‘McMillions’: robarle $24 millones a McDonald’s fue un juego de niños

Es una de las estafas más extraordinarias jamás planeadas que quedó en el olvido después de los atentados del 11 de setiembre del 2001. El caso tomó relevancia casi dos décadas después gracias a un nuevo documental

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

A final de los años 80, McDonald’s ideó una promoción que revolucionó el mercado de las comidas rápidas: poner a jugar a sus clientes una adaptación del popular juego Monopoly. ¡Lo único que tenía que sacrificar era su dieta!

¿Cómo? La dinámica era muy sencilla, pues cada vez que alguien compraba una de sus hamburguesas, nuggets, bebidas gaseosas o papas fritas tenía derecho a una ficha (muy similar a las del juego de Hasbro) que escondía algún delicioso y jugoso premio que iban desde comida, viajes, carros y hasta dinero en efectivo. El premio mayor era de $1 millón.

La promoción, que fue todo un éxito de ventas y atrajo a millones de personas a sus restaurantes (estiman que aumentó sus ventas en un 40%), duró más de una década hasta que sucedió lo impensable: detrás del divertido juego había una peligrosa red de mafiosos que decidía quiénes eran los “afortunados” ganadores y que logró engañar a todo el mundo, especialmente al popular creador de Ronald McDonald.

La pista. Todo comenzó con una pista que recibió uno de los agentes más jóvenes, ingenuos y divertidos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Doug Matthews. El indicio, que solo decía que muchos de los ganadores de la promoción McMillions tenían algún tipo de relación, pasó desapercibida para todos menos para Doug.

Un pequeño escaneo de Doug corroboró, por más increíble que fuera en ese momento, que los ganadores tenían vínculos familiares, de amistad o de trabajo. ¿Casualidad o mente criminal?

La respuesta era más que obvia. Sin embargo, probarlo no era sencillo. A partir de ahí, el FBI reunió a un equipo de investigadores para que husmeara en la insólita “casualidad” y que encabezó el divertido Matthews.

¿Cómo conocemos al agente Doug? Él fue es uno de los protagonistas, y quizá quien se roba el show de la docuserie McMillions (no podía llamarse de otra manera). La cadena HBO estrenó esta producción de seis episodios en febrero en el que le sigue la pista a toda la investigación que realizó el FBI, hasta revelar la maraña de conexiones que pronto evidenciaron la manera en la que le robaron a McDonald’s $24 millones. Por cierto, solo hay disponibles cuatro de los seis episodios de la serie. ¡Así que hay más detalles aún desconocidos de la estafa!

Aunque en un principio los investigadores sospecharon de que directivos dentro de la multinacional estaban involucrados en el robo, pronto se dieron cuenta de que también ellos habían sido engañados y de que no tenían la más mínima idea de lo que estaba sucediendo.

La investigación.

La diversión está por comenzar. ¡Así es! Aunque lo que se descubrió al final de toda la indagación fue a una red peligrosa de mafiosos, el proceso para llegar hasta ellos fue divertida.

Lo que se le ocurrió a Doug, y que nadie apoyó en su momento, fue crear un equipo de producción ficticio que entrevistara a los ganadores para luego reunirlos en Las Vegas. Para ello necesitaron toda la colaboración de McDonald’s, que se vio obligada a seguir con la promoción de McMillions para reunir pruebas suficientes y así descubrir a los estafadores.

Para la operación encubierta del FBI, que llamaron Respuesta final, integraron a Amy Murray, una joven y recién contratada ejecutiva de McDonalds quien tenía todos los contactos de los ganadores.

Más de 20 agentes encubiertos que se hicieron pasar por camarógrafos, técnicos y hasta asistentes se metieron de cabeza con la investigación, aunque ninguno sabía cómo iluminar un estudio. Obviamente Doug Matthews era el “director” del proyecto que grababan.

Aún así, pudieron atraer a varios de los ganadores que accedieron a ser filmados mientras Amy, quien era la única que se interpretaba a sí misma, los entrevistaba para enredarlos mientras ellos inventan la manera en la que habían obtenido la pieza con el premio de un millón de dólares.

Conociendo este antecedente, y viendo los videos de los “ganadores” en el documental de HBO, es evidente la congoja, la ansiedad y la angustia que sienten mientras son filmados. Con uno tuvieron que parar de filmar mientras le secaban los “chorros” de sudor que le bajaban por la frente.

Paralelamente a esta operación, otros investigadores tenían el ojo bien puesto sobre Simon Marketing, la empresa amiga de McDonalds y quien le había ayudado a diseñar uno de sus productos más exitosos en el mundo: la cajita feliz.

Simon Marketing fue la encargada de diseñar y velar por la exitosa promoción McMillions y era el centro de toda la investigación.

¡No se equivocaron! Fue en ese lugar donde se fraguó toda la estafa y que fue materializada solo por una persona: Jerome Jacobson. No fue tan difícil dar con Jerome, quien todo el mundo llamada Uncle Jerry (Tío Jerry).

Una pequeña gran falla de seguridad siempre rodeó esta promoción y Simon Marketing nunca la detectó. El Tio Jerry era el único responsable de supervisar todas las fichas ganadoras antes de que “aleatoriamente” salieran a la venta.

Su estrategia para el delito era sencilla: se dejaba las fichas más valiosas y luego las vendía a conocido y amigos, con quienes se repartían el premio. Así se hizo millonario de la noche a la mañana.

Luego, ya cuando afianzó su “negocio”, amplió su red de contactos y se unió a algunos mafiosos quienes buscaron a otros cómplices para repartirse los premios. Entre ellos estaba Gennaro Colombo (otro Tío Jerry) quien también fue una parte fundamental de la investigación para descifrar la manera en la que trabajaban.

Por ejemplo, Colombo llegó a cobrar más de $40.000 antes de entregar las fichas ganadoras con los premios de la promoción.

Muchos se preguntan: ¿Cómo es posible que hasta ahora se divulgan todos los detalles de la estafa de McMillions? El caso perdió todo su impulso mediático porque un día después de que se dio inicio a su juicio ocurrió el atentado de la Torres Gemelas. Como se imaginaran, quedó en el olvido rápidamente.

Sin embargo, casi dos décadas después, y gracias a la producción de HBO, tenemos la posibilidad de saber cómo un solo hombre ideó un sencillo plan para robarle unos “cuantos” millones a McDonald’s en un juego de estrategia, mucho dinero, bienes raíces y sí, un poco de avaricia: el Monopoly.