Shirley Álvarez: ‘A uno le gusta el aplauso y lo más difícil es mantener los pies sobre la tierra’

Presentadora de ‘Dancing with the Stars’ repasó desde la forma en que se erigió su popularidad hasta lo crucial que ha sido su familia en ese proceso. Sus miedos, sus éxitos y pendientes también fueron revelados por ella para ‘Viva’

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Shirley de los Ángeles Álvarez Sandoval pudo haber tomado atajos en el camino que siguió cuando comenzaba a abrirse espacio en el medio local del entretenimiento. Con algo de discreción, ella dice que tuvo ofrecimientos que prometían acortarle la ruta y allanarle el trayecto para conquistar con celeridad los múltiples éxitos que suma hoy. A todas las opciones, Álvarez les dio la espalda.

“Creo que todos tenemos esas posibilidades, bueno ‘todas’ porque más que todo son ‘todas’. Es algo que, erróneamente, se ve como normal y sí he estado cerca de esos ambientes pesados, en los que uno ve cosas inimaginables, pero más que todo es la formación que uno tiene la que lo mantiene en su centro porque uno sí está tentado a hacer muchas cosas, algunas no tan buenas y cosas que no son parte de su personalidad, pero que el ambiente te puede consumir”, expone la modelo, presentadora de televisión e influencer de las redes sociales sobre aquellos inicios suyos a finales de 1999.

“De las cosas malas no sé qué tantas haya hecho, tampoco sé de las buenas, pero siempre me he tratado de desenvolverme a partir de los valores con los que me criaron mis padres y de respetar lo que ellos me han dicho siempre. Cuando estaba en medio de algo que no era bueno, escuchaba la vocecita de mi mamá, y no solo hablemos de propuestas indecorosas o de drogas, sino de aferrarse a la idea esa de salir en tele y de no dejar de aparecer, de que me tienen que aplaudir, de que me tienen que seguir… Para mí, eso es lo más peligroso de estar expuesto, porque a uno le gusta el aplauso y lo más difícil es mantener los pies sobre la tierra. Esa es la parte más peligrosa de esta carrera”, continúa Álvarez.

La simpática presentadora del programa Dancing with the Stars repasó para Viva las luces y sombras de su carrera en el mundo del espectáculo, trayectoria que inició en 1999 cuando se inscribió –casi que a modo de prueba– en el Miss Hawaiian Tropic, concurso que ganó hasta contra sus propios pronósticos y que le dio la oportunidad de competir en Las Vegas en el certamen internacional.

Aquella experiencia la reencontró con su etapa de niña, en la que había competido y triunfado en un certamen infantil de Recreo Grande, cuyo premio fue unirse al elenco del recordado programa de Tía Flory y canal 7. Modelando y enviando a cortes comerciales en aquella producción, Shirley comenzó a sumar “horas aire” para una inevitable carrera televisiva que la sorprendería más tarde.

El Miss Hawaiian Tropic despertó el placer de aquella muchacha de 18 años por los concursos de belleza. Posterior a ese mediático certamen, vinieron el Tica Linda (en el 2000) –quedó de Segunda Dama–; el Miss Costa Rica (en el 2002) –fue la primera finalista– y el Miss Mundo (en el 2003).

De esa manera, el nombre de Álvarez comenzó a ganar espacio y fama en la prensa local, con más fuerza en el 2002 cuando su participación en el Miss Mundo la canceló como protesta por la lapidación de Amina Lawal, una mujer nigeriana –Nigeria era la sede del Miss Mundo 2002– acusada de adulterio por haber tenido un hijo fuera del matrimonio. Por ello, la organización del Miss Costa Rica le concedió un año más en el reinado del Miss Costa Rica Mundo y ella participó en la competencia internacional en el 2003.

¿El trampolín?

La cosecha de coronas fue imparable: el Miss Turismo International, el Miss Asia Pacific y el Reina Internacional del Café, le sumaron puntos para que en el 2007, Álvarez llegara a la pantalla con una gran popularidad sobre sus hombros. El programa de arquitectura, diseño interno y bienes raíces, Habitat Soluciones, fue el primer gran proyecto televisivo de la nacida en Cartago, pero radicada en Desamparados de San José, y en el que aún se mantiene en esa producción.

“El tema de los concursos de belleza fue muy circunstancial, no era algo que yo lo tuviera como objetivo, aunque sí me gustaban. Con ellos (los concursos) fue un poco el tema de vencer el miedo sobre todo al público y a exponerse. Para mí, la experiencia en los concursos fue lindísima, pero en un plano muy personal no profesional (…). La televisión vino después con Hábitat Soluciones que los productores me buscaron. Nunca supe si a raíz de los concursos de belleza o por otras vías, porque yo había trabajado con uno de ellos en comerciales de televisión. De ahí comenzaron a surgir otras oportunidades”, sostiene Shirley Álvarez, graduada en Relaciones Públicas y máster en Comunicación.

Ese programa orquestó la llegada de ella a otros proyectos de Televisora de Costa Rica (Teletica), como la desaparecida revista vespertina En Vivo, el programa semanal 7 Estrellas, el espacio de información positiva Más que noticias y, desde hace seis años, Dancing with the Stars. También formó parte del grupo de participantes de Bailando por un sueño 1 (producido en el país por canal 7) y, más recientemente, lanzó Tenemos que hablar, un podcast de TD Más donde habla de temas de mujeres junto a Sara López.

