Fernando Botero en Costa Rica: ¿Por qué no debe perderse su exposición de pinturas y dibujos en la Galería Nacional?

El 20 de julio se abrirá una exhibición de 60 obras de uno de los artistas más importantes del mundo. Carlos Uribe, curador en jefe del Museo de Antioquia en Colombia, explica por qué es importante esta muestra y algunas características de la obra del maestro colombiano

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El 11 es un número para la suerte. San José (Costa Rica) será la undécima ciudad en donde se presente la exposición Viacrucis: La pasión de Cristo, una colección de 27 pinturas y 33 dibujos del colombiano Fernando Botero, considerado uno de los cinco artistas vivos más importantes del mundo.

Con más de seis décadas con un estilo inconfundible (ese al que unos denominan de figuras gordas, otros llaman deformación de las figuras y que se trata de un juego con el volumen), Botero es el pintor, escultor y dibujante que más ha expuesto en el planeta, sus obras se venden en millones de dólares, están en las colecciones más importantes del mundo y son disfrutadas al aire libre en Colombia, Chile, México, España, Singapur, Italia e Inglaterra.

Viacrucis: La pasión de Cristo es una serie que el colombiano trabajó entre el 2010 y el 2012, la cual donó al Museo de Antioquia, en Medellín (Colombia). Es la única exposición itinerante de Botero en la actualidad y los costarricenses la podrán ver en el primer piso de la Galería Nacional (Museo de los Niños) a partir del sábado 20 de julio.

Los ticos verán al Botero de siempre, el de enorme renombre internacional, quien exploró las escenas de la pasión de Cristo y les dio una lectura más actual al incluirles personajes y paisajes actuales. Conversamos con Carlos Uribe, curador en jefe del Museo de Antioquia, para conocer más detalles de esta exposición y de qué artista retratan estos trabajos.

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–¿Por qué hay que ir a ver esta exposición? ¿Qué nos vamos a encontrar de Fernando Botero en ella?

–Con cualquier exposición de Fernando Botero, nos vamos a encontrar con un gran artista actual, uno de los cinco artistas vivos más importantes del mundo y nos vamos a encontrar con un gran artista latinoamericano. Vamos a encontrar también rasgos de identidad común, latinoamericana, cultural, que nos hermana. El arte de Fernando Botero engloba unos aspectos y unos rasgos distintivos de aquellos que vivimos en Latinoamérica, seamos colombianos, costarricenses, panameños, mexicanos o argentinos.

”Realmente allí hay una observación de la cotidianidad, de los aspectos históricos, también de las creencias, en este caso la religión, que nos une a través de estos episodios del Viacrucis: La pasión de Cristo, como se denomina la exposición. Así tenga una connotación religiosa, la inteligencia del artista contemporáneo tiene que ver en cómo él descentra el aspecto de los personajes religiosos, específicamente bíblicos, para introducir, incluir, personas de la vida actual, del hombre latinoamericano actual.

”Él pone al hombre y a la mujer actual en una situación de retrospectiva frente a unos episodios que se vivieron en el pasado y que hoy podrían ser también unas estaciones de un vía crucis que vivimos en nuestra realidad. Esa es la inteligencia del artista de cambiar un poco esa lógica del referente histórico y utilizarlo como telón de fondo para desarrollar una historia actual, de la vida contemporánea”.

–¿Se podría decir que es una lectura más laica de un pasaje bíblico?

–Sí, es una lectura laica del pasaje bíblico. En los artistas está la libertad de la interpretación. Hay una cosa también ficcional, no solo factual de lo que aconteció; está la lectura contemporánea.

–La pasión de Cristo es una de las temáticas más desarrolladas por la plástica y, durante siglos, fue el gran tema para la pintura, especialmente. ¿De qué forma Botero se acerca y se aleja de esa tradición?

