22/10/2013. Retrato a niñas Ticas believers ,quienes vanal concierto de Justin Bieber. en la fotografía: Maria josé Arana, y Maybel Guevara. ./Pablo Montiel (Pablo Montiel)
Panamá
María José Román, Jazmín Delgado y Joseth Campos fácilmente podrían quitarle el puesto a la Magdalena más experimentada de las procesiones de Semana Santa, en su natal Heredia. Las tres lloraron tanto, durante y después del concierto de Justin Bieber, en Panamá, que fácilmente se podría creer que agotaron las lágrimas para del resto de sus vidas.
Al igual que estas jovencitas de Santa Bárbara de Heredia, el resto de fanáticas costarricenses que viajaron a Panamá para estar en el concierto del canadiense Justin Bieber dejaron un caudaloso río de lágrimas, mientras se preguntaban si aquello realmente era una realidad o un sueño.
“Es perfecto ( llorando ), todo se pasó muy rápido ( doble dosis de llanto ), ¿por qué todo pasó tan rápido?”, balbuceó , dificultosamente, Román, mientras era consolada por sus amigas.
La escena de estas costarricenses que convencieron a padres o recibieron de regalo un viaje para ver en su concierto al artista canadiense, era parte de una especie de una epidemia que no respetaba ninguna nacionalidad.
Bastó que el cantante de 19 años pusiera un pie en el escenario instalado en el Estadio Rommel Fernández, en ciudad de Panamá, para que comenzara un ensordecedor grito, como si todas las gargantas infantiles y juveniles compitieran por ver cuál sería la primera que perdería la voz esa noche.
El popular artista canadiense conoce bien su papel en el show : bajó desde la zona donde estaban sus músicos, aguzó su mirada de dandi rubio y, tras asegurarse de que toda la atención estuviera concentrada en él, gritó: “¡Let’s Go!”.
Eran las 9:50 p. m. (hora de Panamá), 80 minutos después de la hora anunciada, cuando Beautiful se escuchó fuerte en todo el recinto. La emoción se transformó en saltos sobre las sillas, en gargantas interpretando las letras en un inglés tan bien pronunciado que cualquier call center envidiaría y, desde luego, cientos de beliebers comenzaron a llorar en coro.
Jesennya Acuña, de 13 años, fue una de esas ticas a quien no le preocupa el qué dirán. Como lo pronosticó horas antes, no controló su llanto desde el primer instante. Además, sufrió por buen rato a causa de su estatura, menos de 1,50 metros, y batalló hasta que encontró un lugar para no perderle ningún detalle a Bieber.
Una pausa. Todo marchaba bien en el concierto, pero las fans de la localidad frente a la pasarela por donde transitaba Justin causaron que el cerco de seguridad se viera comprometido. Por ello, el joven se retiró y la producción corrió a reparar el daño.
Tras 20 minutos de pausa, regresó la música. Esta vez apareció el cantante con el popurrí que incluye One Time , Eenie Meenie y Somebody to Love .
Juvenil. El Rommel Fernández era una extraña mezcla entre guardería y colegio durante el periodo de recreo. Las jovencitas, aquellas que vivían lo que llamaban el momento que las marcaría por el resto de sus vidas, no solo tenían tiempo de cantar, brincar en una endeble silla, llorar, tomar fotos y videos con sus celulares e, incluso, ofrecer a cada instante sus impresiones.
“¡Es que es perfecto! ¡Es perfecto! Él es idéntico a las fotos”, decía Verónica Espinoza, de 16 años, mientras se secaba las lágrimas con una bandera de Costa Rica que la abrigaba.
Con este grupo de fieles seguidoras, Bieber demostró que sin importar que cantara temas como la romántica Love Me Like You Do , la bailable She Don’t Like the Lights , la contagiosa Die in Your Arms o la inspiradora Never Say Never , ellas disfrutan todas y cada una como si fuera la más preciada.
Dulce momento. El guion no varía mucho en los conciertos del Believe Tour , por eso María José Arana, Maybell Guevara, Mariángel Bermúdez y el resto de la fanaticada que desde el martes viajaron en dos autobuses desde San José hasta Panamá, sabían que el momento más importante era cuando cantara One Less Lonely Girl .
En ese momento, los organizadores seleccionan a una joven del público y la suben al escenario. Bieber no solo le canta, sino que le pone una corona, le da un abrazo y las despide con un beso en la mejilla.
Durante los cuatro minutos que dura la canción, el resto de miles de beliebers se mueren de envidia y, de alguna forma, sienten que cualquiera de ellas pudo estar ahí.
Espinoza, seguidora tica, era una de esas chicas que habría dado todo por estar en el escenario. Durante el tema, se aferró al cerco que la separaba del canadiense. Aunque por momentos la emoción le permitía cantar, las lágrimas nunca amainaron.
Para las 11 p. m., muchas jovencitas, como Abril Gamboa, comprobaron que no se puede gritar tan fuerte, durante tanto tiempo, sin tener consecuencias. Por eso, a esta joven de 14 años no le quedó mas remedio que solo llorar y brincar, cuando Believe , Boyfriend y Baby cerraron aquella noche de jueves que habían anhelado por tantos años y que prometieron recordar “por siempre”.