Javier Rojas González fue despedido por sus colegas, familiares y amigos

La voz de transmisiones deportivas y el legado de un hombre querido fueron celebrados este jueves 6 de setiembre en el templo católico de Tibás.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Al ser las 11 de la mañana, el templo católico de Tibás lucía lleno y desde el parque La Democracia, decenas de personas también aguardaban curiosas a cualquier escena que se presentara.

Debajo de un ardiente sol, se acercó a la iglesia una carroza fúnebre y de pronto tanto la entrada de la iglesia como el parque se sumieron en silencio. Un ataúd con una bandera rojiamarilla ingresó en la iglesia.

El cantón josefino despidió este jueves 6 de setiembre a uno de sus hijos predilectos el periodista Javier Rojas González, quien falleció el miércoles 5, a sus 79 años.

Rojas fue para muchos de los presentes un referente de cómo se escuchaba el deporte en la radio y más adelante de cómo se pensaba y comunicaba.

Su familia, colegas y amigos se reunieron a celebrar una misa en su memoria, pero también a compartir entre pasillos las anécdotas que atesoran con Rojas, quien tras sus historias va ganando carácter de leyenda.

“Javier Rojas fue la primera persona que me dio la oportunidad de trabajar en radio. Cuando gané La dulce vida (programa que buscaba a humoristas) hace unos 30 años, al día siguiente él me llamó para invitarme a participar de su programa Pitazo final, con un salario de ¢10.000, imagínese; él me abrió las puertas”, contó Norval Calvo.

Honrando su memoria no faltaron figuras del fútbol como el comentarista Everardo Herrera; el técnico y columnista Juan Luis Hernández Fuertes; el equipo de Columbia Deportiva, que lo extrañará en sus pasillos; así como el alcalde de Tibás, Carlos Luis Cascante.

---

“Don Javier como periodista marcó a varias generaciones: firme en sus posiciones, enérgico, con gran sentido de patriotismo y amor por su Club Sport Herediano”, expresó Ricardo Chacón, gerente general del Estadio Nacional.

“Como ser humano extraordinario, solidario, un maestro y sobre todo amigo, aprendí muchísimo de don Javier tanto que hasta hoy sigo poniendo en práctica su legado que me marcó como profesional y, sobre todo, como ser humano”, agregó.

La congregación celebró a un hombre que memorizó cientos de datos sobre sus equipos, la Juventus de Turín, el Sevilla y el Herediano –al que le compuso la canción Ninguno pudo con él–. Este jueves se celebró la vida de un hombre que defendió la verdad.

“La vida de los justos, las personas que se dedican a buscar la verdad, no termina en un cementerio, sino que esta queda en manos de Dios”, dijo el sacerdote Fernando Vílchez, de Heredia, durante la homilía.

“Estamos en Tibás y los padres vestimos de morado y blanco, pero esa bandera rojo y amarilla sobre el ataúd de don Javier, habla por sí sola”, señaló Vílchez.

Cerca del altar había un escudo grande rojo y amarillo, con un balón en el centro. A su lado estaba también un estandarte del Colegio Seminario.

La ceremonia religiosa se extendió por unos 80 minutos, al contar también con las palabras de algunos de sus allegados.

Es cierto que las pasiones por el deporte y el periodismo estaban en la mente de varios, pero al final, la despedida también fue para un hombre “sencillo”, como lo describió el periodista Rodolfo Martín en su elogio.

Javier Rojas González fue un humano de carne y hueso, un hombre que amaba los tamales y la lengua en salsa que preparaba su esposa, doña Janneth; un hombre que jugaba chances y tenía sus números favoritos; un devoto de la Virgen María y uno que siempre defendió el uso de su apellido materno.

Su colega y amigo Rodolfo Martín finalizó su discurso pidiendo un aplauso para Javier Rojas González para celebrar con gozo una vida tan ordinaria como extraordinaria, una bien vivida.