–Siempre Botero ha tenido un retrovisor hacia la historia del arte y hacia los referentes de la historia del arte. El arte histórico, el arte del medioevo, el arte del Renacimiento; por ejemplo, Brugel es uno de los artistas que él mira para esta específica serie del Viacrucis: La pasión de Cristo. También mira a Durero. Por supuesto, en su estética está muy marcada la influencia de los artistas del Renacimiento como Boticelli, como Paolo Uccello, que, de alguna manera, caracterizan su estilo de deformación de la figura o de expansión de la forma.

–Sin embargo, no es una lectura clásica. Puede ser un homenaje al arte clásico, pero no una lectura clásica…

–De todas maneras en lo que es toda la estructura pictórica y la composición de los dibujos del maestro siempre hay un canon de la estética muy claro, que tiene que ver con esos artistas del pasado, básicamente de final del medioevo y el comienzo del Renacimiento. (...) Uno sí podría decir que hay un referente muy claro frente al ícono tradicional en la composición, lo que cambian son las circunstancias atemporales de los personajes. Permanece la figura central del Cristo, los soldados romanos, los judíos, las vírgenes, pero el cambio que él propone es la inclusión de la mujer y el hombre contemporáneos en esas situaciones: un hombre que lleva un reloj o una cadena de oro, que usa jeans, ese tipo de elementos que le cambian a uno la lógica de la estética tradicional.

–¿Qué Fernando Botero nos presentará esta exposición? ¿Cuáles de sus características comunes encontramos de su obra y qué singularidades hay en esta serie que lo diferencian de él mismo?

–En esta exposición Viacrucis: La pasión de Cristo, el maestro tiene los mismos rasgos de su estética inicial, el estilo boteriano, que tiene que ver con la expansión de la forma, dicen unos críticos y curadores, o la deformación de la figura, como lo mencionan otros. Todo es maximizar los volúmenes y minimizar ciertos detalles de los personajes o de las cosas para enfatizar mucho más esa expansión de la forma. Yo no diría gordura. En esta serie está implícito este estilo.

”Eso es importante: los costarricenses van a poder ver el Botero que siempre han visto o percibido en el imaginario. Lo único que cambia realmente acá con el Viacrucis: La pasión de Cristo es lo que el maestro comienza a desarrollar a partir del 2010. Y es que cambia un poco los aspectos festivos (humor, fiesta, ironía y exaltación de lo cultural identitario) para trasladar su enfoque hacia lo dramático. El Viacrucis es una primera serie que él desarrolla, luego está la de Abu Ghraib (sobre los abusos y las torturas de soldados de los Estados Unidos a prisioneros iraquíes). También desarrolló los cuadros que tienen que ver con la violencia en Colombia, los atentados terroristas, Pablo Escobar… A partir del 2010, él cambia a hacer más reflexiva y dramática su mirada”.

–Es cierto que es una serie más dramática, pero llama la atención que están el humor, la ironía, Colombia, la violencia, los autorretratos… Todos son temas que se han ido repitiendo en la obra de Botero.

–Sí, por supuesto; está todo eso que tú mencionas. Él no deja de ser él mismo. En el estilo moderno que maneja el maestro Fernando Botero, siempre está implícito hacer lo mismo de forma diferente. Siempre tiene los mismos motivos para desarrollar su pintura, sus dibujos, su obra gráfica; siempre está implícita la misma identidad.

–Son los rasgos identitarios que lo definen…

–Por supuesto. ¿Qué puede mirar uno allí también? Hay un asunto del color, que es muy importante en la obra del maestro. No creas que el maestro desarrolla los cuadros de una manera rápida y pasando de uno al otro; él siempre los está volviendo a mirar, mira la composición, los pesos de las formas, del color; cómo se equilibra el cuadro y el color es importantísimo para el tema del equilibrio.

–Además del color, ¿qué otros rasgos identitarios latinoamericanos se manifiestan en su pintura?

–En el trasfondo de las pinturas y los dibujos uno puede ver también un paisaje actual, de características de nuestras arquitecturas. No solo hay referencias a arquitecturas del pasado del medio oriente, también uno puede otear vegetación, descripciones del paisaje y de la arquitectura que la hacen muy común a este contexto de Latinoamérica.

