Walter Ferguson, el rey del calipso tico, se llevó el premio nacional a la cultura inmaterial

Sus aportes como músico, líder comunal y compositor en inglés criollo limonense le valieron el galardón.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El calipsonian Walter Ferguson Byfield se unió al grupo Marfil y la folclorista María Mayela Padilla como ganador del Premio Nacional al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto Tugores.

El premio se dedica a aquellas personas o colectivos que han realizado aportes a la cultura del país durante toda su vida y, a sus 98 años, el compositor conocido como Mr. Gavitt continúa siendo un emblema del calipso y la cultura afrolimonense en el país.

“Al igual que la señora ministra lo expresó, lo consideramos la personificación del premio”, dijo Javier Salazar, miembro del jurado del premio.

“Don Walter Ferguson tiene una trascendencia es enorme y los costarricenses desconocemos su proyección. No solo se trata de una figura conocida en el Caribe nacional, sino en el plano internacional. El Caribe centroamericano y muchas islas comparten el sentimiento de lo que él canta y transmite”, agregó Salazar.

Ferguson creó durante su trayectoria unos 100 calipsos y por su constancia, talento y creatividad se ganó el título de Rey del Calipso de Costa Rica.

Según el jurado, para su elección pesó su uso del inglés criollo limonense, “idioma que (...) ha sido la vía para expresar profundamente la belleza de lo cotidiano, los saberes populares y los desafíos históricos de su región”.

También, el fallo resaltó su compromiso como líder comunal, por reinvidicar la cultura costarricense, al covnertirse en “narrador de los sentimientos e historias de su pueblo”.

"Esto es importante porque el calipso es un género que tiene mucho que ver con la vida. Hay mucha crítica sobre las situaciones, a veces humorísticas, pero también de crítica social y don Walter en eso ha sido muy consistente", comentó el académico Quince Duncan.

Entre sus composiciones más reconocidas están Matilda, la historia de un interés amoroso que termina trágicamente o Cabin in the Wata, un tema lleno de dobles sentidos que narra una construcción sobre el puerto de Cahuita.

Las canciones de Walter Ferguson recuerdan al mar verdoso de Cahuita, el poblado que le dio casa desde los dos años y que continúa siendo su hogar. Allí es visitado por turistas de todo el mundo.

"Walter Ferguson es el más prolífico de los calipsonians costarricenses", señaló Quince Duncan. "Su trabajo se ha mantenido vivo con el tiempo, porque ha habido muchos, pero él, es toda una vida...".

"Me parece importante este reconocimiento porque así el calipso ha ganado su lugar en la historia, al lado de la música tradicional de Guanacaste, es parte de nuestra música folclórica", comentó Manuel Obregón, músico y exministro de Cultura.

"El calipso limonense es único comparado al de Trinidad y Tobago o Venezuela, pero esa forma de intepretarlo y cantarlo", agregó.

Una vida de música

Walter Ferguson nació en 1919 en el pueblo fronterizo de Guabito, Panamá, tan solo unos años de que emergieran las primera grabaciones del calipso en Trinidad y Tobago.

“Él pertenece a la primera generación de afrodescendientes, en ese espacio de la historia en que no tenían la nacionalidad costarricense”, comentó Manuel Monestel, compositor musical y estudioso de los ritmos limonenses.

“El vivió en esos tiempos en que el gobierno central de Costa Rica prohibió el inglés y eso lo puso a él y su familia situación complicada”, agregó Monestel.

Por ese entonces, la aspiración de Ferguson y sus amigos era tener un pedazo de tierra para trabajar. Viendo su talento, su madre –Sarah Byfield Dykin– trató de disuadirlo de ello y lo acercó a la música.

Sin recibir clases formales, Ferguson aprendió clarinete, piano, dulzaína y ukelele y así fue aprendiendo sus primeras canciones. su destino era claro: sería un gran compositor, aunque le faltaban las canciones.

“Empecé a tocar ukelele, y yo veía que Mighty Sparrow tocaba su propio calipso, y yo pensé: ‘¿por qué yo no puedo hacer eso también?’. Entonces, en vez de cantar los calipsos de otros, yo cantaba los míos, yo cantaba los míos”, dijo Ferguson en una entrevista con Viva.

Pronto, formó su propio grupo y viajó por el Caribe. "Para ser sincero la música del Caribe se apreciaba mucho en San José y aunque me invitaron a ir, yo pensé que no les iba a gustar mi música y preferí no ir", dice Ferguson en el documental Trovador de Cahuita (1999), hecho por la UNED.

