Charles Chaplin, lo humano hecho cine

¿Cuál es la razón por la que el comediante inglés y su personaje del ‘Vagabundo’ sigue captando la atención igual o más que el primer día? El Festival Chaplin les dará la respuesta por plataforma ‘streaming’

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“Soy un hombre, nada humano me es ajeno”, escribió Publio Terencio Africano en su comedia El enemigo de sí mismo, en el año 165 A.C. Es una frase con un profundo significado de solidaridad, de justicia y, por supuesto, de humanismo.

Ese concepto, de que el hombre es un ser social por naturaleza, lo vemos aflorar en cada una de las películas de Charles Chaplin. Para este actor inglés, en cada ser humano hay un fundamento que radica en la necesidad que tenemos los unos de los otros. Es el sentimiento de necesidad, precisamente, el que acompañó a Chaplin durante su niñez.

El cine lo esperaba

Charles Spencer Chaplin nació el 16 de abril de 1889 en un barrio pobre de la ciudad de Londres, en el seno de una familia de actores del “music-hall”. Sin embargo, vivió en el abandono a causa de la prematura muerte de su padre alcohólico y de la enfermedad mental de su madre. Su niñez pasó entre orfanatos y las desoladas calles londinenses. A los cinco años de edad debutó cantando en un teatro y, en 1912, gracias a su medio hermano Sydney, consiguió un trabajo fijo en la compañía teatral de Fred Karno, con la cual hizo varias giras internacionales.

En su segunda visita a Estados Unidos fue contratado por Mack Sennett, con quien filmó sus primeros cortometrajes y creó su personaje “Charlot”, en 1914. El cine lo estaba esperando. Sennett le dio la experiencia necesaria para atreverse, en poco tiempo, a dirigir y escribir sus propias películas. Al tener una mente libre y progresista llegó a tener su propia empresa, donde fue señor de su creatividad, de manera genial como actor, director de cine, guionista, escritor, productor, compositor de la música y empresario.

Rara vez Chaplin comenzaba a rodar con un guion completo. Toda filmación comenzaba con una idea básica y luego la trama y las escenas cobraban vida después de varias pruebas. Para la escena donde la ciega conoce a Charlot, en la película Luces de la ciudad (1931), filmó más de 300 tomas para lograr los 60 segundos deseados.

Lo arduo de la sencillez

Chaplin era un enamorado de los efectos especiales en el cine y los usaba de una manera tan sutil que incluso hoy cuesta encontrarlos en películas como La quimera del oro (1925), Luces de la ciudad (1931) o Tiempos modernos (1936).

Escena tras escena, notamos coreografías y ritmo perfectos, donde ningún elemento está ahí por casualidad; todo tiene un motivo de ser y sirve como instrumento para el desarrollo de la trama. Con Chaplin, el movimiento de la cámara tenía que ser sencillo, sin cámara subjetiva, para que no compitiera con los actores. Lo extraordinario es que por más complicado que esto suene, Chaplin lograba imágenes sencillas, fáciles de digerir y con un mensaje fuerte y claro. Sin embargo, como todo perfeccionista, Chaplin nunca estuvo plenamente satisfecho con su trabajo, ese trabajo que el cine aún admira.

Los años del cine sonoro

El cine sonoro, desde un punto de vista técnico, existe desde 1927, pero en 1928 y 1929 las películas mudas seguían inundando las salas de cine. No es sino hasta 1930 que las películas sonoras comienzan a producirse en serie, para un público sediento de cosas nuevas. Para esta época, Chaplin pensaba que el sonido en cine era moda pasajera. Para él, la base del cine era la pantomima, el decirlo todo con movimientos y gesticulaciones. Por eso sus películas se disfrutaban tanto en cualquier país, porque todo se entendía sin importar el idioma: las palabras le cortaban las alas al cine de Chaplin.

Para sorpresa del mundo entero, toda película que Chaplin produjo durante la década de los 30 la hizo muda. Al principio le dijeron que estaba loco, a lo que él contestó: “El día que el Vagabundo hable, morirá”.

Con la década de los 40, Chaplin se dejó vencer por el sonido y los diálogos. Igual se convirtió en un maestro, con guiones equilibrados y elocuentes. Todavía hoy, después de 80 años, sorprende y conmueve el discurso final de la película El gran dictador (1940).

Chaplin y su lucha social

Desde un principio, Chaplin comprendió que el cine es arma importante para lograr esparcir mensajes e ideas. Así, su personaje es un ser que cuestiona cualquier sistema opresor. Nacen películas como El inmigrante, El gran dictador, Tiempos modernos y Monsieur Verdoux.

El problema es que sus ideas sociales y humanistas no fueron bien aceptadas, de manera que en Estados Unidos le hicieron la vida imposible. Incluso, acusado de comunista, fue perseguido por el FBI. Al otro lado de la acera, los comunistas tampoco lo aceptaron del todo por considerarlo capitalista, de manera que Chaplin quedó en tierra de nadie, sintiendo que la mitad del mundo lo odiaba por una razón y la otra mitad por otra.

Hora para morir

En 1952, después de un viaje por Europa con la película Candilejas (1952), no lo dejaron regresar a Estados Unidos. Decepcionado y agotado decide radicar en Suiza, país en el que vive hasta su muerte el 25 de Diciembre de 1977. Al morir, Chaplin mantenía la idea de que su trabajo no era valorado, a pesar de haber recibido un Premio Óscar en 1972 por su trayectoria.

Como somos seres humanos, a los cuales nada humano nos ha de ser ajeno -tal como lo decía Publio Terencio Africano-, el cine de Chaplin nos llega y llena el corazón. Nos vemos reflejados en él.

Chaplin en Costa Rica

Desde el 2012, con las películas del comediante inglés, el cineclub Mi Butaca Cine Club organiza el Festival de Charlie Chaplin en nuestro país. Esta vez se une a Cinearte Garbo para llevar filmes de Chaplin hasta los hogares ticos desde la plataforma Garbo Virtual: www.garbovirtual.com, o sea, por el sistema de streaming.

Este 2022, cada semana de enero y frebrero, habrá un largometraje y un cortometraje juntos y diferentes. El costo de cada boleto virtual es de ¢3.000 y cada dupla cinematográfica se podrá disfrutar cuantas veces se quiera durante 48 horas. Si desea más información sobre cómo obtener acceso al Festival, usted puede escribir o llamar al WhatsApp 8849-8034.

Películas del festival
  1. El gran dictador (1940) y Armas al hombro (1918) - Del 3 al 9 de enero.
  2. Luces de la ciudad (1931) y Vida de perros (1918) - Del 10 al 16 de enero.
  3. El chico (1921) y La cura (1917) – Del 17 al 23 de enero.
  4. Monsieur Verdoux (1947) y El vagabundo (1916) – Del 24 al 30 de enero.
  5. La quimera del oro (1925) y El inmigrante (1917) – Del 31 de enero al 6 de febrero.
  6. El circo (1928) y Una de la mañana (1916) – Del 7 al 13 de febrero.
  7. Un rey en Nueva York (1957) y Calle tranquila (1917) - Del 14 al 20 de febrero.
  8. Tiempos modernos (1936) y Sunnyside (1919) - Del 21 al 27 de febrero.
  9. Candilejas (1952) y Héroe del patín (1916) - Del 28 de febrero al 6 de marzo.