Vienen tiempos difíciles. No es que yo sea pesimista, sino que el calendario así se ordena: estamos a las puertas de la época en la que más promesas, más mentiras, más esperanza y más desazón se agolpan en nosotros y en nuestros medios. La campaña electoral, premio y prueba de nuestra democracia, ya llegó.
No es la mejor de las épocas, ni tampoco la peor, pero habría que obviar las noticias diarias para percatarse de las presiones que acosan las más esenciales necesidades de un proceso electoral: la transparencia, el debate, la participación y la seguridad.
En otros países, ya vimos cómo se acomodan las piezas: campañas de noticias falsas ( fake news ), diseminación de reportes desacreditados, traducciones deliberadamente erróneas, opinión hecha pasar por investigación. Poco a poco se mina la confianza en los medios “tradicionales” pero no en virtud de sus fallos, sino en favor de agendas particulares y hasta partidarias.
En Costa Rica, el caso, por ahora, no parece ser tan dramático. Sí, algunas cuentas políticas pagan por tener seguidores falsos en Twitter y Facebook (¡sorpresa, sí se nota!). Circulan escasas noticias falsas hasta ahora y, de todos modos, las declaraciones estrambóticas en favor o en contra de candidatos siempre han sido moneda corriente de nuestra política.
Lo que sí ocurre es que nuestros medios siguen ofreciéndonos un debate político pobre, desenfocado y efímero, limitado a accidentes o temas coyunturales (la “platina” en vez de infraestructura como un todo; zika y no salud preventiva). ¿Cuándo hay debates serios e informados en televisión –en vez de entrevistas a gritos–? ¿Cada cuánto hay reportajes en profundidad?
Cuando Canal Trece anunció el estreno de Va de frente , programa de entrevistas con el Presidente de la República, muchos se burlaron del show como si fuera un nuevo Aló Presidente . Resultó ser uno de los raros espacios de charla directa con un gobernante. Un animal raro en un desierto amplio.
Canal Trece, de todos modos, es una isla, como lo es el canal de la Universidad de Costa Rica. Sus audiencias son pequeñas en comparación con las de Repretel y Teletica –con los canales más populares en el medio más popular en el país donde leemos menos de un libro al año–. No es suficiente un solo programa de reportajes extensos a la semana ni un par de medios debates.
¿Qué puede hacer uno como lector-usuario-consumidor de noticias? Escriba a los periodistas para plantearles temas, darles pistas y cuestionar enfoques. Utilice los comentarios en redes sociales de candidatos y en sitios de noticias responsablemente: no insulte, que de nada sirve. Más bien, pregunte por políticas específicas, cuestione decisiones, pregunte “¿por qué?” antes de bajar los hombros.
Es más, no baje los hombros. El desaliento es el mayor enemigo que está enfrentando nuestra aspiración a una democracia que funcione.
*Esta es una columna de opinión de la revista Teleguía, de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.