El fotógrafo argentino Daniel Mordzinski le pone rostro a la literatura costarricense

Como una de las novedades de la Feria Internacional del Libro, que se realizará del 10 al 19 de mayo, el llamado fotógrafo de los escritores presentará un libro con más de 60 autores, 70 imágenes y muchas historias

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Esta historia comenzó en 1978 con el escritor Jorge Luis Borges con su bastón, una luz y una mano y, por supuesto, con un cazador de imágenes amante de la literatura. Han pasado 40 años, una veintena de libros y cientos de autores retratados, en su intimidad y lejos de las poses tradicionales, por el prestigioso artista argentino Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960), quien se ganó el título de “fotógrafo de escritores”.

Desde el 2017, Mordzinski posó su lente en Costa Rica. Tenía décadas de anhelar conocer nuestra nación y a nuestro medio literario, así que mientras descubría el país retrataba a diferentes generaciones de costarricenses dedicadas a las letras: José León Sánchez, Anacristina Rossi, Lara Ríos, Carlos Cortés, Julieta Dobles, Carlos Fonseca, Laureano Albán, Ana Istarú, Luis Chaves, Dorelia Barahona, Carla Pravisani, David Monge, María Montero y Cirus Ch. Piedra, entre muchos.

Con sus rostros escribió un libro de literatura costarricense que será presentado en la Feria Internacional del Libro de Costa Rica, que se realizará del 10 al 19 de mayo en la Antigua Aduana, con el festival Centroamérica cuenta como invitado de honor.

Costa Rica en los retratos de sus escritores, publicado por el sello Uruk, es un viaje por las letras nacionales, así como un testimonio de cariño y complicidad, en que las imágenes son acompañadas por sugerentes textos de Rodrigo Soto. Es una travesía en que se encuentran escritores pidiendo un aventón, uno que corre en pantaloneta por la playa, otro que sale de la cajuela de un autor, aquel que rema en un botecito, el que abraza una mata de banano, aquella que posa frente a los plátanos maduros, la que espera el tren, la que observa llover, la que se sienta en media calle, los que ven a la cámara...

La “centroamericanitis" que ostenta, la forma en la que trabaja y los proyectos en los que tiene su cámara de por medio son algunos de los temas que abordó al conversar acerca de este libro.

–¿Qué retrato hace este libro de los escritores en Costa Rica? ¿Cómo es Costa Rica en el lente y las fotografías de Daniel Mordzinski?

–Centroamérica entró en mi vida y en mi corazón por una puerta luminosa cuyo cerrojo abrió Sergio Ramírez. El Premio Cervantes nicaragüense me transmitió el amor por su continente y, desde entonces, respiro con “centroamericanitis” crónica. El libro es un viaje al corazón de la literatura costarricense y es también mi historia de amor con un país y con sus escritores. Costa Rica en los retratos de sus escritores es el espejo de mi cariño y admiración por un país bello, generoso y hospitalario.

–¿Cómo se inserta este libro con fotinskis (fotos+Mordzinski) de escritores costarricenses en el atlas mundial de autores que está haciendo?

–Cuando decidido retratar a un escritor trazo un plan, planeo, leo, imagino continuamente posibles escenarios o situaciones y, sin remedio, improviso, porque esa es la gran apuesta. No tengo ningún plan (consciente) de hacer un atlas ni una guía telefónica de escritores; disfruto de cada proyecto, del presente y me conformo con los gratos momentos que me toca vivir.

–¿En qué se parece y en qué se aleja de otros libros de su estilo?

–Muchas veces sonreí escuchando a escritores afirmar que su última obra era su mejor libro. Ahora, me pasa algo parecido pues quiero muchísimo este libro y lo considero el más logrado. Este libro me permitió fotografiar y viajar (dos de las cosas que más amo en la vida), descubrir escritoras y escritores excepcionales que se prestaron al juego del retrato con respeto y complicidad; finalmente, conocí los paisajes únicos de Costa Rica.

–Este libro es un proyecto acariciado desde el 2011. ¿Cómo ha sido el camino para poder hacerlo realidad?

–Este libro es una prueba más que cuando Óscar Castillo, editor de Uruk Editores, se propone algo lo logra. En efecto, desde el 2011 evocamos la posibilidad de hacerlo, pero fue en el 2013 cuando la Universidad Veracruzana publicó un libro sobre la literatura nicaragüense y Óscar me dijo: “Mi país se merece un libro de escritores así. Vamos adelante”. Finalmente, en el 2018, todo se materializó, gracias al apoyo del Ministerio de Cultura y a la obtención de una beca del Programa de Becas para el Financiamiento de las Artes Literarias del Colegio de Costa Rica.

–¿Qué implicó la aventura para reunir estas fotografías? ¿Qué descubrió de nuestra literatura y de nuestros autores?

