Ozark es la propuesta más reciente de Netflix, luego de algunos estrenos que no convencen y del desgaste de sus títulos más trascendentales. Esta propuesta dirigida y protagonizada por Jason Bateman se presenta como una opción para renovar el interés por el contenido original de la plataforma. Los elementos están ahí, solo hay que esperarlo.
La serie muestra el cambio de rumbo en la vida de una familia, que luego de decisiones basadas en el bienestar y la seguridad financiera, se ve envuelta en una maraña densa de sutil y tenue violencia. No es una historia sobre personajes que simplemente son “malos”, sino más bien sobre las consecuencias de la decisión de proteger a la familia mediante un camino que implica corrupción: seguridad mediante un mal mayor.
El antihéroe & los personajes. Ozark echa mano de un lugar común de algunas series de drama exitosas, con un antihéroe que es brillante en un área del quehacer humano y que aun obrando desde un punto de vista inmoral o ilegal, son protagonistas y logran empatía, justo como Frank Underwood o Walter White. Marty Byrde (Jason Bateman) tiene todo el material para ser el antihéroe favorito. Es muy agradable ver a Bateman en un rol que no es cómico y que en rasgos generales le sienta bien.
Sumado a esto, los personajes son en su mayoría intrigantemente interesantes, tienen un fondo que pesa en sus acciones y decanta en arcos narrativos paralelos que desembocan en el hilo principal. Esa densidad en la construcción de los personajes se apoya en la región de los lagos Ozark, donde lo rural y salvaje coadyuva la cotidianeidad para presentar no solo personajes interesantes sino familias rurales con posiciones morales sumamente enriquecedoras.
La forma. La fotografía es bellísima, basada apropiadamente en clave baja (iluminación oscura para dramas) y con una temperatura fría que apoya realmente la atmósfera que la locación brinda. La composición generalmente aprovecha los diversos planos de fondo y frente para generar una profundidad que se condice semánticamente con los hechos en una correlación entre imagen y eventos. Este tratamiento enriquece la propuesta.
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El fondo y los conflictos. Existe un conflicto entre el Querer y el Poder. Personajes que quieren hacer el bien y no pueden, personajes que pueden hacer el bien y no quieren, eso expone una sequedad moral en la serie que posiblemente se asemeje a Breaking Bad pero con sus matices propios.
La emoción que transmite la serie es generalmente plana y lenta, un capítulo puede desarrollarse sin tener realmente un punto de giro que se respalde por música y edición –el montaje–, pero eso no quiere decir que el punto de giro no esté ahí y que esos eventos sean lo suficientes para avanzar la serie.
Su estilo no radica en presentar con barullo y pirotecnia los puntos de giro, sino en lentamente generar una historia que pinta para muchas temporadas. El tono es muy sobrio, con la excepción de algunos momentos con interés altamente trabajado, aunque son los menos.
El problema con esta manera de abordar la creación histórica del arco narrativo, es que debe el perceptor esperar toda la temporada para comprender hacia dónde se mueven los eventos globalmente, lo que ralentiza una posible fidelización de los seguidores.
Ozark es una muy buena serie, que tiene pasos pequeños hasta el momento, pero con elementos que potencian lo que podría representar para Netflix, si el proyecto genera interés y logra asirse a una base de audiencia suficiente. Los capítulos son largos, pero probar con algunos y ver si la construcción es interesante para usted es buena idea para entretenerse. Dele una ojeada a la serie y saque sus conclusiones.