Crímenes reales en alta definición

A través de los años se popularizó la transmisión en vivo de juicios sobre homicidios que ocultaban una historia mórbida. Ahora son las series de televisión que continúan con esa tradición

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En el 2007, David Fincher dirigió Zodiac . Esta película narra la búsqueda de un asesino en serie que se hace llamar el Zodiaco, quien actuó a fines de los años 60 como un verdugo, asesinando —según cartas que envió a medios de comunicación— a 37 personas. Sin embargo, hasta el momento, solo han confirmado la relación del Zodiaco con la muerte de cuatro hombres y tres mujeres (a pesar de que nunca descubrieron la identidad del criminal).

Cuando quiero sentirme completamente asustada, incierta y con la capacidad para resolver un crimen, recurro a Zodiac , que nutre mi innato morbo por saber, ver, sentir, escuchar todo lo que está prohibido: lo que los detectives saben pero no cuentan; lo que está dentro de una bolsa negra; lo que vio el criminal minutos antes de matar; lo que dijo el homicida antes de acribillar.

En 1974, el caso del Zodiaco se convirtió en una serie de seis episodios que no tuvo gran éxito, pero para los fanáticos del genero de true crime (crímenes verdaderos), el caso de este asesino en serie es fascinante por una simple razón: nunca lo encontraron, y la idea de que él pueda habitar entre la cotidianidad, ir al supermercado, en el cine, en el gimnasio, es aún más fascinante.

A partir de esa incertidumbre, nació la necesidad por crear hipótesis, teorías sobre posibles culpables, y hasta surgieron falsos asesinos, solo para obtener la atención de medios masivos.

Pero, ¿porqué vemos series que culminan en charcos rojos?

Para el autor de varios libros sobre homicidios, Vernon J. Geberth, la única explicación para que alguien disfrute del género true crime es la curiosidad por ver actos macabros que le permiten al espectador disfrutarlos solo porque esa situación le sucede a alguien más, y no a ellos.

Además de Zodiac , existen centenares de series de este género. Por ejemplo, A Crime to Remember (2013), de Discovery Channel, indaga asesinatos de los años 50 y 60. Actores recrean las escenas del crimen, el letargo de los juicios, las conversaciones íntimas en sillones verde musgo mientras debaten sobre posibles sospechosos.

“Muchas personas que leen o ven temas relacionados a crímenes de la vida real lo hacen para poder procesar un trauma de su vida. De alguna forma, se identifican al observar como una familia procesa una tragedia; los ayuda a lidiar con su propio proceso y con su duelo”, explica la escritora Caitlin Rother, nominada a un Pulitzer por sus investigaciones periodísticas.

Pacto de sangre. “Cuando puse la pistola en la mejilla de mi madre sentí que la amaba”. Después de pensar esto, Erik Menendez disparó 15 veces.

En 1989 los hermanos Erik, de 18 años, y Lyle, de 21, asesinaron a sus padres en su hogar.

El canal de televisión Court TV , actual Tru TV( de CNN), trasnsmitió por primera vez un juicio en vivo; después, la CBS filmó una miniserie sobre el dúo homicida.

El encanto de esta historia fue el motivo detrás del asesinato. Se estimó que la fortuna de los padres ascendía a los $14 millones.

La escritora estadounidense Amber Hunt justifica la necesidad por observar estos sucesos porque en algún nivel, todos somos propensos de tomar una mala decisión que podría destruir nuestra vida y la de otros.

“Nos gusta el true crime porque nos sirve como catarsis cuando nuestra frustración nos acerca poco a poco a esa temida decisión; al mismo tiempo, es un recordatorio del por qué no podemos dejar que esos pensamientos oscuros nos dominen”, dice.

El fenómeno de ser parte de juicios ajenos, prosiguió en 1996 con el asesinato de Jon Benet Ramsey, quien con siete años había ganado varios concursos de belleza.