Precisamente, en esa variedad de proyectos en los que ha participado, radica el principal éxito profesional de esta mujer crecida en el seno de una familia católica y algo conservadora.

“Sumar experiencia en tele en proyectos tan variados y distintos es mi mayor logro a nivel profesional, porque la televisión también puede ser muy efímera, podés aparecer en algo y de un pronto a otro ya no estás y ya nadie vuelve a saber de vos, pero yo todos los días agradezco a Dios la oportunidad de hacer lo que me gusta por tanto tiempo. Si esto (su paso por la televisión) se terminara hoy y veo hacia atrás, me quedo contenta”, declara.

En el plano personal, su principal hazaña es su familia: está casada desde hace 15 años con el empresario Alexánder Cuadra, con quien tuvo solo una hija, Jimena, que está por cumplir sus 15 primaveras.

Dice que le hubiese gustado tener más hijos, y aunque su esposo y ella lo intentaron por un tiempo, no se logró. “No pasó y nos dijimos que si no se dio fue porque no tenía que pasar”, señala.

Apoyo crucial

Su esposo, su hija y el resto de su familia –sus padres (la mamá de Shirley la acompaña casi religiosamente a todas las actividades) y sus tres hermanos– han sido fundamentales en sus triunfos profesionales que, en muchos casos, han requerido sacrificar tiempo con ellos.

“Me casé con la persona correcta. Él (su esposo) ha sido mi mayor apoyo y un impulso en todo esto, algo que generalmente no ocurre porque este trabajo no es fácil, por eso el apoyo de la pareja es fundamental. Él confía plenamente en mí. Siempre le he dicho que si él no hubiera tenido esa actitud o yo no habría podido hacer muchas cosas o el matrimonio no habría funcionado y me divorcio”, argumenta.

Álvarez apunta que el apoyo de su pareja va más allá de su desarrollo profesional, porque lo demandante que significa ser una figura pública compromete también algunas responsabilidades en el hogar con las que su esposo ha sabido lidiar.

Por ejemplo, Shirley es de las que le gusta ver en orden en su casa, aunque acepta que no es la más ordenada del mundo, lo es más su esposo, quien contribuye mucho en eso (además las posibilidades que tienen ahora les permite contar con los servicios de una empleada doméstica), y revela, además, que de los oficios domésticos odia lavar platos y planchar.

“Yo cocino porque mi hija lleva almuerzo al colegio todos los días. La especialidad en la cocina es… lo que me pidan. Mi esposo lava los platos porque yo odio hacer eso y planchar”, destaca con una sonrisa. “Son cosas que no hago sino es que sean estrictamente necesarias”.

Al cuarto piso

El 14 de enero próximo, Shirley cumplirá sus 40 años de vida. Lejos de cualquier crisis por llegar al “cuarto piso” –la tuvo a los 37– espera con grandes ansias ese festejo, incluso, comenta que en un grupo de WhatsApp que tiene con sus primas y hermanas, todos los 14 de cada mes les recuerda el tiempo que falta para ese aniversario.

A los 40 años llegará plena, realizada y feliz, con los únicos pendientes de establecer un negocio personal, al que ya le comenzó a dar forma, y de vencer los miedos que siempre le tuvo a los quirófanos y las cirugías estéticas.

“Estoy muy contenta de llegar a los 40, porque a diferencia de lo que creía que me iba a pasar, me pasó antes. Decía que cuando cumpliera 40 años ya iba a ser muy mayor, fue una crisis que me dio a los 37, cuando empecé a buscar qué había hecho, qué había cambiado. Me decía que el tiempo había pasado muy rápido. Ahora estoy feliz y quiero hacer fiesta y todo”, refiere.

Sobre el tema de las cirugías estéticas a las que siempre les dio la espalda, habla sin filtros. “No me gusta que me digan que parezco de 25 años o así porque eso es mentira, quizá solo es que uno se ve bien para la edad que tiene. No me he hecho arreglitos porque me da miedo, de querer sí quiero y siempre he querido ,pero me da mucho miedo, la verdad. Soy totalmente natural. El parto de mi hija fue terrible porque nunca me había operado y yo siempre dije que quería el parto natural, porque le tengo miedo terrible a la anestesia y a la parte esa de desconectarse del mundo. Una operación, sino es por salud, no lo haría”, asegura.

Continúa: “No solo me da miedo el quirófano, sino también el cómo va a quedar uno. Quizá una estiradita no me caería mal o implantes de pechos, no para que se vean más grandes, sino porque con el tiempo todo se cae, pero le tengo mucho miedo a los quirófanos y al bisturí”.

Convertida hoy en gran parte de lo que siempre quiso ser, Shirley Álvarez, dice que toda su vida la viviría con los mismos puntos y comas si pudiera retroceder en el tiempo.

Lo elige así porque, con cada uno de los pasos que ha dado en las aristas personales y profesionales, ha procurado construir la mujer en la que celebra haberse convertido hoy: apasionada, feliz y exitosa.

Créditos:

Fotografías: Mayela López. Locación: Restaurante Tenedor Argentino. Vestuario: Nicky Polet. Maquillaje: Paula Agüero.