Basada en hechos reales, esta nueva serie recrea casos de madres desquiciadas que cruzaron todos los límites en su envenenada lucha contra sus nueras.
Aunque el estigma que tienen estas madres probablemente es injusto y erróneo en la gran mayoría de los casos, hay ocasiones en los que de verdad ellas se han convertido en seres prácticamente demoníacos, capaces de cruzar todos los límites con tal de separar a su “hijito” de aquella mujer que se atrevió a separarlo de su lado.
Casi todas las historias comienzan igual: en un principio, las mujeres muestran una careta cordial, pero en el fondo están tramando sus tretas para intervenir en las relaciones de sus hijos.
Muy pronto se vuelven unas entrometidas que empiezan a tomar todas las decisiones concernientes a la vida de sus hijos ya casados.
También son coincidentes las reacciones de la mayoría de hijos, quienes se ven entre la espada y la pared al tener que intermediar en conflictos que involucran a dos de las mujeres más importantes de su vida, y que en un principio se inclinan por minimizar y hasta justificar las intromisiones de sus madres.
Casi siempre aseguran que lo que ellas hacen es “por el bien de la familia”, obligando a sus esposas a defender con uñas y dientes el derecho a conducir sus propias vidas maritales, desde decidir el menú diario y cómo realizar las labores del hogar, hasta la educación de los propios hijos.
Los nietos son, a menudo, un instrumento de manipulación que utilizan estas enfermas mujeres para intervenir malévolamente entre la pareja.
Como se ve en diferentes episodios, las cosas llegan al límite en el que “los hijos de mami” reciben un ultimátum: o se va la madrecita santa o firman los papeles del divorcio.
Sin embargo, en algunos casos la guerra territorial deviene en algo mucho más siniestro. Las tramas de las telenovelas más encendidas se quedan cortas a la par de las maldades e injusticias que propicia la mujer, con tal de separar al hijo de la novia casadera.