–Lo primero, y disculpa la cursilería, es que fui inmensamente feliz haciendo este libro. Disfruté de su preparación, un proyecto como este comienza mucho antes de subirte al avión y necesita una preparación que podría desanimar a muchos. William Eduarte fue clave en esta etapa: al mismo tiempo que me enviaba fotografías de locaciones, armaba mi complicada agenda. Sus consejos y, luego su apoyo como asistente, fueron claves en la realización del libro.

"Carlos Cortés fue el primer escritor costarricense que conocí. Eso sucedió en Biarritz en los años 90 y, desde entonces, su amistad y sus libros me acompañan. La invención de Costa Rica, que reúne artículos sobre la literatura tica, señaló el camino de este libro. En 1997, conocí y retraté en París a Ana Istarú, Anacristina Rossi y Quince Duncan.

“Tuve que esperar hasta el 2017 para hacer mi primer viaje a Costa Rica y exponer mis imágenes en el Museo Calderón Guardia. Esa muestra, producida por Acción Cultural Española, incluía desde mis primeras fotografías de los años 70: Jorge Luis Borges, Cortázar, García Márquez, Cabrera Infante, Roa Bastos, Donoso, Sabato, Bioy Casares, Carlos Fuentes…, hasta las más recientes de jóvenes autores que escriben desde la periferia”.

–Las fotinskis son travesuras visuales que cuentan historias. ¿Hacia dónde lo condujeron estas travesuras?

–Por correo les pedí a los autores que propusieran el lugar donde les gustaría ser retratados; luego, todo cambió en función de las geografías que iba descubriendo, de la luz, de sus disponibilidades y de mis tiempos. Y, en muchos casos, de lo que descubría en el camino. En ese juego de búsqueda del tesoro, sentí una tremenda sintonía, mucha emoción y una disponibilidad sin límites de la parte de todos los escritores.

“Algunos llegaron a pedir uno o dos días de permiso en sus trabajos para acompañarme en un viaje que, por momentos, nos obligaba a hacer noche en el camino. La generosidad no tuvo límites y autores como Rodolfo Popo Dada hicieron posible y realidad mi sueño de viajar a Tortuguero. La hospitalidad de la comunidad literaria de Costa Rica ha sido conmovedora”.

–Sé que es difícil escoger, pero ¿cuáles son las imágenes más emblemáticas que salieron de esta aventura? Esas que usted sabía que no podían faltar.

–Uf, ¡qué pregunta tan difícil! De todas las imágenes mis preferidas son las fotografías de grupo; me gusta hacerlas, crea una buena dinámica en el grupo y, en este caso, me pareció alegórico de la complicidad que existe entre los escritores de Costa Rica. Decidí maquetarlas reforzando la idea de road-movie, o road picture, pues creo aporta dinamismo al diseño. Esas fotos son también un claro testimonio de lo bien que nos la pasamos y lo mucho que nos divertimos.

–En una entrevista pasada, me comentó que el respeto y hablar de literatura eran importantes en su acercamiento a los autores. ¿Leyó textos de estos más de 60 escritores? ¿Cómo logró conocerlos y acercarse a cada uno en sus viajes a Costa Rica?

–Leí todo lo que pude; lecturas como Calypso de Tatiana Lobo, La isla de los hombres solos de José León Sánchez, Coronel Lágrimas de Carlos Fonseca, o los poemas de Osvaldo Sauma estimularon mi deseo de conocerlos y fotografiarlos. La gran novela perdida de Carlos Cortés fue mi brújula también. El objetivo era sumarles a los autores conocidos por la prensa y la academia, aquellos que escriben arrinconados desde la periferia pues todas y todos hacen la literatura costarricense de hoy.

"Leerlos a todos sería imposible, pero unas páginas o un poema siempre ayuda pues te muestra el universo del autor del mismo modo que te invita a descubrirlo.

"La selección de los autores fue arbitraria y seguramente incompleta, pero puedo asegurar que no recibí ningún tipo de presión del editor ni de ninguna institución. Óscar Castillo me dio libertad total y si existe alguna ausencia u omisión la responsabilidad es únicamente mía.

“Quiero pedir disculpas a los muchos autores que no aparecen en el libro por falta de espacio pero figuran con igual intensidad en el atlas de las letras costarricenses”.

–En el proceso para hacer una foto, usted les propone a los autores una idea. Cuando uno conoce mucho a un escritor, es más fácil hacer que la propuesta funcione. ¿Qué pasa cuando no conoce tanto al escritor? ¿Cómo proponer ideas interesantes, pero no descabelladas?

–Saber escuchar es saber ver. La experiencia y los años te ayudan a intuir a quien le puedes pedir sacarse la camisa o dar un saltito. Y tener buenos espías sobre el terreno ayuda también, je, je; finalmente, me inspiro de sus textos: en ellos encuentras las claves o ideas para futuras fotografías. En el fondo, yo propongo y los escritores disponen.

–¿Qué piensa del diálogo establecido entre sus fotografías y los textos que Rodrigo Soto le escribió a cada autor e imagen?

