A sus 90 años, Popeye el marino aún saca músculo

El marinero que sacudió los mundos de los cómics, la televisión, el cine y los videojuegos desde inicios de los años 30 celebró sus nueve décadas de existir; siempre al lado de su gran amor Olivia y con la superfuerza que le proveen las espinacas; eso sí, más comedido que antes

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La musculatura de Popeye sigue tan fortalecida como siempre y las espinacas aún son el alimento que le proveen la superfuerza que presume el marinero; sin embargo, no todo en la vida del personaje y de su famosa serie de televisión sigue tan igual como antes.

El animado, ícono de la cultura pop, cumplió el pasado 17 de enero 90 años desde que su creador, el caricaturista estadounidense Elzie Crisler Segar, lo dibujó para ponerlo a circular en la tira cómica Thimble Theatre del rotativo The New York Evening Journal.

Aquel Popeye de prominente quijada, malhumorado y fiel defensor de su amada Olivia Oliva no es el mismo a sus 90 años. ¡Hasta luce más joven!

Con motivo de la celebración de sus nueve décadas de vida, el estudio de creación de contenido para niños WildBrain y King Features Syndicate (compañía dueña del animado) lanzaron una nueva serie en la que allanaron el camino para que Popeye pudiera encajar en la sociedad actual.

En Popeye’s Island Adventures el marinero está a años luz de lo que fue en los cortos cinematográficos que los estudios Fleischer produjeron a partir de 1933; tampoco es comparable con la serie animada The All New Popeye Hour que realizó Hanna-Barbera Productions en la década de los 60.

El Popeye de 90 años es muy distinto: cambió su clásica pipa de caña de maíz por un silbato; además de marinero se hizo agricultor de su propia espinaca y hasta dejó de levantar los puños para enfrentarse a su archienemigo Brutus.

Además, en la nueva serie las disputas entre el marinero y Brutus –quien también refinó su apariencia– ya no son por el corazón de Olivia sino por los cultivos de espinacas, y a su eterno amor ya no la debe socorrer como en el pasado: ella ahora es más activa e independiente y ya no sacude los brazos clamando su ayuda.

Tampoco el nuevo Popeye habla; mucho menos lo hacen el resto de los personajes que participaron en la serie original y que fueron revividos en los nuevos episodios. El marinero y todos los demás echaron mano de las onomatopeyas (sonidos) persiguiendo un lenguaje universal.

Por no tener voz, las lecciones de Popeye a su hijo adoptivo Cocoliso y a sus sobrinos Papeye, Pepeye, Pipeye y Pupeye en esta etapa se basan en la astucia propia de los personajes y la mala suerte de la que es víctima Brutus por su ambición.

Enojo

Es otro Popeye el que llega a los 90 años de vida y aunque el tiempo cambió mucho de él –para bien o para mal– la nostalgia embargó a los fieles seguidores del marinero, que han criticado y rechazado la forma en que los propietarios del personaje quisieron reivindicarlo, aunque hay quienes nunca hallaron ni una pizca de morbo en él.

Esteban Tolj, argentino autor de cómics y de dibujos animados, dijo al diario El Clarín que alrededor de Popeye el marino hubo –y hay– algunos mitos, principalmente por su carácter, pero destacó que, como un todo, el personaje siempre fue más positivo que otra cosa.

“Muchos son los mitos en torno a Popeye, personaje incorruptible, generoso y gruñón pero de corazón tierno, siempre defendiendo causas muy nobles al punto de desplegar la poderosa fuerza de sus puños, y que tal vez esta sea la escena que todo su público esperaba encontrar hacia el final de sus aventuras. Pero también se le cuestiona por esa misma inclinación a ser violento. Sin embargo esa violencia la aplicaba como último recurso para defenderse de los seres dañinos en sus aventuras.

”Popeye nunca lastimó a sus amigos, a mujeres, niños o ancianos, a personajes desposeídos o caídos en desgracia y tampoco maltrató animales ni otros seres inclasificables que aparecían en la trama, más bien siempre se mostraba comprensivo e inclusivo, llegando a adoptar un huérfano como Cocoliso, ayudar a su eterno amigo voraz y chantajista Wimpy, cuidar a su anciano y senil padre, proteger a la deforme e incomprendida Alice o hacerse cargo de aquel animal de la cuarta dimensión llamado Eugene. Finalmente vale destacar su fidelidad y amor incondicional hacia su novia Olivia, longilínea y romántica mujer que siempre prefirió la ruda torpeza de Popeye antes que los tratos salvajes del posesivo Brutus, su otro pretendiente”, consideró Tolj.

Secundario

Ese Popeye del que habla Esteban Tolj es el que añoran los seguidores del animado, quienes acogieron al personaje a tal punto que llegó a desplazar en la popularidad a su amada Olivia, protagonista de la tira cómica Thimble Theatre hasta 1929, cuando fue desplazada por Popeye.

Ja’ think I’m a cowboy? (¿A’caso parezco vaquero?) fue la frase con la que debutó Popeye en aquel cómic, donde frotaba una gallina en procura de fuerza antes de comenzar a consumir espinacas.

Siete meses después de su primera impresión en el cómic, Olivia le dio por equivocación un beso a Popeye y desde ahí nació la legendaria historia de amor de la pareja.

De esa relación sentimental fueron testigos la radio, la televisión, el cine y ahora YouTube. La popularidad del personaje lo llevó a la radio con programas que se transmitieron entre 1935 y 1938; a la televisión con incontables versiones de animados a cargo de las principales productoras de Estados Unidos; al cine en 1980 con un musical que protagonizó Robin Williams, y en 1982 a un videojuego que creó Nintendo.

Y con el pasar de los años, el legado del marinero siguió creciendo en todo mundo similar a como sucede con su musculatura cuando consume espinaca, porque aún hoy, con un Popeye “políticamente correcto” y en el cenit de la vida, el animado sigue sacando músculo.