amigo de Margarita Bertheau, obtuvo una beca para estudiar la técnica de pintura mural en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, en México, institución de gran renombre donde se formaron muchos de los más importantes artistas mexicanos. A su regreso, junto con Bertheau, preparó varios ensayos para producir murales al fresco en San José. Luego de las primeras pruebas fallidas, comprendieron que era necesario adecuar las recetas del mortero aprendidas en México para atender los imperativos de nuestro clima.

Arte para las paredes de San José

Juntos, se dieron a la tarea de desarrollar una receta de intonaco que les sirviera para pintar al fresco en condiciones josefinas. Durante varios meses realizaron ejercicios agregando nuevos materiales y modificando sus proporciones. Probaron innumerables fórmulas en las paredes de la casa de Amighetti (entonces ubicada junto al parque Central), hasta que finalmente compusieron una nueva fórmula que, para su alegría, se mantuvo estable una vez aplicada.

Sin embargo, con una prueba elaborada y probada en corto plazo, los artistas no podían saber si esta receta suya daría vida larga a la primera obra que se realizó al fresco en el país: una obra que posteriormente a su elaboración sería conocida como La agricultura, ejecutada en la Casa Presidencial en 1948.

La agricultura fue una obra original de Francisco Amighetti, realizada gracias a la gestión de Margarita Bertheau ante el entonces presidente José Figueres Ferrer. Bertheau participó también en la realización de la obra junto con su autor, y albañiles asignados por el presidente para este efecto. Emulando la estrategia emprendida por los muralistas mexicanos hacía varias décadas, esta obra funcionaría como elemento de comunicación política en la exaltación de la nueva República, contribuyendo a la constitución de una narrativa, imaginario e iconografía nacionales.

Posteriormente, Luis Daell, cercano a Amighetti y Bertheau, produjo un nuevo mural para la Casa Presidencial titulado La piedad. Estos dos murales pertenecen actualmente a la colección del Museo de Arte Costarricense.

En 1951 y 1952, Amighetti realizó dos murales en la casa de Mario González Feo. En enero de 1952, Amighetti y Bertheau ejecutaron un mural al fresco de autoría de Amighetti en una pared del edificio del Banco Nacional, ubicado en el centro de Alajuela. Amighetti, por su parte, realizó posteriormente cuatro frescos en la Biblioteca del Policlínico de la Caja Costarricense del Seguro Social, hoy ubicados en el ala norte del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, en San José.

Por otra parte, la investigadora María Enriqueta Guardia recuerda el mural que pintó Flora Luján en la Escuela Normal en 1955, también al fresco, y para el cual le asistieron Margarita Bertheau y Floria Pinto.

Los murales pintados –y el censurado– de Bertheau

En 1955, Margarita Bertheau realizó seis murales al fresco. Tres en el Colegio Saint Francis y tres en la tienda La Dama Elegante (hoy, Hotel Presidente). Estos últimos se caracterizaron por un grafismo decididamente moderno, con clara influencia formal de la pintura del francés Henri Matisse y del costarricense Max Jiménez Huete. Sin embargo, estos murales, según consta en una crítica de la época, habrían sido realizados con una fórmula distinta a aquella implementada para La agricultura.

En 1960, por gestión del doctor Max Terán, Bertheau recibe el encargo de pintar un mural para la Maternidad Carit, otorgándole libertad sobre el tema y el tratamiento. Selecciona, para esta obra, la entonces controversial representación de la madre soltera. El mural fue censurado por la Junta Administrativa de la institución, y posteriormente fue destruido. No existen registros sobre la técnica empleada para esta pintura.

La formulación exacta del extraordinario mortero tropical de Bertheau y Amighetti murió con ellos. Versiones de estudiantes y colegas de ambos artistas difieren entre sí, pero evocan la utilización de cola vegetal, ceniza purificada, polvo de mármol y otros componentes en mayor o menor proporción. Nadie conoce a ciencia cierta la composición de aquel descubrimiento, y ningún artista posterior se ha dado con tanto ahínco a la alquimia exacta de un intonaco propio.

De este magnífico episodio del arte costarricense, hemos heredado un pequeño pero admirable cuerpo de murales al fresco realizados por ambos artistas. Aquellos elaborados en muros exteriores, como las escenas de la vida de San Francisco en el Colegio Saint Francis, han resistido con asombrosa estabilidad el paso del tiempo en condiciones tropicales y de alta contaminación ambiental.

El ímpetu y el ingenio de Francisco Amighetti y Margarita Bertheau perduran en las líneas y los colores pioneros de estos frescos, que por mucho tiempo más, esperamos, rendirán cuenta de la historia de nuestro arte.