Exposición de Julio Escámez en el Museo de Arte Costarricense: Arrojar luz sobre un pintor erudito

El Museo de Arte Costarricense salda una deuda con el artista chileno, que llegó a Costa Rica en 1974 y murió en el 2015, en una exposición que reúne 70 de sus pinturas, xilografías, bocetos y libretas de apuntes

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Fueron tesoros escondidos en la casa del artista y profesor chileno Julio Escámez (1925-2015) y ahora son protagonistas de una gran exposición en el Museo de Arte Costarricense (MAC), en La Sabana.

Esta es una muestra que revela a un Escámez erudito, conocedor de la historia del arte, que usaba su sapiencia, investigaciones y maestría técnica para hacer obras complejas –con muchas posibilidades de lecturas– acerca del poder, la política, las dictaduras, la relación entre el ser humano y la tecnología, la desigualdad, la enajenación y el carnaval, entre otros temas; además, se interesó en diferentes mitologías y tradiciones.

Las seis pinturas de gran formato –por ejemplo, cuadros de 2 m de alto por 3 m de ancho– que atrapan la atención en la nave principal del MAC fueron pintadas, durante años, y quedaron recluidas en el tercer nivel de la casa de Escámez, ubicada en Barva de Heredia. Es decir, antes de este 2018, muy pocas personas habían podido observarlas a cabalidad.

Al morir, el artista le dejó todas sus obras, bocetos, apuntes, biblioteca –unos 3.000 títulos–, documentos y hasta su propio hogar a la Universidad Nacional (UNA), donde fue profesor de la Escuela de Artes Plásticas e influyó en varias generaciones de creadores visuales.

La UNA contrató a Alicia Zamora y su empresa ConArte Restauración para poner este fondo a salvo, con algo de premura debido a las malas condiciones (humedad, filtraciones de agua, roedores e insectos) en que estaba el inmueble donde vivió Escámez. Durante seis meses entre el 2016 y el 2017, Zamora y un equipo de 11 personas hicieron un inventario y registro minucioso de los bienes, los limpiaron y los resguardaron en cajas o carpetas.

Ninguna puerta permitía que salieran aquellas enormes pinturas del tercer piso, que era una suerte de templo, así que se tuvieron que desmontar varias ventanas para lograr sacar las cajas con las piezas. Fue toda una operación que requirió poleas, eslingas –lingas–, un equipo de Mudanzas Mundiales y mucho cuidado, ya que había cables de alta tensión cerca.

Se registraron más de 5.000 objetos en el fondo Escámez, entre los que se incluyen obras de arte, libros y documentos.

“Había recortes, muchos apuntes y libros. Escámez era un estudioso; su obra se sustenta en teorías y filosofías. Entre los libros se encontraban notas, bocetos y apuntes. (...) Cada cosa que encontrábamos tenía su importancia para lo que estaba creando”, contó Zamora.

Si bien se hizo una limpieza básica y se eliminaron materiales ácidos que las pusieran en peligro, las piezas aún no han sido restauradas. “Una buena parte está en bastante buen estado; sin embargo, hay algunas obras que requieren intervención urgente debido a materiales de mala calidad, a que están resecas, a bastidores afectados por insectos...”, agregó ella.

Selección de las obras

La exhibición dedicada a este pintor, muralista y grabador que llegó a Costa Rica en 1974 –después de ser perseguido en su Chile natal por sus ideas de izquierda– reúne 70 trabajos, entre ellos pinturas, grabados, bocetos y apuntes.

La curadora María José Chavarría hizo una selección de las obras más representativas, a partir del registro y fotografías del fondo Escámez de la UNA. No se incluyen trabajos en otras colecciones estatales ni de colecciones privadas.

En los cuadros grandes de la nave principal del MAC, el pintor pone en evidencia sus obsesiones: la literatura, el apocalipsis, el carnaval, la mitología, la explotación, la guerra... Son pinturas en que el artista coloca varias capas a partir de temas que surgen de la realidad para vislumbrar, en algunos casos, futuros probables.

Apocalipsis es toda una apoteosis. Hay fuerzas encontradas, hay crisis, hay obreros, hay indígenas, hay migrantes, hay burgueses, hay ejércitos, máquinas, arcángeles y helicópteros. Para la curadora, en esta obra se representa una especie de cataclismo contemporáneo y denota el legado de los muralistas latinoamericanos.

La deshumanización a causa del avance tecnológico queda claramente planteada en El gran vendaval. “El caos fue expresado por el artista gracias a una buena cantidad de figuras en movimiento, cuyos exquisitos escorzos le confieren a la obra una potente ilusión de profundidad”, detalla el texto de la exposición.

Un gran carnaval en escena es lo que se encuentra en El gran teatro del mundo (técnica mixta sobre tela), que recuerda que Escámez fue apasionado del teatro y ejerció también como escenógrafo y vestuarista.

Bocetos, estudios preparatorios, recortes y libretas de apuntes complementan la muestra. Está el proceso, su detallada investigación visual, sus estudios de las figuras.

