La música es un lenguaje universal. En una melodía se difuminan las barreras geográficas y las diferencia culturales. Hay un entendimiento profundo que puede conectar dos lugares del mundo tan distantes y distintos como Costa Rica y Japón.
La prueba de ello son cuatros músicos nacionales – miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional– que, sin saber hablar ni una palabra de japonés, tomaron sus instrumentos para viajar al país asiático.
El cuarteto está conformado por los músicos principales de los instrumentos de cuerdas de la Orquesta: los violinistas José Aurelio Castillo (concertino) y Patricia González, la violista María Colombari y el violonchelista Álvaro González .
El viaje es una experiencia para celebrar tanto los 75 años de la Orquesta como la hermandad entre las ciudades de San José y Okayama (ubicada al sur de la isla principal de las que conforman a Japón).
ESPECIAL DE VIVA : 75 aniversario de la Orquesta Sinfónica Nacional
Por esa razón, los músicos tienen en su calendario dos conciertos en dicha ciudad. El primero de ellos lo realizaron el viernes pasado en el Museo de Arte Oriental; el segundo fue ayer sábado, como parte del Festival de Música Internacional de Okayama.
Su último concierto lo ofrecerán el martes 29 de setiembre, en la sala de conciertos Yamaha Hall, ubicada en el capital del país, Tokio.
El repertorio que trasladaron desde el Centro Nacional de la Música hasta Japón son piezas escogidas para hacer brillar los sonidos y colores de la composición musical latinoamericana.
De esta forma, el cuarteto lleva en sus partituras la música de los argentinos Astor Piazzolla ( Four for Tango ) Alberto Ginastera ( Primer cuarteto para cuerdas Op. 20 ) y Carlos Gardel ( Por una cabeza) ; el mexicano Emanuel Arias ( Sonoralia ) y el brasileño Heitor Villa-Lobos ( Primer cuarteto para cuerdas ).
Asimismo, han escogido dos compositores ticos para representar el aporte musical autóctono: Benjamín Gutiérrez y Andrés Soto. En el caso de Gutiérrez la pieza elegida para abrir cada una de sus presentaciones es la Pavana para cuerdas .
“En la Pavana , Benjamín recoge su esencia. Es una obra que recopila el desarrollo que hace durante su vida. Me parece que es la obra que encierra, melódicamente, ese desarrollo”, describió el chelista Álvaro González.
Por su parte, la pieza de Soto es una composición pequeña: una pequeña joya que demuestra las tendencias contemporáneas que también han influenciado la tradición musical tica.
El resto de los músicos coinciden: es la pieza de la que se sienten más orgullosos. Aún así, Castillo describió como la más exigente a de Ginastera. Según el violinista, su ejecución requirió el esfuerzo más grande de virtuosismo de parte de los músicos.
Cultura. Fue un requisito para este concierto aprovechar la música latinoamericana. Japón tiene una mayor cercanía a las composiciones clásicas europeas, aunque han desarrollado fascinación por los colores de la cultura latinoamericana en la música de sus compositores.
Durante este viaje, el embajador de Japón en Costa Rica , Mamoru Shinohara, ha guiado al cuarteto a través de su país natal. Además de los conciertos, él mismo organizó un encuentro en una secundaria superior en Okayama, para que los artistas impartieran una clase maestra frente a los estudiantes de música de la institución.
“El Centro Nacional de la Música ha jugado un rol importante. Es una maravillosa ventaja que tiene Costa Rica: ustedes son muy buenos educando musicalmente a sus jóvenes”, opinó Shinohara desde Japón.
Después de la experiencia, los músicos regresarán al país el próximo miércoles 30 de setiembre.
Los planes, sin embargo, son continuar la amistosa alianza con el país asiático.
Otros conciertos en Japón. Este no es el primer viaje que realiza la Orquesta Sinfónica Nacional a Japón. En el 2005, la agrupación completa hizo una gira de cinco presentaciones por el país, bajo la dirección del entonces titular Chosei Komatsu . En esta ocasión, el cuarteto ha retomado esta alianza musical entre los dos países en un breve viaje.