El 26 de diciembre de ese año, la mamá de Jon Benet encontró una carta de tres páginas en su casa. En la nota exigían $118.000 por el rescate de la niña. Según el recuento de los detectives, los padres desobedecieron las instrucciones que el captor escribió.

Ese mismo día, la detective Linda Arndt, le pidió a un amigo de los Ramsey que buscaran algo inusual en la casa de la niña.

En la bodega de vino, ocho horas después, encontraron el cuerpo de la niña cubierto por una sábana blanca. La pequeña fue golpeada, estrangulada y abusada sexualmente.

Ahora, la cadena de televisión CBS prepara una serie sobre el caso para repasar la tragedia.

Según declaraciones de CBS, el estilo del programa será al estilo de Making a Murderer de Netflix, una serie que cuenta la historia de Steven Avery , un hombre de Wisconsin que sirvió 18 años en prisión por asalto sexual, y fue exonerado en el 2013.

Para la profesora de psicología Katherine Ramsland, hay tres razones por las que nos convertimos adictos a estas series.

“La gente mira casos horribles para convencerse de que nunca les pasará algo similar. La mayoría de series ofrecen un rompecabezas por resolver. También es un reto para estimular el cerebro, y esta combinación se convierte en adictiva”, explica.

La simpatía fue uno de los motores para recrear el caso de Avery, quien durante meses fue símbolo de todo lo malo del sistema judicial de Wisconsin: cumplió una sentencia de 18 años en prisión por agresión sexual y, posteriormente, una prueba de ADN demostró que otro hombre era el culpable. Las creadores de la serie, Laura Ricciardi y Moira Demos, dedicaron una década de su vida a seguir este caso, para compilar una historia verdadera de crimen.

Su éxito llegó poco después de la aclamada The Jinx, una serie documental que detalló las peculiares circunstancias alrededor de la vida de Robert Durst.

Durst es un empresario estadounidense que fue arrestado el 14 de marzo de 2015. Su caso fue uno de los más mediáticos en Estados Unidos desde la década de los 80.

Durante años, muchos investigadores de los casos en los que se vio envuelto Durst (la desaparición de su mujer en 1982 y el asesinato de una amiga en 2000) lo consideraron culpable aunque no lograron incriminarle. Pero fue en la soledad de un baño y con un micrófono abierto, que Durst confesó, tal vez para sí mismo: “ Los maté a todos, por supuesto”.

Esto sucedió durante el rodaje del documental The Jinx que relata la vida del mayor del clan de los Durst y de cómo un niño huérfano de madre en su infancia acabó convirtiéndose, presuntamente, en un asesino en serie.

Robert Durst fue acusado de asesinato en primer grado por la Fiscalía de Los Ángeles y ahora se enfrenta a la pena de muerte.

Para la escritora Caitlin Rother, en ocasiones nos atraen estas historias en parte porque muchos no concebimos como realizar actos tan malvados a seres queridos.

“Queremos una cierta penetración en la psicología de un asesino, en parte para aprender cómo proteger a nuestras familias y a nosotros mismos, también porque simplemente estamos fascinados por el comportamiento anormal. Es como ver un accidente de tráfico, no somos capaces de apartar la mirada”, explica.

Jeff Lindsay, el creador y autor de las novelas de Dexter , escribió una reflexión sobre su profesión, que lo ha llevado a cuestionarse sus intenciones.

“ Los asesinos en serie son psicópatas, y las investigaciones actuales nos indican que los psicópatas nacen, no se hacen. Hay una diferencia física en sus cerebros. Nadie se convertirte en asesino en serie por leer sobre uno, del mismo modo que nadie gana poderes mágicos por leer Harry Potter . Como seres humanos ordinarios, vivimos en el medio, más cerca de un lado o del otro según las circunstancias, sin alcanzar nunca los extremos. Y si no entiendes a alguien que vive en el extremo del mal, no importa cuánta curiosidad se muestre por saber más de esa persona, eso es bueno. Simplemente significa que somos seres humanos”.