Zapping: 'Queer Eye' y las elecciones ticas

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Hoy, nuestra democracia debería estar de fiesta con la elección de nuestro próximo presidente. Lo lógico sería estar celebrando esta segunda ronda electoral como un pueblo unido y feliz de elegir, sin miedo, a nuestro próximo gobernante.

Hoy también sabemos que esa fiesta nunca se dio: las circunstancias que rodearon esta campaña electoral no solo mostraron nuestro lado más homofóbico, sino que además dejaron en evidencia nuestra poca tolerancia ante las creencias y costumbres religiosas de otras personas.

Costa Rica está polarizada: es todos contra todos y el que gana es el que ofenda más, el que grite los insultos más hirientes y el que haga más daño con sus palabras.

En medio de este ambiente de desencuentro se estrena en Netflix una serie que dice que por más diferentes que seamos tenemos mucho que aprender uno de otros: Queer Eye.

Programa. La premisa del programa es muy similar a la de su primera versión, del 2003 (Queer Eye for the Straight Guy): muestra a cinco chicos homosexuales especializados en cultura, cocina, decoración, moda y cuidado personal y agrupados para influir positivamente en la vida de un hombre heterosexual.

En esta nueva versión de la serie, los productores no solo se enfocaron en los cambios meramente estéticos de los invitados, sino que los obligan a enfrentar sus miedos al conocer a personas que para ellos son muy diferentes por su religión, raza, orientación sexual o color político.

También conocemos más íntimamente a estos cinco chicos homosexuales –apodados en el programa como los Fab Five–, quienes deben lidiar con sus miedos y barreras mentales a la hora de ayudar al invitado, que ahora puede ser heterosexual o homosexual.

En medio de esa ráfaga de emociones, los Fab Five conocerán a un sesentón barbudo que necesita reconquistar a su exesposa, a un policía blanco que votó por Donald Trump y que necesita desesperadamente cambiar su imagen y a un conservador y religioso padre de familia que no sabe cuidarse de sí mismo por atender a sus seis hijos.

Con estas historias, Queer Eye muestra cómo las etiquetas que les ponemos a homosexuales, heterosexuales, negros, blancos, ateos o creyentes son antifaces mentales que nos impiden ver la verdadera esencia de las personas.

El programa también le hace una valioso aporte a la sociedad a la hora de replantear el viejo concepto que enmarca la masculinidad en el occidente. Los Fab Five tienen que luchar contra las presiones del machismo, y convencer a sus invitados de expresar sus emociones y a no tener miedo de mostrar su lado más vulnerable.

Curiosamente, eso quedó evidenciado cuando los protagonistas de la serie orientan a un joven afroamericano cuando decide contarle a su madrastra que es homosexual. Durante el proceso, los Fab Five deben batallar con un hombre gay al que le preocupa ser “muy femenino” al salir del clóset.

La serie está muy bien producida y, aunque es probable que llore en todos los episodios, hay un espacio para la comedia gracias a la química y complicidad que logran los chicos al planear sus travesuras para mejorar la vida de sus “víctimas”.

Se los repito: Costa Rica necesita una buena dosis de los valores que se promueven en Queer Eye para paliar un poco el odio, la discriminación y la violencia que nos rodean.

Al final, el programa deja claro que todos somos iguales: seres humanos tratando de superar los desafíos que se nos presentan todos los días.