Tras superar enfermedades, Aurelia Trejos vuelve a los escenarios con ganas de contar más historias

La exintegrante del grupo Cantares prepara un disco como solista de música popular.

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Durante muchos años, Aurelia Trejos fue parte de Cantares, un grupo nacional que se encargó de difundir música folclórica y contar historias por medio de sus canciones. Son cientos de colegios y escuelas los que la recibieron a ella y a Dionisio Cabal, Fernando Mena y Juan Carlos Mena, para que interpretaran la canción de la Campaña de 1856, por ejemplo.

“Yo decía que Costa Rica no tenía folclore, porque solo se conocía una música popular de un campesino que se caricaturizaba, que funcionaba como entretenimiento y no se detenía a darle un valor verdadero a las expresiones artísticas que podían salir de la gente”, contó en una entrevista.

Trejos ya no es parte de Cantares, pero tiene interés en seguir contando historias, en particular, las suyas. Desde 1980 y hasta el 2012, cuando el grupo se separó, cantó temas de autores campesinos, pero en este mes de agosto, prepara su regreso a los escenarios, ahora como solista.

Haber pasado por dos tratamientos de cáncer, y algunas lesiones físicas casi simultáneas, le dio una perspectiva de la vida diferente y hábitos saludables que la hicieron crecer como persona y como artista.

“Siempre escribí mucho. Perdí mi voz durante una parte del tratamiento de cáncer (de colon) e, incluso, me quebré un brazo y una pierna, debí recibir terapia, además, tuve una infección, fue muy complejo", dijo Trejos, quien padeció estas enfermedades entre el 2015 y el 2018.

”Recurrí a escribir como una forma de expresarme, de vivir de nuevo”, señaló la autora de 71 años,

Ha hecho un regreso de a poco a los escenarios, tocando su música en el Club Unión o en la Feria Verde de Ciudad Colón. Sus próximas presentaciones serán el domingo 25 de agosto, en la Academia ACUA, en San Pedro de Montes de Oca, y el 22 de setiembre en la clausura de la feria artesanal Mora para el mundo.

De cosecha propia

De la nueva música de Aurelia se pueden escuchar retazos en su perfil de Facebook. Con la ayuda de uno de sus hijos ha grabado sus presentaciones recientes, en las que combina temas originales con música del campesinado.

Ella cita a Evelio Granados, cantor y compositor de Soledades del Tablazo de San Ignacio de Acosta; Alfonso Calvo Fajardo, pejibayero de Tucurrique; además de Blas Solano, Hugo Acuña y otros compositores anónimos como piezas “infaltables” en sus repertorios.

Por otro lado, los temas propios se están puliendo en los escenarios y ensayos. En las nuevas aventuras musicales la acompaña su hijo Antonio Cabal Trejos, en teclado y guitarra, además de Adrián Ávila, en tambor legüero y marimba.

Aunque compone, Trejos se siente más cómoda solo cantando cuando está en el escenario.

Justo esta semana inició la grabación de un disco de música propia, que incluye títulos como Palomita, Canción para vos o No quiero ser un río.

“Le puse a una de mis canciones No quiero ser un río porque los ríos no se devuelven y creo que aprecio esa capacidad de volver a sentir, de darse la oportunidad de volver a explorar”, señaló.

El futuro se ve brillante ahora que ha regresado a la música. No volvería, eso sí, a las andadas con Cantares: cree que es un ciclo que ya cerró.

“No sería para nada como antes, no tendría la misma energía ni el mismo sonido, creo que es imposible una reunión”, acotó.

Sus historias

En 1980, Aurelia Trejos tenía una carrera como actriz de teatro contratada por el Ministerio de Cultura. Tenía un horario fijo, de las 2 p.m. y hasta las 11 p.m., y así fue durante los diez años que formó parte de la Compañía Nacional de Teatro.

Trejos vio la profesionalización del teatro costarricense, y actuó dirigida por figuras como Esteban Polls y Alfredo Pato Catania.

“No vivíamos de las taquillas como ahora, sino que estábamos trabajando en las obras aunque no tuviéramos un papel fijo, hicimos de todo y viajamos por todo lado”, contó Trejos.

Ella decidió dejar esa carrera tras conocer a Cabal y su esfuerzo por rescatar las canciones del campesinado. Trabajar en el teatro y dando conciertos tenía horarios difíciles de calzar, y ella dejó un salario fijo por buscar una vida como músico.

“Queríamos ver más seriedad en el medio, defender la idea de que los artistas también teníamos que comer y, por ende, recibir pago”, sentenció.

Fue una movida riesgosa, pero una que dio réditos en las siguientes tres décadas de su vida y que la llevó a conocer al menos –dice ella– unos 800 centros educativos y quién sabe cuántos otros escenarios.

Tras separarse de Cantares, Aurelia optó por trabajar para el ICE, dando charlas sobre los servicios que ofrece la empresa. Se pensionó y después enfermó.

En el camino halló los talleres de poesía y así se encontró con una nueva máxima de vida: “hay que escribir lo que se siente y cómo se siente”. En su nueva faceta como solista, intentará honrar esa enseñanza.