–Otro aspecto notable es la posición que asumen algunos de los personajes. Hay una relación con el espectador, que lo hace a uno sentirse parte de la acción de la pintura. ¿Eso es adrede?

–Claro, la intencionalidad del maestro desde el comienzo de su trabajo plástico ha tenido que ver con una postura muy teatral, hay un asunto de la frontalidad de las figuras. Algunas lo miran a uno, lo ponen en cuestión, lo ponen en conexión directa por medio de una mirada o lo ponen en una situación un poco teatral u operística, en el sentido de que nosotros estamos aquí y estamos viendo unas escenas que están ocurriendo como en un escenario.

–El autorretrato que está en una de las pinturas es un guiño a quien observa...

–Esas miradas o esos giros que tienen los personajes hacia el espectador son una confrontación: son un ‘mira, estás parado aquí y tú puedes ser la misma persona que está aquí dentro del cuadro y puedes estar viviendo esta situación como victimario o como víctima o como indiferente en una situación contradictoria, de vejamen, de tortura, de lo insólito que puede ocurrir en el mundo contemporáneo o 2000 años atrás’.

–Como me dijo, Fernando Botero es uno de los artistas vivos más importantes del mundo. ¿Qué es lo que le ha fascinado al mundo de Fernando Botero que sigue siendo tan vigente?

–Aún nos cuestiona mucho qué es lo ha hecho tan popular porque realmente fue un artista que, desde sus comienzos en los años 50 y principalmente en los 60, iba a contracorriente de las tendencias de las vanguardias internacionales. Tuvo una figuración en Colombia muy importante. La crítica Marta Traba lo acogió entre sus artistas favoritos y que se proyectaban en una escena del arte moderno no solamente en Colombia, sino en Latinoamérica. Vivió en Europa y pasó momentos muy difíciles; muchas veces aguantando frío y sin tener carbón para la calefacción en los inviernos; luego, vivió en Estados Unidos, en circunstancias muy difíciles. En aquel tiempo lo que había era la abstracción y el arte pop norteamericano y lo que él pintaba era una estética muy, muy particular, centrada en la mirada a la historia del arte del Renacimiento y también pensando en situaciones de la identidad de América Latina; eso en Estados Unidos no era muy atractivo.

”Su perseverancia y su radicalidad en sacar adelante un estilo propio figurativo lo fue llevando a él a que lo conocieron algunos críticos, coleccionistas y uno que otro curador; por ejemplo, una curadora del MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) lo visitó de una manera accidental porque fue a ver a otro artista, que le dijo ‘pásate aquí al lado al otro estudio que hay aquí un artista latinoamericano que te puede parecer interesante’; ella lo vio y dijo: ‘esta obra la necesitamos inmediatamente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York’. Allí, empezó a tener mucha fuerza; también por la Galería Marlborough.

”Su obra se dio a conocer fuertemente al final de los 60 y en los 70. Después se convirtió en un fenómeno y ha tenido megaexposiciones en China, Japón, Estados Unidos, Canadá, en la mayoría de los países de Europa, en Latinoamérica y ahora va a estar en Costa Rica, que es maravilloso, que nos tiene muy contentos a todos aquí en Medellín, en el Museo de Antioquía. El maestro conoce la noticia y está muy honrado de que los costarricenses puedan tener la obra de él.

”Todavía seguimos pensando que no entendemos cómo Botero, a contracorriente de las tendencias internacionales, hubiera sido capaz de posicionar una obra más de carácter autobiográfica, más con una lírica personal frente a las tendencias globales e internacionales. La perseverancia y la inteligencia visual lo llevaron allá. Él se ha sostenido y ya es una marca internacional. Nos enorgullece no solo a los colombianos, sino también a los latinoamericanos que sea uno de los artistas más importantes del mundo”.

