Han pasado tres años sin verlos en el Teatro Popular Melico Salazar y es evidente que su regreso era justo y necesario. Los ticos recibieron a La Oreja de Van Gogh con la sala llena, cantando a voz viva las letras que la cantante Leire Martínez entrega con soltura e irreverente coquetería.
Este domingo 5 de noviembre, los españoles tendrán una segunda presentacion en el Melico, también a las 8 p. m.
Para calentar al público, antes de los platos fuertes de su repertorio, la banda saca un poco del pasado y otro poco de su presente.
Estoy contigo, su sencillo principal del último disco, abrió el apetito para El último vals la cual es la primera canción con la que Martínez fue presentada al público tras la partida de Amaia Montero (en el 2007).
Para la tercera pieza, Martínez se encargó de desempolvar a Cuídate, uno de los éxitos que su predecesora nutrió desde los tiempos de El viaje de Copperpot (2000).
Pero, aunque la nostalgia está incrustada en cada letra y nota de su música, Martínez dejó en claro que con los recuerdos quieren invitar a sus fans a que canten lo nuevo.
“Madre mía, qué gusto regresar y ver la casa bien llena. Esta noche, regresamos con nuestro último disco que se llama El planeta imaginario (2017)”, dijo finalmente.
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Entregados a los fans
Martínez canta música descaradamente romántica. Cuenta historias de amantes que se han ido y se extrañan, de amores frágiles que no pasan las pruebas del tiempo. La Oreja de Van Gogh se especializa en baladas pop.
Con otro tipo de música sería dramáticamente cortavenas pero los músicos Álvaro Fuentes (bajo), Pablo Benegas (guitarra), Xabier San Martín (teclados) y Haritz Garde (batería) llevan dos décadas creando atmósferas.
Así es como, con La Oreja, no hay dulce sin amargo. Si Cuando menos lo merezca pide amor hasta en las malas, Europa VII habla de la muerte de una astronauta y termina con un solo hechizante de San Martín frente a un theremín (ese instrumento que parece que se toca pellizcando el aire).
Se rodean de lámparas, de percheros y marcos de cuadros, como si fueran esos vestigios de las memorias que Martínez canta mientras baila.
Las baladas se elevan en sus coros y Martínez aprovecha para pasarle el micrófono al público. En lo más alto de las emociones, los músicos toman la guitarra clásica (como en el caso de Deseos de cosas imposibles) y las suavizan.
“Acabamos de tocar...”, comenzó Martínez tras terminarla.
“Mi favorita”, gritó un fan a todo pulmón.
“Has tenido suerte porque esa no la solemos tocar mucho”, bromeó la cantante.
Las más cantadas
Todas las canciones de La Oreja de Van Gogh se cantan pero hay las que se acompañan con más cariño, con más enamoramiento y más nostalgia.
Rosas, por ejemplo, tuvo en el coro hasta a la primera dama de la República, Mercedes Peñas. La española llegó al concierto con su hija Inés y, según fuentes confiables, desde el segundo piso del Melico Salazar disfrutó tan apasionadamente como el resto de los fans.
Entre las más coreadas estuvieron París, Muñeca de trapo y Verano.
Antes de presentar su confrontativa No vales más que yo, Martínez fue enfática con un mensaje contra la violencia doméstica y los femicidios.
“No perdemos la esperanza de que, algún día, las noticias, no solo en España sino en todos los países que visitamos, no haga falta ni una sola mujer más en manos de la violencia machista”, declaró en medio de sonoros aplausos y chiflidos.
Aunque para la banda es fácil llegar y soltarse en el escenario, tiene problemas severos para las despedidas.
En su primer cierre, tocaron El primer día del resto de mi vida.
Tras una breve oscuridad, Martínez volvió para cantar un arreglo de piano de su conmovedora Jueves. La pieza terminó una ovación de pie del público.
Convencidos por los aplausos, la banda también tocó La playa, Pálida luna y La niña que llora en las fiestas.
Sin embargo, tras intentar retirarse otra vez, los españoles eligieron Cometas por el cielo y Puedes contar conmigo como su última despedida.
“Os habíamos dicho que nos íbamos, pero hicimos bien en quedarnos”, bromeó la cantante antes de comenzar la última tirada de canciones con los fans de pie, eufóricos, como si el concierto recién acabara de empezar.