¡Me encantan! Creo que hacemos un buen tándem: sus textos son el mejor compañero de ruta de mis imágenes. Rodrigo logró algo muy difícil, que pocos son capaces de hacer: no escribió biografías neutras y aburridas ni textos que repiten lo que ya muestran las fotos. Son semblanzas literarias bellas, profundas, inteligentes y repletas de ironía, que invitan al lector a adentrarse en los universos literarios de cada uno de los retratados. El resultado es maravilloso y el diálogo que se mantiene con mis fotografías, muy enriquecedor.

–El proceso de selección nunca es simple ni fácil. ¿Qué criterios usó para escoger la selección final de imágenes y descartar las que no incluyó?

–Para bien o para mal la selección fue mía; los criterios son siempre caprichosos y subjetivos. Me ayuda imprimir las fotos en pequeño formato y como si fueran cromos o sellos, probar asociaciones, lleno el suelo de mi estudio de fotitos y durante días es imposible caminar. Las hago dialogar entre ellas formando grupos hasta que una de ellas se desmarca y me dice “vale, es así”, también pruebo ponerlas en página pues no olvido que el objetivo final es un libro.

"En este libro priman las fotografías con personajes integrando grandes espacios exteriores, para darle protagonismo a los maravillosos paisajes del país. De manera que hay pocos primeros planos e interiores.

“Contar con la complicidad de Vicente Serrano, que además de talentoso diseñador, es un gran lector y letraherido, contribuyó en la forma final del libro”.

–Su empeño en crear un atlas de escritores comenzó con una fotografías de Jorge Luis Borges en 1978. Después de tantos escritores y fotinskis, ¿de qué forma ha ido evolucionando el proyecto? ¿Cómo ha cambiado su propia mirada?

–¡Borges fue el primero! Suena a Milonga o a Aleph, pero es verdad. Cuatro décadas después fotografiar escritores se ha convertido en una necesidad íntima y vital. Mi idea es dejar estampado en fotografías un homenaje a la literatura en español, una celebración de que la vida bulle en mí y que el fotógrafo y el escritor que siempre quise ser tiene ganas de compartir su memoria vital, profesional y necesariamente sentimental.

–¿Alguna vez se ha cansado de tanta travesura, de tanto autor, de tantos pactos con los escritores?

–¿Puede Sísifo cansarse de subir a la montaña? ¿Será un recóndito deseo de inmortalidad que me lleve a pensar que viviré mientras quede un solo escritor por retratar? El desafío es inagotable e inabarcable. Nunca me canso porque lo disfruto, me divierte; porque la literatura y la fotografía son las dos alas de un mismo pájaro que le dan vuelo a mi vida. Retratar escritores es la mejor forma que encontré de contribuir a ese milagro de la vida que es la literatura.

–¿En qué nuevos proyectos está involucrado actualmente?

–Continúo con mis exposiciones y mis libros (en octubre celebraré 40 años de retrato con una gran muestra antológica en Casa de América de Madrid) y necesito desafíos nuevos.

"En estos momentos y por varios meses, estoy en modo inmersión en dos proyectos muy distintos y muy bellos, que me renuevan la sangre y me rejuvenecen: dirigí un largometraje en Buenos Aires (Argentina) sobre los escritores argentinos. Son 92 minutos de literatura, de travesuras visuales y de emoción. ¡25 fotinskis por segundo! Y estoy haciendo un libro muy especial y querido junto a Silvio Rodríguez. Para ello acompañé, durante cinco maravillosas e inolvidables semanas, a Silvio, Niurka y a sus músicos, que son unos genios. La aventura comenzó naturalmente en La Habana y terminó, por supuesto, en Buenos Aires. El gran trovador me permitió entrar en su vida y en su intimidad. Sus textos y mis fotografías serán la columna vertebral del libro.

–¿Qué le ha dejado la foto luego de tantos años tras el lente?

Proust decía que la literatura era la propia vida; en mi caso, la fotografía también. Ambas alimentan mi vida y mis sueños. A ellas les debo mis viajes, mis lecturas, mis amigos, mis libros, y participar en Centroamérica cuenta, un festival excepcional que en tan solo cinco ediciones se ha convertido en una de las autovías literarias más importantes de la lengua española y ha logrado poner a Centroamérica en el epicentro del gran mapa de la literatura.

La presentación

Costa Rica en los retratos de sus escritores será presentado el lunes 13 de mayo, a las 6 p. m., en el sala de ensayos de las Compañía Nacional de Teatro (en las instalaciones de la Antigua Aduana). Hablarán el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski y el escritor Rodrigo Soto.

Cada ejemplar de Costa Rica en los retratos de sus escritores cuesta ¢15.000. Se encuentra a la venta en la Librería Internacional y la Librería Universitaria; pronto, llegará a otras tiendas. Además estará en el stand de Uruk Editores y en otros puestos en la Feria del Libro (en la Antigua Aduana).