–Botero le dijo al diario El País, en febrero: “Soy el pintor vivo que más ha expuesto en el mundo. Hasta los niños chicos reconocen un ‘botero”. ¿Por qué se volvió un estilo tan reconocido y reconocible?

–Porque es único. Nadie más pinta como él. Nadie más se parece a él. Él generó esa expansión de las formas o de los volúmenes o deformación de las figuras, maximizando los volúmenes y minimizando los detalles, y así logró generar un estilo propio. Nadie más se parece a él. Eso es lo que cualquier marca quisiera tener, no solamente desde las artes visuales; en la publicidad, en el mercadeo y en las estrategias de las grandes marcas empresariales: se quiere que sea única, que cualquiera la pueda identificar y que no haya par a su lado.

–Precisamente por ese mismo estilo, hay dos críticas que se le hacen constantemente: una que es que se vende mucho y otra es que se ha vuelto repetitivo. ¿Cómo se combaten esas críticas que se escuchan a menudo?

–La crítica siempre es importante porque hacen que tú tomes planes de mejora sobre lo que haces. El maestro Botero es una persona que está más allá del bien y del mal, de la crítica positiva o negativa; él va hacia adelante con su proyecto. Sin embargo, voy a responder a lo que tú mencionas. El tema de que se venda es un asunto que natural al trabajo: si el trabajo es atractivo, se vende; eso no está mal para los artistas que se inserten en el mercado. (...) Si lo que uno hace, además del valor cultural, tiene un valor económico pues maravilloso.

”En cuanto al tema de lo repetitivo, también es respetable quien lo diga. Pero, Botero es un artista moderno y no tanto centrado en la contemporaneidad; el artista moderno privilegia un estilo, una sola forma de hacer. En cambio, un artista contemporáneo es más versátil, puede manejar diferentes, medio, técnicas, situaciones, que difieren de una estética unívoca como la de Botero. Cada arte para su tiempo: a Botero hay que entenderlo como una estética moderna”.

–La crítica de si se vende mucho tiene que ver más con si hace concesiones para seguir vendiendo...

–No creo que la haya hecho concesiones al mercado. Su obra está muy posicionada, del millón de dólares para arriba la mayoría de ellas. Es parte de subastas en Sotheby’s y Christie’s; está con la mejor galería del mundo, en las mejores colecciones del mundo, los coleccionistas saben quién es y él no necesita hacer ninguna concesión.

–La gente se refiere a sus figuras como las gordas u obesas; sin embargo, Botero ha sido muy claro en que no ve eso. Hablemos sobre este tema. ¿Por qué alejarnos de esta idea de gordura o de obesidad y más bien hablar de la maximización de los volúmenes?

–Sí, él ha sido muy claro. No hay que banalizar el concepto que él trabaja, decir que son figuras gordas y ya, sino que hay todo una concepción estética de las expansión de la forma o de la depuración de la figura en que maximiza unas cosas y minimiza otras. Ese es el concepto que él maneja.

”Que las personas lo vean de una manera jocosa y popularmente se hable de esa manera, pues a nadie se le puede quitar lo que piensa. Pero para entender un poco más a profundidad la obra de Botero pues hay que tratar de observarla bajo esos conceptos de maximización o de expansión de los volúmenes o deformación de la figura”.

¿Qué debe saber sobre la exposición?

La exposición Viacrucis: La pasión de Cristo estará en la Galería Nacional, del Centro Costarricense de Ciencia y Cultura (Museo de los Niños), del 20 de julio al 20 de octubre. Habrá un horario especial de martes a domingo de 9 a. m. a 7 p. m. y se harán actividades especiales como foros y visitas guiadas durante ese tiempo.

La entrada a esta exhibición costará ¢5.000. Y se puede comprar, a partir del miércoles 17 de junio, en la dirección boleteria.museocr.org

Esta exposición es un esfuerzo del Centro Costarricense de Ciencia y Cultura con apoyo de la Embajada de Colombia y el patrocinio del Instituto Nacional de Seguros y Davivienda, en el marco del bicentenario de Colombia y los 25 años del Museo de los Niños.