Según su biografía, Walter Ferguson, El rey del calipso, el género musical se desarrollaba en Limón y otras zonas del Caribe, sobre la marcha. Se trataba de hacer una canción, improvisada, con lo que sucediera en el momento, fuera esto una situación graciosa o una catástrofe.

Los calipsonians se reunían en espacios públicos para atraer la atención del público, en una especie de duelos, y Walter Ferguson ganó todos los posibles.

Así fue como se coronó como rey del calipso.

Grabaciones históricas

Para generar ingresos, Ferguson grababa cintas con una casetera y las vendía a los turistas. Aunque muchas de estas grabaciones se perdieron, recientemente, una iniciativa para rescatar sus viejas grabaciones encontró un grupo de cintas en Canadá, con canciones perdidas.

Ferguson afirma que ha compuesto más de 150 canciones, aunque solo logró registrar formalmente unas 40. Estas se encuentran en álbumes como Calipsos del Caribe de Costa Rica (1986), Babylon (2002) y Dr. Bombodee (2003), publicadas por el sello Papaya Records.

Su primer grabación oficial fue Calypso of Costa Rica (1982), un disco editado por el Instituto Smithsoniano, un disco “grabado por la noche para evitar el ruido de ambiente”, según las anotaciones del encargado de la grabación, Michael Williams.

Desde ese entonces, sus canciones reflejaban su experiencia de vida. Los títulos de esta grabación incluyen Wicked Monilia y Monilia (You Come to Stay), dos temas dedicados a una enfermedad que sufrían las plantaciones de cacao, en donde trabajaba su padre y su familia.

También le cantaba a Bocas del Toro, pueblo de Panamá en el que su nombre continúa siendo sinónimo de calipso, y tenía otros títulos como Me Teacher Never Liked Me (Nunca le caí bien al maestro).

“El humor es una carcaterística del calipso en general y Ferguson es un maestro en interpretar un hecho duro de la realidad de una manera casi chistosa y así, el mensaje entra más fácil en las mentes de las personas”, señaló Manuel Monestel.

"Going to Bocas y One Pant Man son de mis favoritas, por su música y contenido", comentó Manuel Obregón. "Relatan las dificultades que tiene él y su familia en la vida, por ejemplo al no tener una cédula que los identificara y que los obliga a salir del país constantemente", señaló.

Las grabaciones que hizo Ferguson con Papaya Music –sello fundado por Obregón–, al inicio de este milenio, lo llevaron a tener fama internacional, cuando ya tenía más de 80 años.

El uruguayo Jorge Drexler, por ejemplo, incluyó Going to Bocas como parte de su repertorio en la gira promocional del álbum Amar la trama. En Argentina, una de sus canciones fue utilizada en un comercial.

A sus 91 años, en el 2009, Ferguson recibió el premio Reca Mora de ACAM, el galardón más importante que entrega la asociación de compositores costarricenses.

En 1992 recibió el Premio Nacional de Cultura Popular de parte del Ministerio de Cultura y ahora, 26 años después, recibe el Premio a la Cultura Inmaterial.

Por sus dificultades cde la vista, Ferguson no asiste a premiaciones, ni si quiera a los homenajes que le han hecho en Cahuita, dice que lo hacen sentir incómodo.

Pero sigue apreciando la música.

“Eso nunca se pierde, nunca pienso que estoy muy viejo, porque yo podría hacer una canción ahora mismo si quisiera”, manifestó en una entrevista en el 2009.

"Siempre admiraré la calidez en su voz y su forma de interpretar la guitarra y sus ganas de trabajar", señaló Manuel Obregón. "Estoy muy contento de que lo hayan reconocido y también a José León Sánchez, me alegra que el premio sea un espacio para darle lugar a los dos".

Manuel Monestel también mostró su satisfacción con el premio. “Sorprende que no lo hubieran dado más rápido, pero no sorprende entendiendo el significado y la calidad de la obra de Walter Ferguson. Creo que es un reconocimiento justo y necesario”, expresó el músico.

“En un país como Costa Rica se invisibiliza mucho la producción y la creatividad nacional, sobre todo aquella que tiene que ver con nuestros raíces. La obra de Walter Ferguson debería ser un ejemplo a seguir”, finalizó Monestel.