El gesto erótico en el arte costarricense

La exposición Detrás del Portón Rojo analiza la articulación constante de la mirada y el deseo en la práctica creativa de artistas costarricenses

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“¿Porqué no poner órganos sexuales en lugar de ojos, y ojos entre las piernas?”, interrogaba Pablo Picasso, epítome del artista moderno. Para él, el acto de pintar y el acto sexual constituían una sola y misma cosa, donde convergen el placer y la violencia en una estruendosa afirmación de la existencia. La pasión erótica se asimila entonces al gesto creativo, y por ende, al impulso vital.

La exposición Detrás del Portón Rojo, presentada en el Museo de Arte Costarricense desde el 17 de noviembre, analiza la articulación constante de la mirada y el deseo en la práctica creativa de artistas costarricenses desde el siglo XIX, así como las relaciones entre el artista y su modelo, entre el exhibicionista y el voyeur (siendo este segundo también el propio visitante), entre la reivindicación y el ocultamiento.

Se desprende que el gesto erótico ha fascinado a innumerables generaciones de artistas y se ha declinado en intenciones más o menos íntimas, más o menos políticas. De la travesura creativa a la militancia social, las manifestaciones de lo erótico en el arte costarricense plantean problemáticas fundamentales sobre el lugar y la expresión del impulso sexual en nuestra historia reciente.

No solo su contenido, sino la transversalidad de esta muestra, perturba los códigos usuales del Museo: apuesta por correspondencias simbólicas subterráneas y cuestionamientos inusitados, fecundos y de amplia consecuencia conceptual, en oposición a categorías estilísticas o secuencias temáticas o cronológicas.

Cuenta historias extraordinarias sobre la representación, interpretación, censura y celebración del cuerpo desde la mirada de los artistas.

El Museo de Arte Costarricense, como espacio simbólico de tradición, constituye una plataforma particularmente propicia para la re-significación del erotismo en el arte costarricense. En la coyuntura de una revisión de discursos oficiales sobre la educación afectiva y sexual, el gesto artístico contenido e interpretado en este guión se transforma en poderosa insignia de nuevos tiempos y nuevas ideas.

Desde la voluntad de permanencia implícita en el arte, y la desesperada negación de la muerte propia del goce erótico, esta exposición nos abre una puerta a la inmortalidad.

El arte es peligroso, dijo Pablo Picasso.

*La autora de este artículo es directora del Museo de Arte Costarricense.