Bestia extraña. Hizo todo lo posible por autodestruirse. Desesperación, drogas, depresión, pasiones cabrías, miedos y blasfemias. Parecía un apestado.
Llegó a pensar que esas desgracias eran un castigo por malagradecido con los talentos con que nació; estuvo a un meñique de matarse, hastiado de haber dejado atrás lo que le dio la vida.
Pocos podrían imaginar que George Michael, e l sex symbol del dúo pop Wham!, pasaba por esas miserias personales. En sus conciertos lucía tan guapo, bien puesto, arrebatador y hecho un “¡Ayayay!”.
En 40 años de carrera, antes de caer muerto en la Navidad del 2016, vendió discos como palomitas de maíz: 100 millones como solista; 20 millones de su álbum Faith ; y –por 20 años seguidos– fue el artista británico más reproducido en las radioemisoras.
La plata le llegaba en carretillos y acumuló una fortuna estimada en $250 millones, entre propiedades por medio planeta, obras de arte y dinero en efectivo.
Para que el lector tenga idea de la fábrica de billetes que era George, debe de saber que en dos años –del 2006 al 2008– ganó $97 millones y era el preferido de los millonarios para sus fiestas privadas.
Aparte de su desmadrada vida era un hombre muy generoso. Donó dinero para las hambrunas en Etiopía; entregó todas las ganancias de su tema Last Christmas a esa misma causa.
Los ingresos de Don’t Let The Sun go Down On Me los repartió entre diez organizaciones de caridad para niños con SIDA y apoyó una campaña que recolectó $32 millones para pequeños con enfermedades terminales.
Sentía un afecto especial por los niños, derivado de su infancia difícil como hijo de un emigrante grecochipriota. Sus padres, Kyriacos y Lesley, le cargaron un nombre impronunciable, Georgios Kyriacos Panayitou.
Kyriacos, autodenominado Jack Panos, era un restaurador y Lesley una bailarina. La familia vivió en el norte de Londres y Georgios pasó la juventud en el pueblito de Radlett.
Ahí conoció a Andrew Ridgeley con quien fundaría Wham! y lanzaron su primer álbum, Fantastic , en 1983. A partir de ese día todo lo que grabó fue un éxito sonado y pasaron a ser superestrellas del pop.
En 1984 Michael produjo Faith , pero en solitario, y mostró un lado más maduro y agarrado de su guitarra se lanzó a la conquista de Estados Unidos.
Bache existencial
Tardó 12 años en salir de la depresión. Se peleó con todos, con sus amantes, con los políticos, con él mismo y hasta con la disquera Sony, con la que perdió $7 millones, tras un juicio a raíz de una pataleta de niño malcriado.
Para exorcizar sus demonios interiores filmó el documental Una historia diferente, una hagiografía en la que se abrió en canal y expuso al mundo sus errores e imperfecciones.
En algunas de sus piezas desgranó parte de sus desgracias. Con My Mother Had a Brother recordó que su tío se suicidó el mismo día que él nació, el 25 de junio de 1953. “Mi madre encontró a su padre y a su hermano con la cabeza dentro del horno a gas”.
A los 19 años estuvo a punto de contarle a su mamá que le gustaban los hombres, pero no tenía claro el asunto; por eso esperó hasta los 24 años para abrir la puerta del armario. Solo para despistar se hizo fama de mujeriego y era corriente verlo acompañado de top models.
Se aguantó el chisme porque su madre temía que él contrajera el SIDA, pero también porque no quiso darle gusto a los periodistas. “No podía negar lo que publicaban los periódicos, que se metieran por donde quisieran las fotos con mi exnovio, todo, pero no me dio la gana decirles: soy gay”.
Sus amoríos fueron trágicos. A los 38 años lo flechó el brasileño Anselmo Feleppa; a los pocos meses descubrió que este padecía SIDA y pasó cuatro años cuidándolo hasta que falleció.
La policía de California lo detuvo, en 1998, por realizar “actos indecentes” en un baño público; aprovechó la ocasión para presentar a su amante Kenny Goss, empresario y auxiliar de vuelo.
En ese aspecto George no era tan vicioso como lo presentaba la prensa sensacionalista. “Soy lo que los gays llaman vainilla. En el fondo, una parte de mi piensa que la ira de Dios es la pura realidad”.
Con Goss vivió 15 años, en medio de turbulencias sentimentales. Su último novio, el peluquero Fadi Fawaz, lo encontró muerto en plena Nochebuena.
Vivió con intensidad y alimentó con generosidad las páginas rosadas de la prensa farandulera. Varias veces afrontó al juez por conducir ebrio o drogado; en una ocasión lo condenaron a ocho semanas de prisión por estrellar su Range Rover contra una tienda.
Los últimos años los pasó con graves problemas de salud. La estrella pop estuvo a punto de morir ahogado debido a una neumonía; le tuvieron que realizar de urgencia una traqueotomía.
Después volvió al hospital por una lesión en la cabeza, ocasionada en un extraño incidente en una autopista británica, cuando cayó del auto en que viajaba.
Le costó asimilar los efectos colaterales de la fama y hubiera deseado tener una armadura que lo protegiera de la vida. No fue así y nunca pudo sobreponerse al éxito.