En los bocetos, el curioso encontrará figuras que no están en el cuadro final y, en la pintura, verá imágenes que no estaban en los borradores.

También se evidencian otras facetas del chileno: la del artista interesado en el rescate de la culturas indígenas, la del grabador, la del escenógrafo y vestuarista, la del muralista.

Para la curadora, esta exposición es resultado de un esfuerzo del museo por recuperar a algunos artistas que aún no han tenido espacio de exhibición en el MAC y de la intención del Ministerio de Cultura de revalorizar la colección de Escámez en poder de la Universidad Nacional.

“ (...) su pasión por el dibujo y la perspectiva, por el uso del escorzo y el manejo del color hacen del artista un ejemplo de una gran amplitud de visión y de una mezcla poderosa y crítica entre imaginación y realidad”, concluye el texto que acompaña la exhibición.

Maestría técnica

Las temáticas de las obras de Escámez pueden hacernos pasar por alto un aspecto destacado: su maestría técnica. La curadora María José Chavarría lo considera una autoridad en el dibujo, en especial por su pericia para el escorzo (representación de las imágenes que se extienden en sentido perpendicular u oblicuo al plano del soporte sobre el que se pinta, explica el Diccionario de la Lengua Española) y lo elaborado de cada creación. Él encontraba las maneras más complejas de representar las figuras. Sobresalen en sus obras los cuerpos contorsionados, los ángulos acentuados y las perspectivas forzadas.

Dramas del mundo

Las dictaduras, la Conquista española, las guerras y la destrucción a causa de las máquinas tienen un lugar preponderante dentro de su producción. El artista conoció el franquismo porque su padre vivió la guerra civil española (1936-1939) y la llegada al poder de Francisco Franco, además sufrió las consecuencias de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, que destruyó uno de sus murales y lo persiguió por sus ideas de izquierda. En 1974, Escámez tuvo que abandonar su país natal y viajar a Costa Rica; aquí permaneció hasta su muerte.

Apocalipsis convocado

En la obra de Julio Escámez, el apocalipsis es protagonista y lo usa como un recurso crítico ante el capitalismo y sus consecuencias. “Si la relación del ser humano con la máquina, se vuelca hacia una visión capitalista, en donde el control y el poder corrompen una relación de equilibrio, el único futuro posible apunta hacia la destrucción”, detalla la curadora en sus notas. Esta temática se nutre de la iconografía cristiana, por lo cual se encuentran jinetes, ángeles en batalla, trompetas y dragones, junto a máquinas, caos y devastación.

Ese gran escenario que es el mundo

El artista encuentra en el carnaval una posibilidad de subvertir el mundo, que es un enorme escenario como lo pensaba el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca. Esta referencia no es casual: Escámez fue escenógrafo y vestuarista, y sus creaciones muestran múltiples referencias a grandes figuras como Calderón de la Barca, William Shakespeare y Oscar Wilde, así como a muchos libros y escritores de diferentes tradiciones. Este hombre nacido en Chile tenía una enorme biblioteca en su casa en Barva de Heredia.

Arquitectura

En una lectura detallada de los múltiples planos en sus obras, llama la atención su conocimiento y constantes alusiones visuales a diferentes estilos arquitectónicos. Encontramos en sus pinturas y dibujos edificios románicos, góticos, coloniales y neoclásicos, entre otros. Asimismo se hallan ciudades futuristas con gran presencia de máquinas y tecnología, unas son vehículos para la destrucción masiva, pero en ocasiones, como en el mural La ciudad del futuro –que pintó para el Instituto Nacional de Seguros y está en su sede central en San José–, son un espacio al servicio del hombre. “Es la ciudad vista como aquella expresión máxima de la civilización, donde está presente el poder inventivo del hombre, como su obra de arte máxima, síntesis de la cultura humana”, le dijo Escámez al periódico chileno El Sur en 1987.

Nuevo humanismo

Julio Escámez creía en una relación más balanceada y más conveniente con la tecnología y las creaciones del ser humano basadas en la electrónica. Y su pintura era el medio que él utilizaba para esa búsqueda. “Mi pintura es una búsqueda del nuevo humanismo. Pienso en un humanismo donde el hombre no termina dominado por la tecnología, sino a la inversa, donde el hombre maneje la tecnología en real beneficio del hombre”, expresó en otra entrevista en 1991. A su juicio, siempre debían primar los valores y el progreso era aquel en que todos los seres humanos crecieran juntos.

Todos los ángulos

Sus libretas de dibujos y sus bocetos muestran a un artista que bosquejaba figuras obsesivamente, que estudiaba todos los ángulos y perspectivas posibles, borradores y borradores que iba transformando hasta elegir uno e incorporarlo a uno de sus trabajos. Tales bocetos exponen el proceso oculto tras obras complejas y ricas en posibles lecturas.

¿Cuándo y dónde?

El Museo de Arte Costarricense está ubicado junto a la estatua de León Cortés, en el parque metropolitano La Sabana. Abre de martes a domingo, de 9 a. m. a 4 p. m.

Además de la muestra de Julio Escámez, se puede visitar la exposición de Lola Fernández.