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La primera fila se llena de fanáticos que sobreviven los golpes del mosh. Fotografía: Carla Orozco Odio (Carla Orozco Odio)
El olor a sudor seco se combina con el del tabaco y la cerveza para delatar que la jornada dominical fue maratónica. De la misma manera que lo hizo el año pasado, el Finca Fest sedujo a los miles de asistentes que agotaron las entradas del concierto que se realizó en barrio La California.
El epicentro ocurrió en bar el Mercadito y el terremoto de rock, ska y reggae puso a prueba la condición física de las asistencia, la cual –al igual que los artistas– demostró que aún conserva la energía y la viveza de aquellos años mozos en el epílogo de las década de los noventa. Era en ese entonces, cuando una pequeña escena de rock criollo se juntaba entre los potreros y la bruma de Cartago para hacer sonar sus violentos acordes.
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Paulo Parra, voz principal de la banda. Fotografía: Carla Orozco Odio (Carla Orozco Odio)
Eran apenas las 2 p. m. y el sol ya empezaba a derramar las primeras gotas de sudor de la fanaticada, que llegó identificada con camisetas de Bad Religion, Misfits, 2 Minutos y otros exponentes del punk internacional. Lo de aquella tarde era un mosaico de perforaciones, tatuajes al descubierto, sonrisas, perforaciones y peinados de colores que ya ocultan una que otra cana.
El conjunto Seka inauguró el festejo con sus piezas más recurrentes como El Oso, No vuelvo más y Canción con pocos. La gente apenas se estaba acomodando al frente de la tarima, cuando El Guato salió al escenario con un popurrí de sus canciones más emblemáticas.
La banda liderada por el enérgico Geovanny Durán arrancó con la pieza Comando Viviana Gallardo, esta crítica puso a todos los entusiastas a recordar los tiempos en los que el pasaje de bus de Cartago costaba apenas ¢200 y no había Spotify, ni iTunes y las complacencias de las emisoras estaba a la orden del día.
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Cumbia, roots, ska - todo mezclado, listo para ser bailado. Fotografía: Carla Orozco Odio (Carla Orozco Odio)
El Guato hizo alarde de sus trayectoria con piezas como Salgamos corriendo, Las Piñatas y La culpa la tuvo el guaro. Ya el público estaba extasiado cuando Durán soltó sus piezas más emblemáticas: Te diré te quiero y Ladrones y Policías.
Los caninos fueron relevados por Johnny Man y el resto de sus compañeros de Mekatelyu.
"Vuélvase loco rata salten conmigo”, vociferó el espigado vocalista antes de arrancar la presentación con piezas como Natural, Pásemela y No Aceptes. Eso sí, el público perdió el control con el ritmo de la cumbia Paren paren.
El sabor caribeño dejó el escenario listo para que ingresara Paulo Parra y el resto de los Garbanzos. La banda herediana celebró 30 años de tocar piezas como Ojos Rojos, Bonita y Panteón. A medida que los decibeles subían, la gente no dejaba de ingresar al inmueble josefino.
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Yojansel Barboza fue uno de los que se quitó la camisa, víctima del calor del sol y del mosh. Fotografía: Carla Orozco Odio (Carla Orozco Odio)
Las cámaras de TD Más instaladas en andamio grababan lo que ocurría sobre el escenario ¡Era una locura! Parra y compañía le cedieron el espacio a República Fortuna. La agrupación de Desamparados fue uno de los puntos altos de la velada gracias a la inyección de energía que le entrega el cantante David Espinoza, quien ametralló con piezas icónicas del conjunto como Cimarrona, Recuerdo lejano y Trago amargo.
Al igual que el año anterior, los republicanos le rindieron un tributo a todas las mujeres que se hicieron presentes a esta larga jornada de chivos.
“Todos los caballeros vamos para atrás y mujeres para adelante, porque sé que muchas de ustedes todavía bailan Ska”, comentó con su innegable alegría el vocalista antes de darle rienda suelta a la pieza, Ella se fue.
La banda Mentados se encargó de cerrar la jornada. El grupo liderado por Hugo Villalobos salió con un fuerzón que al público no le quedó más remedio que agarrar un segundo aire y seguir bailando al ritmo de Cuando la miro, Cita ciegas y Aquella noche. Con el estruendo de los instrumentos y la fatiga de la música, la escena de rock tico demostró que aún le queda fuerza pero sobre todo que todavía tiene adeptos que no olvidan sus días mozos en la Finca.